Tomás Gómez
El esperado debate de la nación
La subida de precios va a ser la principal noticia en las próximas semanas. Para atajarla, hay dos opciones diferentes: la primera consiste en hacer lo justo en materia fiscal y monetaria, con la esperanza de que la guerra de Ucrania acabe pronto, o una segunda, consistente en una política de tipos de los interés agresivo que terminaría llevando a una crisis.
No son pocos los que aseguran que lo mejor que nos puede ocurrir es una recesión, argumentando que eliminarían los espejismos en el consumo y la inversión producidos por los tipos cercanos a cero.
Con este panorama de fondo, la realidad es que sindicatos y patronal han empezado a preparar su armamento. Los hogares tienen un ojo puesto en esto y otro en si habrá escasez de combustible para calefacciones y coches.
Europa ha resucitado las recetas de 1973 y la energía nuclear ha pasado de ser destructiva a ser verde. El gobierno se ha fracturado a cuenta del aumento en gasto militar, que puede convertirse en el banderín de enganche de Yolanda Díaz.
En Reino Unido, a todo esto se le suma una profunda crisis política, en la que los propios conservadores han terminado con Johnson, Francia, por su parte, ha anunciado la nacionalización del sector energético.
Sin duda, son dos elementos atractivos para Díaz. La amenaza de que el presidente podría caer si sus socios le diesen la espalda y, la legitimación de la propiedad estatal de sectores estratégicos le viene como anillo al dedo.
Los tres elementos consolidarían la estrategia de confrontación ideológica con el PSOE. Otra cosa es que la vicepresidenta tendrá que lidiar a la diestra con Sánchez y a la siniestra con Podemos, que prefiere hundirla antes que arañar unos cuantos diputados.
Para Sánchez la cosa es aún peor, debe emplearse a fondo con ERC si quiere sacar adelante los Presupuestos Generales, aunque no está nada claro que vaya a conseguir mucho, y si lo hace será a costa de pagar un precio muy elevado. El resto de fuerzas que le queden, serán para intentar contener a Feijóo que, de momento, va imparable.
Aunque todo puede cambiar porque corre muy rápido y de manera convulsa. Valga recordar, como ejemplo, que Rivera e Iglesias fueron elegidos, que en algún momento tuvieron expectativas presidenciables y, finalmente, que salieron de la vida política sin haber sido parte de ningún Debate de la Nación.
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