Historia

Ramsés II, «el grande»

«Las autoridades egipcias frustran el increíble robo de una escultura del famoso faraón»

Soñar a lo grande está al alcance de todos, distinto es que los sueños se cumplan. En Egipto, tres hombres habían puesto sus ojos y esfuerzos en hacerse con una estatua del faraón Ramsés II, ubicada en Asuán, a orillas del Nilo. Se trata de uno de los faraones más famosos de la antigüedad. Con sus reformas en el ejército, logró extender el imperio egipcio desde la actual Siria hasta Nubia (Sudán). Ramsés II, que vivió durante más años que la media de los egipcios, tuvo tiempo también para ordenar la construcción de decenas de templos y que se esculpieran todo tipo de estatuas de sí mismo. La mayoría de los historiadores coincide en que su reinado marca un punto de inflexión y que, con su muerte, comenzó la decadencia del imperio.

De ahí que se entienda que este trío tuviera como objetivo a un valioso Ramsés II. La Policía de Asuán les cazó, esta misma semana, con las manos en la masa. Y la Fiscalía egipcia ordenó «la detención de los tres ladrones durante cuatro días a la espera de una investigación». Han sido acusados de intentar «robar una estatua faraónica», según un comunicado de la Fiscalía, que asimismo ha urgido a los agentes que busquen «sin demora a otros implicados en el crimen».

Cuesta creer que pudieran hacerlo solos. Bueno, realmente cuesta pensar incluso que lo intentaran, ya que la estatua de Ramsés II pesa alrededor de 10 toneladas, según la Autoridad de Antigüedades de Asuán. Es más, en el momento de su detención, no solo tenían herramientas manuales de excavación y palancas, también contaban con «equipo pesado», y hasta con una grúa.

Será muy compleja la labor del abogado defensor, pues les pillaron más in fraganti imposible. Eso sí, estos días muchos egipcios se preguntan qué iban a hacer con Ramsés II, dónde lo iban a esconder. O quién era su cliente, alguien que tuviera tanto dinero y espacio como para almacenar a este enorme faraón de tres metros de alto y alrededor de uno de ancho. Y es que por algo los historiadores ya bautizaron a Ramsés II, hace más de 3.200 años, como «el grande».