
Y volvieron cantando
Franco, comodín del muro sanchista
El partido socialista y sus socios de la izquierda están volviendo a comprobar el gran rédito en forma de movilización social y tal vez electoral de su parroquia propiciado por el levantamiento de muros entre españoles
Qué bien le vienen estos aniversarios a nuestra izquierda. Si cambia el ciclo político en nuestro país y en consecuencia el inquilino de La Moncloa –con independencia del momento en que Sánchez vea la conjunción astral para llamar a las urnas–, la peor herencia que recibamos los españoles no va a ser ni una deuda pública disparada en máximos, ni la toma partidista y de difícil reversibilidad de instituciones como el Banco de España, el CIS, la radiotelevisión pública, el Tribunal Constitucional o la mismísima Fiscalía, ni la degradación democrática derivada de líneas rojas saltadas por los aires como el acoso al poder judicial, el permanente desprecio hacia el Senado o un ninguneo cuando no hostigamiento hacia algunos medios de comunicación que ya se ha instalado como parte del paisaje. Todo esto podría ser revertido con los instrumentos aún en poder del mermado Estado de derecho, pero no la peor de las herencias que se atisba crecientemente no solo en las relaciones entre partidos políticos, Gobierno y oposición, o peligrosamente cada vez más en las calles y que no es otra que el discurso del enfrentamiento entre españoles traducido en acciones –de esas que gusta contemplar a dirigentes de la izquierda viendo movilizada a su feligresía– como el boicot violento a la Vuelta ciclista a España, toma de la calle de todo menos pacífica supuestamente en favor del pueblo palestino o un creciente antisemitismo que nos traslada a lo más oscuro de la historia, por no hablar del mantra «antifascista» recuperado en puertas del aniversario sin Franco.
El partido socialista y sus socios de la izquierda están volviendo a comprobar el gran rédito en forma de movilización social y tal vez electoral de su parroquia propiciado por el levantamiento de muros entre españoles y a propósito de polémicas que parecían superadas por un espíritu de la Transición cada día más lejano. Se ha recurrido al manual de lo que casi nunca falla, ahora la resurrección del asunto del aborto, la causa palestina en Gaza o dentro de unos días el regreso de Franco como recurrente comodín. Todo vale a la hora de volver a poner en carne viva costras cicatrizadas. Servirá tal vez para movilizar unos puñados de votos, pero el muro proclamado por Sánchez en su investidura y ahora alimentado con más ladrillo puede caer sobre las cabezas de todos. Peligrosa herencia.
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