
Sin Perdón
El juguete de Sánchez se avería
«La primera reforma debería ser establecer unas normas rígidas sobre el uso privado de los bienes públicos»
Al final tenía que suceder. Ni siquiera el famoso Falcon ha aguantado el ritmo que le impone Sánchez. Lo ha usado tanto que se ha estropeado. No hay que preocuparse, porque es solo un pequeño aviso y el servicio de taxis aéreos seguirá funcionando para hacerle la vida más cómoda. Nada mejor que tener un avión a su servicio para ir a un concierto, pasar un fin de semana o aquello que más le convenga dentro de la habitual opacidad que caracteriza a esta administración. Es cierto que todavía no tiene a su disposición un «Air Force One» como el presidente de los Estados Unidos, pero creo que ya es hora de que el líder mundial de la izquierda viaje con la dignidad que le corresponde. Estoy seguro de que los escribidores de La Moncloa pueden encontrar argumentos para justificar el dispendio. Y tenemos que estar agradecidos, además, porque no se ha aficionado a la navegación marítima, porque le tendríamos compitiendo con los multimillonarios con el tamaño de su buque. No me parece descabellado en el punto en que nos encontramos. Tras escucharle en la entrevista con Pepa Bueno y constatar que eso de las elecciones es una pérdida de tiempo que no nos podemos permitir, es evidente que los caprichos presidenciales son una necesidad de Estado.
Una de mis esperanzas cuando acabe esta etapa es que se regulen estas cuestiones, al margen de la ironía, que siempre resulta un ejercicio muy saludable, aunque le moleste a Sánchez y sus seguidores. La primera reforma debería ser establecer unas normas rígidas sobre el uso privado de los bienes públicos. Estoy a favor de que el presidente del Gobierno haga vacaciones y descanse los fines de semana que considere conveniente, pero siempre pagándoselo de su bolsillo. Otra limitación es el uso de los Falcon y los helicópteros, prohibiendo los trapicheos de poner actos públicos para justificar la parte privada o partidista del viaje. El tiempo del presidente es valioso, pero no tanto como para que seamos, en este terreno, una anomalía dentro de las democracias. Lo siento por Javier Curtichs, Pepe Blanco y José Miguel Contreras; los pongo como ejemplos dentro del sanchismo, pero hay que acabar con el sistema clientelar del lobbismo español. Estoy a favor de que incrementen su fortuna, pero con transparencia.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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