Y volvieron cantando

Sánchez con uniforme de campaña

A falta de resortes para poder gobernar, toda la potencia del tiro que confieren los instrumentos del Estado se ha puesto ya a disposición de una precampaña electoral que puede resultar agotadora para la ciudadanía

Que Sánchez no va a adelantar elecciones por mucho que el país esté sin Gobierno que gobierne y funcionando solo a golpe automático de servicios generales es algo que ya no ponen en duda ni los más avezados analistas, deseosos de que pasen todavía más cosas de las que están pasando, aun ajenos a la anormal situación política inédita en nuestra renqueante democracia y todavía en la creencia de que el actual presidente es un perfil equiparable al de sus antecesores (incluido un Rodríguez Zapatero, que al menos se marchó entregando la cuchara con medidas impopulares malas para su partido, pero que evitaron el vacío del abismo). Ergo, el panorama parece meridianamente claro como vimos hace unos días en el Congreso de los diputados durante la comparecencia de Sánchez para explicar la última cumbre europea y en el que nos brindó todo un adelanto de lo que será una interminable, absurda e improductiva precampaña electoral de más de año y medio de duración hasta el final de una legislatura inane, enrocado en La Moncloa, con la máquina de propaganda inventando conejos virtuales para sacar de la chisteara y negando la evidencia tras sonrisas nerviosas de sus portavoces ante la imposibilidad de sacar adelante iniciativa alguna o de frenar el cada vez más imponente tsunami de casos de corrupción en los aledaños del PSOE ya inmersos en procesos judiciales.

A falta de resortes para poder gobernar, toda la potencia del tiro que confieren los instrumentos del Estado se ha puesto ya a disposición de una precampaña electoral que puede resultar agotadora para la ciudadanía, por no hablar de la pérdida de tiempo y oportunidades que supondrá la imposibilidad de poner en marcha grandes proyectos e iniciativas a mayor gloria del confeti y los fuegos de artificio. A Sánchez le queda un argumentario más que acotado a estas alturas de legislatura, pero la media docena de clichés a los que suele recurrir siempre van a estar presentes aun con desgaste de materiales, seguirá cargando contra los «recortes» de la derecha, aplicará lentes de aumento al caso de los cribados en Andalucía, continuará señalando a Núñez Feijóo como «copiloto» de Abascal y las derechas extremas y, por supuesto, nunca faltarán las políticas privatizadoras del PP. De momento, paso atrás con la condena al fiscal general tomando carrerilla en la campaña por poner bajo sospecha al poder judicial.

Y lo que queda.