Salud

Estos son los efectos secundarios que provoca el confinamiento en los niños

Insomnio, ansiedad, irritabilidad, regresión a etapas previas como volver a hacerse pis en la cama y miedo a enfermar son algunas de las consecuencias que provoca el encierro en la infancia

El confinamiento de los niños en casa durante la crisis del coronavirus ya está provocando problemas de salud como trastornos del sueño, irritabilidad y la somatización del estrés
El confinamiento de los niños en casa durante la crisis del coronavirus ya está provocando problemas de salud como trastornos del sueño, irritabilidad y la somatización del estrésDreamstime

Cinco semanas y sumando. El confinamiento derivado de la pandemia del coronavirus se alarga y con ello la tensa espera para salir a la calle, un anhelo que se convierte en una necesidad física y emocional para los más pequeños de la casa, hasta el punto de que cada vez se escuchan más voces que piden al Gobierno flexibilizar las salidas de los niños durante el estado de alarma.

Lo cierto es que los menores son muy moldeables y se adaptan rápido a las nuevas circunstancias, pero ¿a qué precio? «Podemos anticipar que el confinamiento y el aislamiento social prolongado seguramente tendrán consecuencias psicológicas en los niños y adolescentes», advierte Marta Calderero, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y profesora de la Universidad Abierta de Cataluña, UOC. En este sentido, Paula Gutiérrez, psicóloga de Psycast, avisa de que «no podemos subestimar el impacto que tendrá este encierro, pues teniendo en cuenta datos que sí tenemos, como las consecuencias del estrés durante los primeros años de vida en el funcionamiento psicológico posterior. Se ha revelado como antecedente de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo».

Esto se traduce en que los niños «están más alterados, ya que ha habido un cambio muy importante en su vida diaria. Posteriormente, habrá picos, momentos que estén más agitados y otros más tranquilos», matiza Ana Jiménez, profesora de Psicología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Sin embargo, Concha Sánchez Pina, presidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, Aepap, se muestra más cautelosa y recuerda que «los niños tienen una gran capacidad de adaptación a todas las circunstancias, por lo que resulta probable que las consecuencias, si existen, sean mínimas. Con el cariño del entorno familiar no tiene que haber secuelas emocionales».

Secuelas psicológicas

Probablemente, todavía es pronto para adelantar cuáles serán las secuelas que puedan permanecer a largo plazo en los niños, pero «en la consulta ya estamos viendo conductas en los menores que son manifestaciones de estrés, como regresiones a etapas previas del desarrollo, explosiones de agresividad o dificultades de sueño. Y esto en niños cuyo funcionamiento previo era adecuado», asegura Gutiérrez. Algo que también corrobora Calderero, pues confirma que «afecta al estado emocional: más tristeza y sensibilidad, mayor ansiedad, mayor irritabilidad con despuntes de conductas problemáticas o disruptivas, más miedos e incluso conductas de mucha preocupación, entre otros problemas psicológicos. En algunos niños estos síntomas pueden ser visibles desde los primeros días de aislamiento, en cambio, en otros casos estos efectos aparecerán semanas más tarde».

Las secuelas psicológicas, que podrían llegar a convertirse en un trauma en los niños más inestables emocionalmente, llegarán en forma de alteraciones muy diversas. Así lo considera Azucena Díez, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil, quien explica que «según la edad, pueden mostrar diferentes reacciones de ansiedad, como comportamientos regresivos (lloriquear, estar más apegado, hablar como si fueran más pequeños, orinarse en la cama) o somatizaciones (dolores de cabeza o síntomas relacionados con la ansiedad u otras emociones negativas). Además, resulta habitual que aparezca una mayor desobediencia o rebeldía ante las normas. Al encontrarse los padres también más ansiosos, el ambiente en muchas ocasiones en casa será más tenso».

Estas consecuencias resultan más claras «en las primeras etapas del desarrollo, pues son las más sensibles y por ello deben ser las más protegidas. Y no se está prestando la suficiente atención a este hecho. El estrés durante periodos críticos podría tener efectos biológicos muy duraderos y contribuir a agravar respuestas desadaptativas a eventos futuros», asegura Gutiérrez. Y tal y como recuerdan desde la Aepap «no podemos olvidarnos de aquellos niños en los que la infravivienda va a hacer más difícil la actividad diaria. El confinamiento va a perjudicar más a niños de familias desfavorecidas».

De hecho, el contagio emocional de los padres a los hijos es un hecho que no hay que pasar por alto, algo que se agudiza aún más en espacios pequeños o con pocos recursos. «Los niños regulan sus emociones a través de la relación con sus figuras de apego, a través del juego, la creatividad, el contacto con sus iguales, el aprendizaje y la actividad física, principalmente al aire libre. Tenemos que fomentar modos de regulación emocional en los niños que no sólo dependan del manejo de los padres y madres que se están viendo desbordados por la situación, sobre todo aquellos con hijos de corta edad», aconseja Gutiérrez.

Aumento de obesidad

A los efectos en el comportamiento y en la salud emocional de los menores, se añade que los niños y los jóvenes tienen un riesgo especialmente elevado de modificar negativamente su alimentación durante el confinamiento. Y esto tiene consecuencias, ya que desde la Sociedad Española de Obesidad se estima que puede producirse un incremento medio cercano al 5% en el peso de los niños y adolescentes, lo que equivale al aumento de al menos un kilo de grasa en el último mes.

El encierro agravará patologías previas

Si hay algo en lo que están de acuerdo los expertos es que el confinamiento resulta más peligroso en niños con patologías de base. «Aquellos con alteraciones del comportamiento o con conductas disruptivas son mucho más vulnerables a cambios de rutinas», advierten Teresa Cenarro y Pedro Gorrotxategi, vicepresidentes de Aepap. En concreto, «en aquellos con trastorno del espectro del autismo, el impacto es mayor porque experimentan altos niveles de estrés y ansiedad; incrementan las conductas negativistas y desafiantes y puede haber un agravamiento de condiciones comórbidas de salud mental», detalla Ruth Vidriales, directora técnica de la Confederación Autismo España. Sin embargo, tal y como recuerda la profesora Ana Jiménez, «puede haber niños con Asperger que esta situación les genere “seguridad” ya que están en su entorno familiar, seguro. Pero cuando comience de nuevo el contacto social, puede generar en ellos algunos problemas».