Alimentación
Confirman que tomar zinc reduce la fragilidad en ancianos
Un estudio español asocia un buen nivel de este nutriente con un menor riesgo de deterioro físico y mental en los mayores
Los años dejan huella en el organismo, de ahí que cualquier ayuda extra sea bienvenida. Es lo que ocurre con el zinc, un oligoelemento cuyo consumo se asocia con un menor riesgo de deterioro de la función física y el síndrome de fragilidad en personas mayores, según un estudio realizado por un equipo de la Universidad Autónoma de Madrid y el Ciber de Epidemiología y Salud Pública (CiberESP).
El zinc es un mineral con funciones esenciales para la salud humana, hasta el punto que resulta clave en procesos asociados al envejecimiento no saludable, como el deterioro de la función física y la fragilidad, tal y como demuestra este nuevo estudio publicado en la revista «Journals of Gerontology». ¿La razón? Pues «entre los posibles mecanismos implicados en esta asociación destaca el papel que tiene el zinc en diversos mecanismos moleculares como mediador de estrés antioxidante y antiinflamatorios. Estudios experimentales evidencian la reducción de marcadores inflamatorios tras la suplementación de zinc, por lo que es posible sugerir que la asociación encontrada pueda ser explicada así», aseguran las investigadoras Verónica Vega, Ellen Struijk y Esther López-García. Y esta vinculación resulta determinante, ya que, tal y como explican las científicas, «en las personas mayores se sugiere que la inflamación de bajo grado podría estar asociada con mayor riesgo de deterioro físico y cognitivo, fragilidad, multimorbilidad y muerte prematura».
El impacto positivo del zinc resulta esperanzador en todas las personas, ya que el trabajo encontró que «su efecto protector es igual en hombres y mujeres, entre personas con una edad mayor o menor de 70 años, y entre personas con un Índice de Masa Corporal mayor o menor de 25. Además, este efecto no se ve influido por la presencia de patologías como hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, osteoartrosis, fractura de cadera y cáncer», detallan las investigadoras.
¿Cómo mejorar la ingesta de zinc?
Para llevarlo a la práctica hay que recordar que «las ingestas diarias recomendadas de zinc en adultos son de 11 mg en hombres y 8 mg en mujeres, aunque durante la gestación y la lactancia se elevan a 11-12 mg/día y 12-13 mg/día, respectivamente», recomienda Clara Joaquín, miembro del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Pues bien, ese reto se logra con una alimentación variada y saludable, aunque cuando se trata de mejorar la ingesta de este mineral hay que incluir los alimentos que mayor zinc contienen, como ostras (aproximadamente 40 mg por cada 100g), sésamo (7mg /100g), hígado ( 7mg/100g), mariscos en general (4-7 mg100 g), carnes rojas (6mg/100g), carnes blancas (5mg/100g), quesos (4,5mg/100g), cereales integrales y frutos secos como almendras o avellanas (2,5-3 mg/100 g)», enumera Joaquín, quien recuerda que «las verduras, hortalizas y frutas y los pescados son fuentes pobres de zinc.
Pero tan importante como lo que suma es aquello que resta, de ahí que Joaquín insista en que «el consumo de alimentos ultraprocesados se asocia a un riesgo hasta tres veces superior de desarrollar el síndrome de fragilidad en los ancianos», aunque la buena noticia es que «es un síndrome potencialmente reversible, a través de la actividad física y de una dieta saludable y de calidad».
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