Opinión
No tiene la culpa el vino
En su justa medida, están más que demostrados sus beneficios
A alguien de Sanidad se le ocurrió la idea de que hay que desaconsejar la copa de tinto en la comida, sustituyéndola por el «saludable» vaso de agua del grifo. Desconoce el lumbreras que la persona más longeva del mundo, Lucile Randon, una monja francesa de 118 años, atribuyó su resiliencia al hecho de tomar una poco de vino cada día. También desconoce lo relacionado con la denominada «paradoja francesa», según la cual en el país vecino el índice de dolencias cardiovasculares es mucho menor pese a ser el país del mundo en el que más tinto se consume. Igual que la importancia del resveratrol y otros polifenoles, esenciales por sus cualidades antioxidantes.
Tomar demasiado vino no es bueno, como comer muchos huevos o exceso de café. En su justa medida, están más que demostrados sus beneficios. Lo mismo que los perjuicios para la salud de determinadas aguas del grifo, por contener mucha cal o residuos de metales pesados o exceso de cloro, que destruye las bacterias benignas y puede generar trihalometanos, tetracloruro de carbono o biscroloetano, sustancias potencialmente cancerígenas. De manera que nuestras autoridades sanitarias deberían estudiar algo antes de dictar normas idiotas que se caen por su peso.
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