Padres
Cómo hacer limonada alcalina, el mejor remedio para la diarrea en niños (y adultos)
Cuando los niños están malitos, lo más importante es que esté lo suficientemente hidratado
Si el niño está malito, es normal que no quiera comer tanto como de costumbre. Para recuperar completamente el apetito, la salud de su cuerpo necesita recuperarse plenamente. Ahora bien, eso no significa que debamos permitir que el niño no ingiera nada en absoluto. Si está malo... y encima no recibe los nutrientes que su cuerpo necesita para recuperarse, podría ponerse peor todavía.
Ahora bien, hay que hacerlo por orden. Lo principal y más importante es que esté hidratado, porque cuando estamos enfermos, nuestro cuerpo pierde más fluidos de lo normal. Y si estos líquidos no se recuperan con la suficiente rapidez, empezamos a deshidratarnos... lo que irremediablemente prolonga y agrava la enfermedad.
El mejor remedio para proveer al niño de esos nutrientes y minerales que tanto necesita en su recuperación es darle “limonada alcalina”. Es una receta que se utiliza principalmente para reparar los líquidos y los nutrientes necesarios para superar trastornos digestivos, como la gastroenteritis. Aunque -en esencia- es una bebida isotónica... así que puede utilizarse para recuperar los minerales perdidos durante el entrenamiento, los días de playa o durante actividades con mucha exposición al sol. Si quieres conocer cómo se hace, continúa leyendo:
Ingredientes:
- Un litro de agua
- Dos cucharadas soperas de azúcar
- Media cuchara de café de bicarbonato de sodio
- El zumo de dos limones
- Media cucharadita de sal
Elaboración:
Algo tan sencillo como una limonada puede convertirse en un potente suero para rehidratar y reponer líquidos: El primer paso, es hervir un poco de agua. Para no desperdiciar agua, lo que podemos hacer es llenar tres cuartas partes de la jarra que vayamos a utilizar para almacenar, enfriar y para servir nuestra limonada... y después verter el líquido en una olla.
Una vez el agua rompa a hervir, podremos retirarla de nuevo del fuego y dejarla reposar hasta que se enfríe. Otra opción es verter de nuevo el agua en la jara que hemos utilizado antes... eso si, recuerda que la jarra en cuestión debe admitir las altas temperaturas. Puede parecer un paso innecesario, pero hervir el agua cumple dos funciones: primero, elimina cualquier bacteria que pudiera empeorar la enfermedad. Y segundo, hace que el agua se vuelva más alcalina, lo que hará que sea más rica en oxígeno y que -por lo tanto- ayude con la hidratación.
El zumo de dos limones será suficiente para darle sabor a la bebida. Además, alcalinizará todavía más el preparado, porque añadirá minerales alcalinos, tales como potasio, calcio y magnesio. Lo ideal es exprimir los limones con las manos o utilizar utensilios de plástico, porque los exprimidores de metal pueden oxidar el zumo por su condición cítrica.
Después, añadir media cucharadita de sal y media cucharadita de bicarbonato de sodio. La sal nos aportará el yodo y el bicarbonato el sodio y el potasio, aunque además ayudará con la digestión. Por último, podemos y debemos darle un toquecito dulce con azúcar o miel. Esto es conveniente, no sólo porque el dulzor hará que tomarlo sea mucho más agradable, sino también porque contribuirá al valor energético de nuestra limonada alcalina.
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