Dieta

Así es la alimentación que produce más piedras en el riñón

Los oxalatos de algunas verduras y el consumo excesivo de vitaminas C y D favorecen la formación de cálculos renales

Cálculos en el riñón
Cálculos en el riñónAntonio CruzLa Razón

Pueden tardar tiempo en dar la cara, pero cuando los cálculos renales, popularmente conocidos como piedras en el riñón, se producen, los síntomas suelen ser evidentes, pues resultan muy dolorosos. Y no es una cuestión baladí, ya que «se estima que afecta al 15% de la población española», advierte Alberto Ortiz, jefe del Servicio de Nefrología e hipertensión de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Nefrología (SEN).

Los cálculos renales aparecen «cuando la orina está muy concentrada y existe una elevada cantidad de microcristales que, al juntarse, forman agregados sólidos. Lo más común es que sean de oxalato cálcico, aunque también suelen ser de ácido úrico», detalla Ortiz. Y a pesar de que la dieta no es la mayor culpable, sí se convierte en un factor a tener en cuenta. «Se ha descrito que la moda de los zumos verdes, en los que se añade una gran cantidad de verduras crudas trituradas que tardaríamos horas en masticar y que así se toman de un trago, aumenta el riesgo de problemas renales agudos», advierte Ortiz.

La razón reside en que «remolachas, espinacas, patatas o acelgas son alimentos altos en oxalatos», detalla María Lara Prohens, miembro del Consejo General de colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (Cgcodn). Sin embargo, en el caso de los cálculos de ácido úrico, «se debe reducir la ingesta de alimentos ricos en purinas como los mariscos, carnes rojas, mejillones, almejas, vísceras y legumbres», aconseja Francisco Pita, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

La dieta suma papeletas a la hora de desarrollar piedras en el riñón. De hecho, «se ha visto que personas con obesidad, hipertensión arterial, gota, diabetes mellitus, síndrome metabólico y osteoporosis tienen más probabilidades de tener cálculos renales. Por tanto, las dietas ricas en grasas saturadas, azúcares, sal, alimentos ricos en proteínas animales, así como dietas bajas en calcio y reducida ingesta hídrica favorecen la formación de cálculos renales», apunta Prohens. Y tampoco ayuda, según Ortiz, «el consumo excesivo de suplementos de vitamina C o D, ya que el organismo no es capaz de asimilar la sobredosis de estas y lo transforma en oxalatos».

Ante este escenario, «hay unos consejos básicos dietéticos que son comunes a cualquier tipo de piedra en el riñón, como beber abundante agua y restringir la ingesta de sodio y de sal», insiste Pita. Respecto al tipo de agua, «las carbonatadas podrían ser útiles en los casos de litiasis úrica o de cistina por su efecto alcalinizante, pero no existe evidencia demostrada que relacione la dureza del agua con la litiasis cálcica. En todo caso, se desaconsejan bebidas como la cerveza, y el té en grandes cantidades o refrescos», añade Prohens. En este sentido, Ortiz recuerda que «también es importante comprobar que se orina de forma abundante, entre dos y tres litros, más aún si se realiza deporte y aumenta la sudoración».

Aunque la mayoría de los cálculos renales tiene una composición cálcica, es un error reducir la ingesta de calcio. «Se ha confirmado que una persona que tiene cálculos de calcio no tiene que dejar de tomar lácteos porque no aumentan la formación de éstos. Y, por otra parte, hay un estudio reciente que valoró el efecto de las bebidas vegetales sustitutas de la leche en la formación de cálculos. En concreto, se encontró que la bebida vegetal de almendras tenía más riesgo que la de arroz o soja», explica Pita.