Pacientes

«Después del segundo infarto entendí que esto es de por vida»

Tomás Fajardo sufrió su primer infarto a los 48 años y el episodio se repitió nueve años después

Tomás Fajardo es el actual presidente de Cardioalianza, la asociación española de pacientes del corazón
Tomás Fajardo es el actual presidente de Cardioalianza, la asociación española de pacientes del corazónARCHIVOLA RAZÓN

Entre números, papeles, llamadas de teléfono, reuniones y prisas transcurría la vida de Tomás Fajardo, ejecutivo de una entidad financiera al que un infarto de miocardio le obligó a echar el freno en seco. Fue hace ahora 22 años, cuando apenas tenía 48. «Estaba en un momento dulce, volcado en mi trabajo y en mi familia y, aunque yo tenía antecedentes familiares, mi colesterol ya era alto y no me cuidaba mucho, el infarto llegó sin avisar», recuerda Tomás, quien actualmente preside Cardioalianza, la asociación española de pacientes del corazón.

Se estima que una de cada cuatro personas que sufre un infarto no sobrevive a las 24 horas. La vida le dio una segunda oportunidad a Tomás, algo que no había sucedido meses atrás con su hermano, que murió por un infarto, y años antes con su padre, también fallecido por un ataque coronario. «El mundo se te viene abajo, porque te sientes vulnerable, lo que me obligó a estar de baja laboral casi ocho meses. Eso me hizo ser consciente de los errores que había cometido e intenté cambiar algunas cosas. Dejé de fumar y en vez de comer fuera casi todos los días por motivos laborales, empecé a hacerlo en casa, controlando más la dieta», explica Tomás.

Sensación de falsa protección

Sin embargo, esa conciencia de preocupación por la salud cardiovascular poco a poco va diluyéndose. «Aunque bajé el ritmo laboral, volver a la rutina hizo que se desvaneciera esa vulnerabilidad que había sentido. De hecho, como tenía un seguimiento con mi cardiólogo y tomaba una medicación, la sensación que tenía era de estar más protegido que nunca», confiesa Tomás, quien cuenta su experiencia en La ventana del paciente, sección impulsada por Novartis.

Una sensación tan común como errónea, ya que, tal y como advierte el doctor José Luis Zamorano, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, «es común que los pacientes se sientan muy agradecidos por haber sobrevivido, pero no piensan en el riesgo real que existe de poder tener otro evento en el futuro, sobre todo durante el primer año».

La estadística también se cumplió para Tomás, aunque su segundo infartó llegó nueve años después del primero. «Fue un shock. En mi caso, cuando sentí los síntomas intenté autoengañarme, pensando que esto no me podía pasar a mí, que seguía mis revisiones y me tomaba la medicación religiosamente», recuerda. Por fortuna, Tomás volvió a salir indemne de aquel trance, pero esa nueva oportunidad que le regaló la vida fue la lección definitiva para saber que su vida debía cambiar. «Me invadió la sensación de culpabilidad, por mi familia, por mis hijos, por haber hecho las cosas mal... Yo pedía perdón, aunque lo cierto es que es una enfermedad que le puede pasar a cualquiera y tomé conciencia de lo que significa realmente este problema de salud, que es algo crónico y con lo que tienes que convivir de por vida», asegura Tomás, que por aquel entonces tenía 57 años y pronto se prejubiló, momento que aprovechó para volcarse en ayudar a otros enfermos.

«Hace falta concienciar, y mucho. Con mi primer infarto pasé 11 días hospitalizado y con el segundo apenas dos. Gracias a todos los protocolos y avances cada vez menos invasivos, ahora muchas más personas sobreviven a un ataque al corazón y salen del hospital muy recuperados, como si nada. Pero eso trae consigo el grave error de que se le quita importancia, porque se normaliza», lamenta Tomás. Y así lo confirma el doctor Zamorano, quien insiste en la necesidad de mejorar la adherencia a los programas de rehabilitación cardiaca.

Colesterol LDL, causa directa

La rehabilitación cardiaca es un programa basado en el control de los factores de riesgo. «Esto quiere decir que, además de la medicación, el paciente tiene que dejar de fumar si lo hacía, debe practicar ejercicio físico, mantener un peso adecuado, controlar su tensión arterial y no superar los niveles de colesterol LDL establecidos, ya que sabemos que ese colesterol LDL es un factor causal de la enfermedad coronaria porque está detrás de la aterosclerosis. Es un error pensar que se trata de un factor de riesgo más, pues actúa como ‘‘veneno’’. Por eso el colesterol LDL debe bajarse mucho y cuanto antes mejor», asegura el doctor Zamorano.

En concreto, según aconseja el cardiólogo, «los niveles de colesterol LDL deben reducirse al menos un 50% y deben ser inferiores a 55 mg/dL en pacientes de muy alto riesgo. Y esto no es para los primeros meses, sino que debe ser de por vida. La cardiopatía isquémica es un episodio agudo que se convierte en enfermedad crónica, por lo que implica un tratamiento continuo. Por suerte, cada vez hay más arsenal terapéutico para ello».

Y precisamente por ese carácter de cronicidad, Tomás reclama más ayuda psicológica para quienes sufren un infarto: «Te cambia la vida y hay que saber aceptarlo. Es ahí donde las asociaciones de pacientes cumplimos un rol esencial, porque ayuda mucho esa empatía de quien lo ha pasado».