Investigación

Expectación con una prometedora molécula para la diabetes

Llamada harmina, eleva hasta siete veces el número de células humanas productoras de insulina

Diabetes, la patología crónica más frecuente
Diabetes, la patología crónica más frecuenteAntonio CruzLa Razón

«Es un momento excitante en la investigación sobre regeneración de células productoras de insulina como terapia para la diabetes», Así de esperanzado se mostró Adolfo García Ocaña, jefe del Departamento de Endocrinología Molecular y Celular del Instituto de Investigación Beckman/City of Hope Medical Center (Duarte, California) en el 34º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), que tuvo lugar en Valencia.

Una pequeña molécula, llamada harmina, que es capaz de incrementar enormemente el número de células humanas productoras de insulina en vivo, en modelos de ratón con islotes humanos trasplantados. Si tenemos en cuenta que la diabetes se caracteriza por una deficiencia en el número de células productoras de insulina, «estos hallazgos pueden tener una gran importancia para el tratamiento futuro de la diabetes», según reconoce García Ocaña, cuyo grupo de investigación también ha observado que «esta molécula, en conjunción con un anticuerpo anti-CD3 (teplizumab, recientemente aprobado por la FDA), induce la remisión de la diabetes tipo 1 en ratones diabéticos».

Las promesas que ofrece esta línea de investigación han llamado la atención de la comunidad científica mundial, sobre todo por el futuro terapéutico que plantean. Tal y como admite el experto, «existe una gran expectación sobre nuestros resultados con respecto a harmina y otras moléculas de esta clase de inhibidores de la diana intracelular DYRK1A que, en conjunto, han mostrado una alta eficacia en aumentar el número de células productoras de insulina».

Combinada con teplizumab ha logrado inducir la remisión en ratones

Los resultados del grupo de investigación de García Ocaña (muchos de los cuales se han presentados en los últimos dos años en la Sociedad Americana de Diabetes y han sido enviados recientemente para su publicación en revistas de alto impacto), indican que el tratamiento durante tres meses con harmina, en combinación con activadores del receptor de GLP1 (como el exenatida, semaglutida, etc.), es capaz de aumentar siete veces la cantidad de células beta humanas en ratones trasplantados con islotes humanos. «Esto supone que una persona que sea diabética con un número limitado de células beta pancreáticas, podría multiplicar por siete ese número en tres meses de tratamiento. Eso es muy significativo», asegura.

De hecho, ya están muy avanzados y próximos a su finalización estudios clínicos en fase 1, que se están realizando en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York. El objetivo es determinar la dosis máxima tolerable. Cada vez estamos más cerca de que harmina u otro inhibidor de la diana intracelular DYRK1A sea una realidad terapéutica para tratar la diabetes.

«Aunque siempre hay que ser cauto hasta que un fármaco es aprobado para cualquier patología, estos son momentos muy apasionantes en la investigación sobre la regeneración de células beta pancreáticas para el tratamiento de la diabetes», recalca García Ocaña, quien asegura que «cada vez estamos más cerca de que esta investigación pueda dar lugar a una realidad terapéutica para el tratamiento de la diabetes».

Páncreas artificial

Respecto al futuro de la tecnología aplicada a esta enfermedad que se atisba en un horizonte cercano, Jorge Bondía, jefe de grupo del CiberDEM en la Universidad Politécnica de Valencia, reconoce que «ahora mismo los sistemas de páncreas artificial, aunque híbridos, son una realidad que está cambiando la gestión de la diabetes: no solo con un mejor control, sino también aliviando la carga de la toma de decisiones, lo cual implica una mejor calidad de vida».

Con todo, hay un importante margen de mejora. «El reto actual es cómo eliminar o reducir a su mínima expresión la intervención del paciente, es decir, cómo ganar aún más calidad de vida con estos sistemas», afirma este experto, quien apunta «varias líneas de trabajo prometedoras, como el desarrollo de métodos de detección automática de ingestas a partir del monitor continuo de glucosa o, incluso, el desarrollo de ‘‘wearables’’ para tal fin». También se está avanzando en sistemas multihormonales, administrando glucagón o pramlintida junto con la insulina e, incluso, con tratamientos concomitantes (como los iSGLT2). Según concluye Bondía, «se está avanzando sustancialmente en el desarrollo de sistemas de páncreas artificial totalmente automáticos, aunque esto supone un aumento de la complejidad técnica, dadas las limitaciones de la insulina subcutánea».