
Fertilidad
Un fármaco en investigación promete reducir los fracasos de la reproducción asistida
Desarrollado por científicos españoles, el medicamento mejora la implantación del embrión en el endometrio y recupera la función ovárica en mujeres con ovarios poliquísticos

El 12% de los nacimientos de España es ya mediante reproducción asistida, según el último Registro Nacional de Actividad de la Sociedad Española de Fertilidad. Así, en 2022 se llevaron a cabo 167.195 ciclos de fecundaciones in vitro (FIV) y 31.635 inseminaciones artificiales por las que nacieron 39.546 bebés.
Es decir, que aunque las tasas de éxito de estos tratamientos hayan mejorado respecto a los inicios, están lejos de garantizar a las parejas y mujeres que se someten a ellos que van a ser padres.
«Los problemas en la implantación del embrión son los responsables de más del 50% de los fracasos en los ciclos de FIV», explica Agnès Arbat, cofundadora y directora de Oxolifem, una start-up española que ha desarrollado el primer fármaco, Oxo001, que actúa sobre el endometrio mejorando la implantación embrionaria y aumentando la tasa de nacimientos.
Además, este medicamento en investigación también podría servir para otro perfil de pacientes: mujeres con el síndrome de los ovarios poliquísticos, ya que si bien pueden quedarse en estado se estima que un 75% tiene dificultades a la hora de lograr el embarazo de forma natural.
Arbat, apoyada por EIT Health, acaba de recibir el primer Premio Europeo a las Mujeres Innovadoras 2025, dotado con 100.000 euros, que otorga la Agencia Ejecutiva del Consejo Europeo de Innovación y de las Pymes y el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología.
Y no es para menos, porque ningún otro fármaco ha sido eficaz hasta la fecha y ya están en la fase III, la última antes de obtener la autorización para comercializarse, en el caso del medicamento para mejorar la implantación de los embriones y en fase II para pacientes con ovario poliquístico.
«El principal motivo de fallo de los tratamientos de FIV –continúa– es porque no se logra que el embrión se implante. Así, el 50% de pérdidas son por problemas de pre-implantación, y un 15% de post-implantación, siendo un total de 65% las pérdidas durante la implantación. Es decir, casi tres de cada cuatro transferencias de embriones falla. El resto son abortos clínicos (espontáneos) que suponen un 10% de los fracasos o en nacimientos (25%)».
Sin embargo, «toda la tecnología disponible está enfocada a estimular ovocitos». De hecho, existen fármacos con alta capacidad para que esto suceda y que suponen unos mil euros de desembolso.

Pero lo cierto es que cuando los embriones se ubican en el útero «en tres de cada cuatro casos la técnica fracasa y más del 50% de mujeres que están recibiendo tratamiento no logra tener un bebé o no lo está consiguiendo», precisa la cofundadora de Oxolifem junto al bioquímico Ignaci Canals.
Pues bien, el fármaco en investigación, «un medicamento oral no hormonal»,actúa directamente sobre el endometrio, «mejorando el nido para recibir al embrión» como le gusta decir a Arbat, «al incrementar la expresión de unas moléculas, lo que permite que el embrión pare de rodar, se adhiera y penetre en el endometrio y complete totalmente el proceso de implantación».
Los datos así lo demuestran. Así, según los resultados de la fase II, para el que contaron con 400 participantes, en el grupo que recibió la dosis más alta, de 300 mg, en comparación con el grupo placebo, el fármaco «incrementa la tasa de implantación en un 23,5% y esto es estadísticamente significativo en mujeres hasta 40 años. Después, de 40 a 45 años, el efecto sigue siendo elevado, pero no lleva a ser significativo», detalla.
Es decir, el fármaco «logra un 6,9% más de nacimientos que el grupo de participantes del brazo placebo o lo que es lo mismo un bebé nacido por cada 14 pacientes tratadas y eso es muchísimo», destaca.
Preguntada por los efectos secundarios, Arbat asegura que el fármaco fue muy bien tolerado: «No tenemos ningún efecto secundario grave. El efecto más frecuente fue dolor de cabeza que cedió con un tratamiento habitual. Además, ninguna dejó el tratamiento». En cuanto a los bebés, siguen su progreso hasta los seis meses, y «comprobamos que su desarrollo es equivalente a las participantes del brazo placebo».
Unos resultados prometedores por los que en breve comenzarán la fase III del ensayo con 1.600 mujeres participantes y cuyo objetivo es lograr «un 15% de implantación para conseguir un incremento de los nacidos del 5%», un porcentaje más bajo pero más realista al participar más mujeres.
Síndrome del ovario poliquístico
Respecto al síndrome del ovario poliquístico, una condición que, como recuerda Arbat, afecta a una de cada ocho mujeres, «hemos comprobado que el fármaco recupera la función ovárica y que tenemos una mayor tasa de nacidos vivos. Es decir, vemos que mejora la recuperación metabólica, endometrial y ovárica, y todo el embarazo en sí reduciendo las pérdidas de las implantaciones y logrando un incremento muy relevante del número de recién nacidos en modelos preclínicos».
El paso siguiente es confirmar esto mismo por primera vez en mujeres. Para ello, esperan poder poner en marcha el ensayo en fase II y contar con 160 participantes.
«Costará unos 15,5 millones de euros. Tenemos el apoyo de nuestros inversores actuales, como Inveready..., pero necesitamos que entren otras fuentes de financiación», reconoce Argat, a quien se le ocurrió la idea después de ver muchas amigas en procesos de reproducción asistida.
«Soy médico de formación y tenía claro que lo que quería era mejorar el área de fertilidad: la tecnología que teníamos y tenemos hoy. Trabajando en la industria farmacéutica conocí a Ignaci Canals, bioquímico que hizo sus tesis doctoral con este compuesto pero para la obesidad. El desarrollo falló y cuando coincidimos trabajando en el sector farmacéutico vimos que las pacientes con problemas de fertilidad podían responder a este tratamiento. Empezamos en 2011 con un modelo de ratón muy infértil que solo logra el 9% de embarazos. Tras tratarlos vimos que el 80% se embarazaba. Fue un dato bárbaro. Me emociono todavía cuando lo pienso. Nuestra hipótesis de trabajo se confirmaba y empezamos con el proceso para obtener la primera patente. En 2013 recibimos la autorización de patente y formamos Oxolife».
Precisamente una de esas amigas a las que se refiere Argat es Elsa Prats, abogada de 52 años con tres hijos concebidos mediante reproducción asistida. Elsa tiene ovarios poliquísticos y regla irregular desde siempre: «Me viene una y la siguiente no lo hace hasta dentro de tres años, luego dos... Las pastillas sirven para regular, pero es una falsa regla».
«Siempre he tenido muy claro que quería tener hijos -asegura-. Pues bien, un año después de casarme, me tuvieron que operar porque además tenía el útero septo, es decir, un tabique en medio del útero que me impedía quedarme embarazada, ya que ninguno de los dos lados bastaba para tener un bebé. En 2002 me operan y eliminan el tabique. Y en 2003 empecé con el tratamiento. Al principio con inseminación artificial. Lo hice seis veces, pero ninguna funcionó. No se implantó el embrión. Al año siguiente empecé con la FIV. Me someten al tratamiento de estimulación de ovocitos y me extraen 26, que es una barbaridad. Los congelaron y tras seleccionar e introducir tres embriones, eso ya no se hace, se quedó uno que ahora tiene 20 años».
Elsa tampoco fabrica bien el cordón umbilical, por lo que, tras un embarazo en reposo absoluto, a la semana 34 una de las arterias reventó. Por suerte, estaba con una amiga que la llevó al hospital que estaba al lado y allí pudieron salvarla a ella. La niña, Clara, estaba bien, prematura, pero bien.
Pese a todo ello, «no se me quitaron las ganas y a mi marido tampoco. Y al año siguiente, en 2006, empezó otra vez. Tenía congelados los embriones y me pusieron dos en febrero pero no funcionó y otros dos en mayo que tampoco. Así que decidimos relajaron y empezar de nuevo de cero en septiembre. Y funcionó como con la mayor. También me transfirieron dos embriones y esta vez se quedaron los dos: Blanca y Teo, que vinieron al mundo tras un embarazo en reposo porque, de nuevo, había a problemas con el cordón umbilical».

Pues Arbat es precisamente la madrina de Clara, y no es para menos, porque tanto Elsa como su marido no eran capaces y Agnes «me pinchó todas las veces que lo necesité, de 2002 hasta 2006, tres años. Es muy buena amiga, por suerte la tenía cerca y no viajaba ella entonces tanto». Espero que mis hijos no tengan ningún problema para concebir, pero llegado el caso ojalá cuenten con el fármaco de Oxolifem».
"Un esfuerzo tremendo que merece la pena"
Elsa sabe bien lo que es pasar por la reproducción asistida, un proceso que se puede llegar a hacer muy duro para muchas mujeres. No fue así su caso o al menos no lo recuerda así.
«Es un esfuerzo físico, económico y mental tremendo, pero merece la pena. De mi experiencia de hace 20 años puedo decir que antes no se hablaba de esto. Ibas a consulta y la gente abría el periódico para que no le vieran. Pues yo creo que es bueno compartirlo con los tuyos, porque si no sufres tu pequeño drama tú sola o con tu marido, aunque yo no lo viví así ni lo recuerdo así», afirma.
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