Premio Princesa de Asturias de Cooperación
Luis Pizarro: «Esperamos eliminar la enfermedad del sueño en 2030»
Se dedican a investigar en patologías en las que nadie más lo hace. Lo llevan en el nombre, y ese es el requisito de DNDi para elegir los proyectos en los que se implican desde hace dos décadas, un trabajo por el que acaban de recibir el Premio Princesa de Asturias de Cooperación
DNDi, siglas que en inglés significan Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, ha saltado a la luz pública por recibir el viernes el Premio Princesa de Asturias de Cooperación, pero fue creada hace 20 años por Médicos Sin Fronteras para desarrollar nuevos fármacos para pacientes desatendidos. Desde entonces, han descubierto y favorecido el acceso a nuevos tratamientos que han salvado millones de vidas. Pero, aún queda mucho por hacer, como reconoce el Dr. Luis Pizarro, su director ejecutivo, para quien el galardón es «una oportunidad para poder dar la palabra y un espacio a estas personas».
¿Cuáles son los hitos que destacarían en estos 20 años?
El primero fue en malaria, donde desarrollamos dos tratamientos a muy bajo precio y hoy día han sido distribuidos millones de medicamentos y salvado miles de vidas, lo que para nosotros es muy importante. Segundo ejemplo, la enfermedad del sueño, un parásito que transmite la mosca tse-tse, que si no lo tratas te lleva ineluctablemente hacia la muerte. Antiguamente el único tratamiento que existía estaba hecho a base de arsénico y mataba a una persona de cada 20 que lo tomaban. Y se inyectaba en vena... era terrible. Nosotros, junto a Sanofi, la Fundación Gates y los ministerios de salud fuimos poco a poco desarrollando un fármaco que hoy es una pastilla que se toma durante 10 días y te cura totalmente. Imagínate el cambio. Y esperamos muy pronto (tenemos muy buenos resultados ya), poder pasar a una pastilla un solo día y curar definitivamente a las personas. Gracias a esto esperamos eliminar la enfermedad del sueño totalmente en algunos años. Hemos trabajado también mucho en la leishmaniasis desarrollando igualmente nuevas modalidades terapéuticas que permiten tratar a los pacientes de manera mucho más simple. También en el mal de Chagas, y últimamente lo estamos haciendo en el dengue que, con el cambio climático, se está transformando en un problema de salud pública en Europa. Me faltó también citar la oncocercosis. Son en total 12 tratamientos que hemos desarrollado hasta hoy y esperamos que sean muchos más en los años que vienen.
Su foco de acción son las llamadas enfermedades desatendidas que, curiosamente, coinciden con las propias de países en desarrollo. ¿Cómo se podría convencer a políticos o farmacéuticas de actuar sobre ellas?
Más que las enfermedades son las personas las que están desatendidas. Nosotros tratamos de insistir en varias cosas: primera, que hoy tenemos absolutamente todas las herramientas científicas para poder combatir y eliminar estas enfermedades. No hay excusa científica para esto, y los gobiernos si se ponen de acuerdo e invierten recursos son capaces de cambiar esta situación. Segunda, es que pensamos que hay una necesidad no solo para estas personas, sino para el planeta. La covid nos mostró que no existe enfermedad infecciosa que se quede en un rincón sin venir a contagiar otros lugares del mundo. O la viruela del mono. No es solo por piedad que insistimos en que hay que hacer esta investigación y desarrollo, es porque es útil para todos y una manera de prevenir epidemias en el futuro. Y tercera, porque todos tenemos un rol social, un compromiso, y si finalmente sumamos las fuerzas de todos, vemos que somos más que la suma de cada uno. Hay esperanza de despertar esta conciencia, y esperar que la gente se dé cuenta de que no solo es necesario y es útil hacerlo, sino que encima es posible si nos ponemos todos juntos.
"Hemos desarrollado 12 medicamentos para patologías como leishmaniasis, malaria o chagas"
El cambio climático está favoreciendo la extensión de enfermedades que, hasta hace no mucho, no se veían en España o Europa. ¿Cree que este hecho podría «ayudar» a despertar el interés por patologías como el dengue?
Suena raro decir que va a ser una «suerte», nadie puede desear que esto ocurra y si evidentemente reaccionamos, somos capaces de ir controlando el cambio climático y en los países europeos hay campañas para prevenir la transmisión o ir bajando la prevalencia del mosquito tigre, etc., sería estupendo. Y eso es lo que hay que hacer. Lamentablemente vemos que la tendencia no va hacia allá, y como tú bien dices, la presión va a ir aumentando hacia estos lugares. Lo que me parece también interesante es ver que la Ciencia progresa con esto, es decir, que no solo es una manera de protegernos de enfermedades que van a llegar aquí a Europa, sino también que invertir en la investigación y desarrollo sobre estas patologías nos permite entender un montón de mecanismos, cómo funcionan los virus, los parásitos, cómo avanza la ciencia para otro tipo de enfermedades, y viceversa.
¿Cómo se financian?
Tenemos un presupuesto anual de 70 millones de euros. Eso es lo que gastamos para poder hacer todo lo que te conté. Alrededor de 90% de ese dinero va directamente a investigación, acción y la misión social de la organización. El resto a hacer funcionar todo. Dos tercios de ese dinero vienen de contribuciones públicas de los gobiernos de Alemania, Inglaterra, Suiza, Francia, Holanda, Noruega, la Unión Europea... son muchos. España contribuyó en el pasado, pero terminó, y esperamos que ahora vuelva, especialmente en Iberoamérica. Vamos a empezar firmando un acuerdo con la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid) y la idea es que sea una puerta abierta hacia una contribución del Gobierno español. El tercio privado proviene de fundaciones como la Gates o la Welcome.
¿Cuándo dejó España de hacerlo?
En 2012. De España, además de con la Aecid, es importante la colaboración que tenemos con los centros de investigación Carlos III en Madrid y el ISGlobal en Barcelona, que son socios científicos de muy alto nivel. También hay una muy buena relación con la Real Academia de Medicina, que fueron quienes nos propusieron para el Princesa Asturias. Y con Médicos sin Fronteras, que son fundadores de DNDi.
¿Cómo deciden las iniciativas en las que trabajar?
Muy buena pregunta. Primero, es súper importante insistir que todo el trabajo empieza con los pacientes y con los profesionales de la salud que trabajan con ellos. Es decir, tú puedes tener una idea brillante, pero si no responde a la necesidad de los pacientes tu idea no sirve para nada. Para nosotros lo primero es que no haya nadie o casi nadie investigando al respecto. Te doy un ejemplo: el VIH. No es una enfermedad desatendida. Todo el mundo está haciendo investigación en todos lados, ¿por qué DNDi se va a meter en eso? Porque en los países ricos, cuando una mamá tiene VIH, le dan la triterapia y ya no transmite el VIH a su hijo. Así que no nacen niños con el VIH en España, ni Europa, ni EE UU. Todos los niños infectados con el VIH, o casi todos, están en África. Y esos niños no interesan en términos financieros a nadie. Quiere decir que no se están haciendo remedios específicos para esos niños, no solo la molécula, sino la forma en que se da. Los niños a veces necesitan un jarabe o un medicamento que tenga buen gusto, porque si es muy amargo no se lo toman. Y por eso en DNDi lo que hicimos fue desarrollar una triterapia que viene en una cápsula con un polvito sabor fresa. Lo puedes echar en la leche, en el puré o en cualquier comida y ellos, que hasta ese entonces tenían unas pastillas grandes y había que cortarlas por la mitad, molerlas... ¡un desastre! Ahora con esto no solo se la pueden tomar fácilmente, ¡sino que encima les gusta! Ahí hay un tema de desatendida.
"Estamos explorando tratamientos para la rabia, la mordedura de serpiente y la esquistosomiasis"
Contaba que tienen un fármaco en fase avanzada de investigación contra la enfermedad del sueño. ¿Cuáles son los siguientes pasos?
Ya sabemos que la molécula funciona y que está todo bien. Ahora es ver cómo esta pastilla se puede producir de manera industrial y ser luego registrada en las agencias reguladoras. Una vez dado el visto bueno ahí Sanofi va a poder producirlo en mayor cantidad, la va a donar a la OMS y la OMS va a poder distribuirla a los países que tienen enfermedad del sueño. Pero no la podemos dar así, al tuntún y estamos viendo, con el resto de los socios que nos acompañan y los ministerios de salud, cómo tener la mejor la estrategia para hacer un test y, en el momento en que salga positivo, dar el tratamiento y se acabó. Porque si queremos eliminarla tenemos que ir a buscar a los pacientes donde están. Erradicar completamente la enfermedad sabiendo que afecta también a veces a los animales es complicado, así que con humildad, pero con ambición, si podemos contribuir a la eliminación y hacer que no se transmita más y no haya nuevos casos sería estupendo. A partir de 2025 esperamos que este nuevo tratamiento empiece a ser difundido en todos lados y si en el 2030 podemos empezar a ver los efectos de todo este trabajo sería maravilloso.
¿Qué planes de futuro tienen?
Hay tres enfermedades que estamos explorando: la rabia, de la que hay una vacuna, pero no tratamientos que sean eficaces. La mordedura de serpiente, que es súper importante en el mundo pues hay mucha gente que muere por ello y tenemos una pista de un tratamiento que permitiría retardar sus efectos al menos dos, tres días para que la gente pudiera llegar hasta un centro de salud y recibir el suero que los pueda curar. Eso lo estamos explorándolo muy bien. Y otro parásito, la esquistosomiasis, que está sobre todo en la orilla de los ríos, que se trata con un tratamiento de masas, que se da a mucha gente, pero en el fondo afecta a las mujeres y en especial en su aparato genital con consecuencias graves, y no existe un medicamento que sea realmente eficaz para esa forma de esquistosomiasis genital femenina, así que ahí también estamos viendo si podemos contribuir con un nuevo tratamiento. Después, nuestro objetivo que va más allá: lograr cambiar la manera en que la comunidad internacional funciona hoy hacia la mentalidad de que los resultados de la Ciencia son un bien común de la Humanidad y que todo conocimiento que vamos sacando de los trabajos de investigación, etc., tienen que ser compartidos con los científicos en todo el planeta para el bien de los pacientes. Ser capaces de hacer avanzar esta agenda y hacer de los resultados de la investigación un bien común de la Humanidad es también un bonito desafío.
Personas desatendidas
Las enfermedades olvidadas afectan a 1.600 millones de personas al año. Según la OMS, matan, desfiguran e incapacitan a millones de ellas y sumen a millones más en una pobreza más profunda. Pero los fármacos que podrían curarlos a menudo son anticuados, tóxicos, no están disponibles, son difíciles de administrar en áreas remotas y, a veces, no hay ninguno. Estas enfermedades –como la tripanosomiasis africana, contra la que DNDI lucha en República Democrática del Congo, de donde es la imagen– afectan a personas demasiado pobres para ser un mercado lucrativo.
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