Salud

Depresión y riesgo de infarto, una peligrosa pero olvidada relación

Un estudio sugiere que los adultos jóvenes con algún trastorno mental tienen un 58% más de probabilidades de sufrir este accidente cardiaco

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Padecer algún trastorno mental supone un 58% más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardioFreepik

La pandemia de la Covid-19 ha puesto en jaque la salud mental de muchas personas, especialmente de las más jóvenes. En España, la crisis sanitaria ha aumentado la tasa de suicidios y ha agravado los casos de depresión y ansiedad. Estos trastornos son cada vez más comunes entre los menores de 40 años y, una de sus caras más dañinas, es que dejan secuelas coronarias a largo plazo. De hecho, los adultos jóvenes que se sienten deprimidos o ansiosos tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

En concreto, las personas entre 20 y 39 años con trastornos mentales (más abajo especificaremos cuáles se contemplan) tienen una probabilidad hasta tres veces mayor de sufrir un infarto de miocardio o un ictus, que los que no los padecen. Son los contundentes resultados de un estudio realizado en más de 6,5 millones de individuos que se publica hoy en European Journal of Preventive Cardiology, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).

Por edad, la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno de la personalidad se asociaron a un mayor riesgo de infarto de miocardio en los participantes de 20 a 30 años. En esta franja, una de cada ocho personas que participaron en la investigación padecía algún tipo de enfermedad mental. "Los problemas psicológicos eran frecuentes en los adultos jóvenes y estaban estrechamente relacionados con la salud cardiovascular", afirma la autora del estudio, la profesora Eue-Keun Choi, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Seúl (República de Corea).

Esto podría cambiar la forma en la que se prescriben tratamientos para las personas jóvenes con estos trastornos. "Las conclusiones indican que estas personas deberían someterse a revisiones médicas periódicas y medicarse si procede para prevenir el infarto de miocardio y el ictus", explica la doctora.

¿Qué hizo el estudio para relacionar salud mental e infartos?

Para el estudio se utilizó la base de datos del Servicio Nacional de Seguros Sanitarios de Corea (NHIS), que abarca a toda la población del país asiático. Se incluyeron 6.557.727 individuos de entre 20 y 39 años que se sometieron a exámenes de salud entre 2009 y 2012 y no tenían antecedentes de infarto de miocardio o ictus. La edad media era de 31 años, y más de la mitad (58%) de los participantes tenían 30 años o más.

Unos 856.927 participantes (13,1%) padecían al menos un trastorno mental. Entre los que sufrían trastornos mentales, casi la mitad (47,9%) padecía ansiedad, más de uno de cada cinco (21,2%) depresión y uno de cada cinco (20,0%) insomnio.

Más de una cuarta parte (27,9%) de los participantes con problemas mentales padecía un trastorno somatomorfo (preocupación excesiva por los síntomas, hasta el punto de poder resultar inhabilitantes), mientras que el 2,7% sufría un trastorno por consumo de sustancias, el 1,3% un trastorno bipolar, el 0,9% esquizofrenia, el 0,9% un trastorno alimentario, el 0,7% un trastorno de la personalidad y el 0,4% un trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Los participantes fueron seguidos hasta diciembre de 2018 por infarto de miocardio de nueva aparición y accidente cerebrovascular. Durante una mediana de seguimiento de 7,6 años, hubo 16.133 infartos de miocardio y 10.509 accidentes cerebrovasculares.

Los autores analizaron la asociación entre los trastornos mentales y los resultados cardiovasculares después de ajustar por factores que podrían influir en las relaciones, incluida la edad, el sexo, la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el síndrome metabólico, la enfermedad renal crónica, el tabaquismo, el alcohol, la actividad física y los ingresos.

Así, quienes contaban con algún trastorno mental tenían un 58% más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio y un 42% más de riesgo de ictus que los que no padecían ningún trastorno mental. El riesgo de infarto de miocardio era elevado en todos los trastornos mentales estudiados, con una magnitud que oscilaba entre 1,49 y 3,13 veces.

Por trastornos: el peor es el estrés postraumático

El riesgo de infarto de miocardio era 3,13 veces mayor en los pacientes con TEPT, 2,61 veces mayor en los que padecían esquizofrenia, 2,47 veces mayor en los que sufrían trastorno por consumo de sustancias, 2,40 veces mayor en los que padecían trastorno bipolar y 1,49 a 3,13 veces mayor en los que no sufrían trastorno mental, 40 veces mayor en el trastorno bipolar, 2,29 veces mayor en el trastorno de la personalidad, 1,97 veces mayor en los trastornos alimentarios, 1,73 veces mayor en el insomnio, 1,72 veces mayor en la depresión, 1,53 veces mayor en la ansiedad y 1,49 veces mayor en el trastorno somatomorfo.

El riesgo de ictus fue elevado para todos los problemas de salud mental excepto el TEPT y los trastornos alimentarios, con cocientes de riesgo que oscilaron entre 1,25 y 3,06. Los cocientes de riesgo para cada afección fueron 3,06 para el trastorno de la personalidad, 2,95 para la esquizofrenia, 2,64 para el trastorno bipolar, 2,44 para el trastorno por consumo de sustancias, 1,60 para la depresión, 1,45 para el insomnio, 1,38 para la ansiedad y 1,25 para el trastorno somatomorfo.

Los autores también analizaron las asociaciones en función de la edad y el sexo. La depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno de la personalidad se asociaron a un mayor riesgo de infarto de miocardio en los participantes de 20 a 30 años. Además, la depresión y el insomnio se relacionaron con mayores riesgos de infarto de miocardio e ictus en las mujeres que en los hombres.

Otro coautor del estudio, el doctor Chan Soon Park, del Hospital de la Universidad Nacional de Seúl (República de Corea), señala que "se sabe que los pacientes con problemas de salud mental tienen una esperanza de vida más corta que la población general, y que la mayoría de las muertes se deben a enfermedades físicas".

"Nuestro estudio demuestra que un número considerable de adultos jóvenes tiene al menos un problema de salud mental, lo que puede predisponerlos a sufrir infartos de miocardio e ictus -prosigue-. Futuras investigaciones deberían examinar los beneficios cardiovasculares de controlar los problemas psicológicos y vigilar la salud cardiaca en este grupo vulnerable".