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En prevención ante la muerte

Hay un final para todos, muchas veces inesperado, como si no quisiera llegar y nos invitara a darle un portazo en las narices. En España sufrimos 30.000 muertes súbitas al año, pero estamos decididos a ponérselo difícil

cardiopatia
portazo a la muerteJosé Maluenda

Las estadísticas reflejan que tenemos un largo trecho por recorrer en dotarnos de medios para intentar revertir episodios de paradas cardiacas repentinas. Cuando nuestro motor se detiene y se nos escapa la vida, la posibilidad de sobrevivir es baja si se produce en la calle. Esto no es una incidencia exclusiva de los españoles. En ninguna parte del mundo conocido existen pociones ni varitas mágicas ni seres con influjos extraordinarios capaces de resucitar a la persona y apartarla del óbito. Sin conocimientos, formación y medios para mejorar las expectativas, que las probabilidades mejoren y que las oportunidades no se limiten a cero.

En estos momentos, la posibilidad de superar un suceso así es de entre un cinco y un diez por ciento en España, pero, para hacerse una idea, en las naciones nórdicas ese porcentaje llega al 30%, que en vidas humanas es un diferencial notable. El secreto es que no lo hay, sencillamente están comprometidos desde hace tiempo en la enseñanza y el aprendizaje de las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).

En buena parte de los países de nuestro entorno esta formación se encuentra extendida. Más del 25% de la población es capaz de practicarla en esos primeros instantes críticos. En España apenas el 10% seríamos capaces de aplicar una RCP en condiciones y con alguna garantía de éxito.

Para entender la trascendencia de esa inmediatez en la respuesta sirva el dato de que por cada minuto que pasa sin latido la probabilidad de supervivencia disminuye un 10%, es decir, que al cabo de diez minutos las opciones son casi nulas. Pero sería injusto y además falso no reconocer que nuestro país ha progresado en este ámbito de forma nada desdeñable a partir de un evidente cambio de mentalidad que se ha plasmado en el desarrollo de normativas específicas en diferentes comunidades. La consecuencia más visible es que los espacios cardio protegidos en lugares públicos y privados, es decir la presencia de desfibriladores y personal formado, imprescindibles para salvar vidas, han aumentado un 25% en cinco años, nuestro máximo histórico. Pese a todo, debemos perseverar. Hay muchas vidas en juego.