Coronavirus

Perros

Más de 30 perros están “escondidos” para salvarlos de la violencia machista en el confinamiento

Cada día del estado de alarma dos mujeres piden protección para sus animales tras huir de su casa por agresiones de su pareja

El nuevo centro de recogida de animales de la Diputación de Huesca podrá acoger hasta 70 perros
J.BLASCO29/01/2020larazonJ.BLASCO

En lo que va de confinamiento la Dirección de los Derechos de los Animales, DGDA, ha escondido en casas de acogida a medio centenar de animales, el doble de perros que de gatos, de mujeres víctimas de violencia de género que se han visto obligadas a huir de sus domicilios. Cada día, dos de estas mujeres piden protección para sus mascotas, según indica a LA RAZÓN, Sergio García, director general de este organismo.

El confinamiento agrava la situación de estas víctimas que se ven obligadas a convivir con su agresor las 24 horas del día. Aunque la situación de violencia física o psíquica puede llegar a ser insostenible, muchas mujeres aguantan por miedo a qué pasará con sus hijos o con sus mascotas, de las que no permite la entrada en la mayoría de servicios de acogida y emergencia..

Por este motivo, la DGDA, en colaboración con VioPet y el Ministerio de Igualdad han puesto en marcha una red de casas de acogida para albergar a los perros y gatos de las víctimas. El 30 por ciento de estas mujeres tiene mascota, y cuando se ve obligada a salir corriendo de su casa no duda en llevarse a su perro con ella. “Muchas veces te encuentras que la propia víctima está en la comisaría de Policía denunciando con el animal al lado, tenemos que actuar con urgencia”, matiza García.

Durante las tres semanas que está en marcha este programa, gratuito para las víctimas, la DGDA ha gestionado la ubicación de medio centenar de animales, dos tercios de ellos perros, en alguna de sus 500 casas de acogida con las que cuenta por todo el territorio nacional.

El índice de respuesta es del 100 por cien, y ninguna petición se ha quedado sin solucionar. Gestionan la recogida del animal, la acogida en algún hogar de su red, y el seguimiento del mismo hasta que la víctima encuentra una solución habitacional.

Mientras tanto, los perros permanecen “escondidos” en su hogar transitorio, y el anonimato de su ubicación se lleva hasta el extremo de que ni la propia víctima lo conoce.

“La víctima no puede saber dónde está la casa de acogida y viceversa. Mantenemos un protocolo de seguridad, los maltratadores pueden querer seguir o perseguir a las víctimas y sus animales pueden ser un recurso para intentar amenazar. Mantenemos esa discreción, un protocolo de anonimato muy estricto”.

Cuando en medio de un caso de violencia machista hay un perro, el 016 se pone en contacto con este servicio de la DGDA para que se haga la recogida, “también nos lo puede derivar algún recurso particular o alguna asociación que se encargue de mujeres víctimas, o directamente las propias mujeres”, indica el director general.

Para que este programa se ponga en marcha es imprescindible que la mujer abandone su casa. “Nosotros establecemos un protocolo en el que la mujer tiene que salir de la casa, lo que hacemos es una acogida de los animales de mujeres que dejan ese domicilio”.

Una parte fundamental de este servicio, además de contar una amplia red de casas de acogida testadas, es la rapidez en resolver la situación.

“Cuando surge un caso lo tratamos de la manera más rápida posible, tenemos una media de resolución entre tres y cuatro horas de cada caso. Una vez que acaba el proceso de denuncia, la víctima va automáticamente a su casa de acogida, con lo cual tenemos que gestionarlo de la manera más rápido posible para que en ese impás ya exista una solución para ese animal”.

Los perros escondidos en alguno de estos 500 espacios seguros pasan un periodo desigual en su alojamiento temporal, desde dos o tres días hasta dos o tres meses como máximo.

“Luego retornan con la mujer cuando ya tiene una solución habitacional. En algunos casos se ha resuelto en cuestión de días porque la víctima a lo mejor tiene una red familiar y una vez que se ha hecho todo el trámite de la denuncia, se ha abierto diligencias, se ha detenido al agresor, la persona en lugar de ir a un recurso habitacional va a una casa de un familiar y reclama a su mascota. Nosotros se lo hacemos llegar a la que va a ser su vivienda habitual”.

Pero no todos los animales acaban en una de estas familias previamente seleccionadas. Algunos, por sus propias características, van a protectoras. “Algunos animales presentan niveles de conflictividad por los que no pueden acceder a una casa de acogida de una familia al uso. Ahí establecemos un mecanismo que tenemos con protectoras de toda España y ellas no ayudan a acoger a estos animales y les hacen un servicio de etología y de comportamiento para intentar mejorar un poco su conducta”.

También las mascotas que desde un punto de vista sanitario no están debidamente tratadas ingresan en protectoras, donde pasan una cuarentena antes de ir a una casa de acogida.

Para el traslado de estos perros y gatos, el programa cuenta con la ayuda desinteresada de “Taxiguau”, un servicio de taxi que puede transportar animales y que tiene una red repartida por diferentes ciudades de la geografía española. “Además sin aviso previo, ellos automáticamente se movilizan y nos ayudan mucho enseguida, desde Madrid derivan el servicio a cada provincia, aunque son empresas con otros nombres, Taxiguau lo coordina un poco todo”.

Durante el confinamiento se han incrementado las denuncias por violencia de género hasta en un 60 por ciento, según los datos facilitados por el teléfono 016 de ayuda a las víctimas. En cuanto a las peticiones de ayuda para las mascotas ha aumentado en las zonas rurales, lugares donde suele existir mucha más densidad de animales en viviendas.

“Por ejemplo, no es que existan más casos de violencia en Galicia, pero hay más incidencia porque es mucho más factible que en determinadas zonas existan muchos más animales dentro de las casas, y además no suele ser solo un animal. Ayer se dio un caso de cuatro perros y un gato en la misma casa”, relata Sergio García.

El balance de estas tres semanas es altamente positivo. Aunque todavía no hay un recuento oficial de los animales acogidos se calcula que superan el medio centenar, entre los que hay el doble de perros que de gatos. Media docena de canes han conseguido volver ya con su dueña, sobre de los casos que se han solucionado de mujeres que han ido a casa de algún familiar. “Ya hemos cerrado el círculo en algunos casos, pero es poco tiempo aún para que las mujeres tengan ya una solución habitacional”, matizan.

¿Cómo puedo ser casa de acogida?

La red actual cuenta con medio millar de lugares donde poder llevar a estos animales, pero “debido al aumento de casos de violencia machista con animales de compañía, nunca son suficientes”.

El primer paso es descargase un formulario de contacto en la página oficial de DGDA o en sus perfiles de las diferentes sociales, rellenarlo y enviarlo.

Después se hace en una llamada una pequeña entrevista, para delimitar cuál es la característica de cada casa, así le podemos asignar uno u otro caso. Una entrevista para ver su grado de implicación, su capacidad económica también, porque muchas veces tenemos que solventar situaciones de emergencia veterinaria”, indica Sergio.

Nosotros nos hacemos cargo de las emergencias veterinarias, pero las casas de acogida corren con la alimentación. Tras la entrevista, en la que nos ayuda un equipo de psicólogos, la incluimos en la red para tener la casa preparada para cuando surge un caso”.

No es necesario tener algún animal en casa, aunque la experiencia sí es aconsejable. De momento entorno a un 10-15% de las casas de acogida tienen animales.

“La casa de acogida es una casa estándar normal, con una familia, que se hace cargo de los animales, algunas pueden tener ya animales, conocen perfectamente como y pueden gestionarlo con toda la facilidad del mundo”, concluye García.

Twitter de la Dirección General de los Derechos de los Animales en el que anuncian la creacción de la red de los espacios seguros para los perros de víctimas de violencia de género