Inmunidad

La vacunación contra la Covid-19 necesita 15.000 enfermeros más

Asociaciones y sindicatos profesionales alertan del posible colapso en los centros de vacunación por la falta de sanitarios

Trabajadores transportan cajas con la vacuna de Moderna en un puesto de distribución de McKesson (EE UU)
Trabajadores transportan cajas con la vacuna de Moderna en un puesto de distribución de McKesson (EE UU)PAUL SANCYA / POOLEFE

Aunque el Ministerio de Sanidad ha sido poco claro en su Protocolo de Vacunación para explicar dónde se vacunarán los españoles –«a medida que se disponga de información sobre la disponibilidad de vacunas será necesario actualizar los procesos y establecer dónde, quién y cómo se realizará la vacunación», señala el texto oficial –, los centros de atención primaria se convertirán en el núcleo principal para la campaña que empieza el próximo domingo. Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería, avisa de los problemas que acechan al programa de vacunación: «Hacen falta 15.000 enfermeros más». En esa misma cifra coincide el presidente del sindicato de enfermería (Satse), Manuel Cascos.

Sin embargo, no son tan optimistas como el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Cuando explicó en rueda de prensa esta estrategia afirmó que el sistema público de salud está preparado para ello: «Está acostumbrado a vacunar a 10 millones de personas contra la gripe y este año hemos vacunado a 14 millones en ocho semanas».

El Real Decreto de Prescripción de Enfermería establece que no hará falta un protocolo específico para que los enfermeros puedan vacunar al enmarcarse dentro de una campaña de vacunación especial por la enfermedad que es la covid. Pero no hay profesionales para atender una campaña que comienza inmersa en otra ya iniciada, como es la de la gripe. Los enfermeros resaltan que la vacunación antiCovid muestra características logísticas complejas en relación a la gripe.

Por ejemplo, la necesidad de crear circuitos especiales dentro de los centros de vacunación para que no se mezclen con el resto de pacientes. Eso conlleva un aumento en las necesidades de personal. Se añade que las vacunas necesitarán no una dosis como la gripe, sino dos tomas, la de Pfizer/Biontech con 21 días de diferencia y 28 la de Moderna, que se espera que sea aprobada por la Agencia Europea del Medicamento el próximo 6 de enero.

El déficit de profesionales de enfermería viene de lejos. Pérez Raya se refiere a una «situación dantesca, cuyo origen es la falta de planificación que llevamos arrastrando muchos años. Ahora tenemos un serio problema». Nuestro país presenta una media de 602 profesionales por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea asciende a 852. «La falta de enfermeros constituye una seria amenaza para el sistema sanitario», y más ahora en tiempos de vacunación por la pandemia.

Otros problemas para la sanidad agravan la situación. En nuestro país un total de 11,3 millones de personas son mayores de 64 años de edad, un porcentaje que sigue aumentando cada año, porque somos el país con mayor esperanza de vida después de Japón. Y a este envejecimiento progresivo de nuestra población se suma el de la cronicidad: el 70% de los mayores de 65 años presenta, al menos, una enfermedad crónica. «Entre estos colectivos proliferan los pacientes con una media de cuatro patologías», explica Pérez Raya. En estos momentos urge que los decretos autonómicos que regulan la presencia de enfermeros en las residencias de mayores sean revisados y actualizados, teniendo en cuenta la importancia de desarrollar una adecuada atención y cuidados de enfermería, así como reconocer el valor que los enfermeros aportan en la coordinación sociosanitaria», concluye el presidente del Consejo General de Enfermería.

La situación era crítica antes de la pandemia pero ahora es terminal. En Cataluña, donde peor. Laura Ordobás, enfermera del sindicato Satse en el Hospital del Mar de Barcelona, destaca lo «quemado» que se encuentra el personal de enfermería, con ganas de irse fuera de España, donde las condiciones laborales son mucho mejores. «Durante la primera ola hubo mucha contratación temporal pero ahora no encuentran a nadie», lamenta Ordobás. «Hay unos 40 pacientes por planta a repartir entre tres enfermeras, con lo que tenemos que ocuparnos de entre 12 y 14 pacientes al día, cuando esta cifra no debería pasar de 9», explica la delegada. Este ratio sólo se cumple en las plantas destinadas a pacientes de Covid-19, donde Ordobás puntualiza que «debería ser menor», debido a las medidas de prevención requeridas, así como el riesgo y el estrés que supone su atención.

Con ser muy preocupante, lo peor de la situación es que el riesgo de mortalidad en pacientes con complicaciones aumenta un 7% por cada paciente adicional que tiene que cuidar un enfermero o, también, que el incremento de un trabajador a tiempo completo puede reducir, por ejemplo, un 9% la probabilidad del paciente de morir en la UCI.

En toda España en general, los problemas radican en cuestiones como que los hospitales se hacen la competencia para captar enfermeros de otros centros; hay diferencias entre las comunidades autónomas al ofrecer mejores condiciones laborales en las horas extra o las guardias, con contratos laborales más largos para tentar a los profesionales a mudarse de unas regiones a otras, aunque sea por unos meses. Esta situación, que ya se vio en los meses de marzo y abril, está volviendo a repetirse ahora.

Necesidad de especialización

No sólo hay déficit en número, también en especialización. La enfermería ha reclamado al Ministerio de Sanidad abordar la falta de personal en ámbitos de atención compleja como los cuidados críticos y las urgencias. «Hay una importante demanda profesional de nuevas especialidades de enfermería que recojan ámbitos de actuación con competencias enfermeras complejas y que den solución a las necesidades reales de los pacientes y del sistema sanitario», afirma Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería.

Por ejemplo, la especialidad de Enfermería en Cuidados Médico-Quirúrgicos lleva 15 años sin desarrollo, dejando en un limbo la formación de miles de profesionales que necesitan unas competencias específicas para llevar a cabo su trabajo diario.