Salud

Cinco consejos para evitar los temidos “cortes de digestión”

La frase repetida por miles de madres no tiene base científica pero sí una justificación que nos protege de un posible problema de salud

El nombre científico del corte de digestión es hidrocución.
El nombre científico del corte de digestión es hidrocución.Frédéric Cirou©GTRESONLINE

“No te puede bañar todavía porque tienes que hacer la digestión. Hay esperar dos horas”. Esta es una de las frases más repetidas por nuestras madres a lo largo de toda nuestra infancia. Pero las ganas de darse un chapuzón para mitigar el calor del verano hacía que los niños insistiéramos: ¿Y si me meto nada más comer antes de empezar a hacer la digestión? En ocasiones, había suerte y nos dejaban pero con una advertencia: “Mójate las muñecas, el cuello y la tripa y métete poco a poco”. Todas estas precauciones iban encaminadas a evitar un corte de digestión, que podía provocar un ahogamiento. Pero, qué hay de cierto en esto? La sabiduría popular siempre tiene razones de peso, pero una vez más, la razón para dejar pasar dos o tres horas después de comer no es el conocido como corte de digestión.

La explicación científica va mucho más allá. La razón por la que no debemos meternos en el agua nada más comer es el conocido como síncope de hidrocución o de inmersión, una reacción del cuerpo producida por un brusco cambio de temperatura. Las madres tenían cierta razón. Después de una comida, más si ha sido copiosa, la mayoría de la sangre va hacía el estómago por lo que el síncope tiene algo que ver. El mojarse varias zonas corporales no evita el “corte de digestión” pero sí ayuda a acostumbrar al cuerpo a la temperatura del agua.

Entonces, ¿en qué consiste el síncope de hidrocución? Es una reacción del cuerpo que afecta a las funciones vitales como el pulso y la respiración producido por un brusco cambio de temperatura y que termina en una parada cardiorrespiratoria. Si esto ocurre dentro del agua, el ahogamiento se produce en segundos porque la persona afectada queda inconsciente. En primer lugar, se produce una bajada brusca de la tensión arterial, lo que puede provocar mareos, malestar general, náuseas, debilidad y pérdida del conocimiento. En los casos más extremos puede llegar a provocar una parada cardiorrespiratoria.

La causa más habitual de la hidrocución no es haber hecho una comida copiosa. En realidad, afecta más a las personas que han estado tomando el sol durante un tiempo prolongado o han hecho deporte antes de meterse en el agua si adecuar la temperatura del cuerpo. El calor y el deporte elevan la temperatura corporal y si el agua está a menos de 27 grados es más probable que se pueda sufrir un síncope de hidrocución, o como diría cualquier madre, un “corte de digestión”. Cuanto más fría esté el agua y más temperatura tenga el cuerpo, más probabilidades hay de que se produzca esta situación.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios, hay cinco sencillas medidas para evitarlo. En primer lugar, hay que esquivar la combinación de tres factores: agua muy fría + cuerpo caliente + entrada de golpe en el agua. Además, hay que tratar de evitar zambullidas bruscas después de la comida, de hacer ejercicio intenso o de haber estado expuesto al sol durante un tiempo prolongado. En este caso, lo aconsejable es meterse en el agua de forma gradual o mojarse algunas partes del cuerpo para acostumbrarse a la temperatura y evitar el contraste, y tratar de no prolongar el baño durante más de 15 minutos. En tercer lugar, es recomendable no hacer ejercicio intenso en las horas centrales del día, las de más calor y hacerlo siempre en zonas vigiladas.

En el caso de que haga mucho calor, tratar de evitar las comidas copiosas y decantarse por menús más ligeros y saludables. Finalmente, hay que tener cuidado con el alcohol y con los tratamientos farmacológicos. Un ingesta excesiva siempre es un riesgo, pero mucho más si después tienes pensado bañarte en el mar o en la piscina.

¿Cómo actuar si sufrimos un síncope por inmersión?

En el caso de que nos metamos en el agua y empecemos a encontrarnos más, salir inmediatamente del agua. Es aconsejable bañarse siempre acompañado, sin alejarse mucho de la orilla en el caso del mar. Algunos de los síntomas que deben alertarnos son la sensación de frío, náuseas, zumbido de oídos o cansancio repentino. Pero también pueden aparecer otros síntomas como picor, sensación de calor en el estómago y los muslos , temblores e incluso dolor de cabeza. En esta situación, si no puedes llegar a la orilla o a la escalera de la piscina pedir ayuda inmediatamente.

Una vez fuera del agua, se debe permanecer en reposo durante un rato. Aunque en ese momento tengamos la tensión baja, es recomendable tumbarse con las piernas en alto, para que el flujo sanguíneo siga llegando al cerebro y taparse con una toalla o con algo de abrigo. SI la situación no mejora, avisar al socorrista o a algún familiar o conocido para que llame al 112.