Participantes de diferentes edades en uno de los solicitados cursos

De Filomena al apagón: el gran filón de los cursos de supervivencia

La demanda de formación para sobrevivir a situaciones extremas naturales y urbanas se dispara un 200%. «No para de sonar el teléfono para apuntarse, es una locura», dice el director de una de las escuelas más solicitadas

Ignacio Ortega asegura que si le deja a usted en medio de la noche en una isla desierta sin más pertenencias que un bañador, será capaz de orientarse, sobrevivir a la tempestad, el frío y las fieras para salir victorioso de lo que en principio podría suponer el fin fatal del protagonista. Eso sí, para conseguirlo habrá que formarse en técnicas de supervivencia durante varios días en algunos de los cursos que ahora proliferan por todo el país. Ortega es uno de los instructores más populares de España. Los preparacionistas están de moda. Antes vistos como frikis apocalípticos, ahora, gran parte de la población ha posado sus ojos en ellos para recibir formación ante los numerosos eventos disruptivos que hemos sufrido en los últimos años.

El objetivo de estas clases que pueden durar desde un día hasta un fin de semana largo o todo un año, es formar a la persona en técnicas de supervivencia. De algo básico como potabilizar agua o hacer fuego, hasta la elaboración de trampas para cazar, creación e refugios con materiales naturales o interpretación astral para la orientación. Es más, para ser convertirse en un potencial «survival» no es necesario quedar aislado en medio de la naturaleza sino que ahora, el ambiente urbano también supone un reto para los «preppers», como se denomina a las personas que se preparan para cualquier tipo de desastre.

Uno de los cursos de supervivencia organizado por Ortega
Uno de los cursos de supervivencia organizado por OrtegaLa Razón

De hecho, por ejemplo, Ortega ya diseña un curso especial para urbanitas preocupados por el apagón energético y la posible repetición de Filomena. «Es una locura la cantidad de solicitudes que hemos recibido en el último año. Mi teléfono no para de sonar. Llama muchísima gente para apuntarse, la demanda de estos cursos ha crecido un 200%», explica Ortega, de 60 años.

Él lleva dos décadas formándose en esta materia y, pese a que la sede de su centro de estudios, la Escuela Española de Supervivencia, se encuentra en Granada, viaja por toda España aleccionando a amateurs. «Esto es supervivencia real, no lo que se ve en algunos programas de televisión. Yo tengo formación militar, fui legionario y durante mi vida me he preparado en diferentes áreas como la espeleología, geología y astronomía de posición», detalla. En sus cursos se enseña a hacer croquis topográficos para calcular distancias y elevaciones, trincheras, tunear mochilas convertibles en sacos de dormir, fabricación de relojes de sol y muchas otras técnicas.

Dice tener todos los seguros de responsabilidad civil «aunque nunca he tenido que usarlo, tan solo en alguna ocasión alguien se ha dado un golpe y ha habido que escayolarle». «La gente tiene miedo por los sucesos que nos azotan, sobre todo en las ciudades, por eso también enseñamos a cómo generar energía alternativa en casa y a sobrevivir sin luz ni agua en caso de catástrofe nacional. La pandemia de la covid nos dio un empujón y la gran nevada o el posible apagón lo ha reforzado. He notado que el perfil de las personas que solicitan estos cursos ya no son solo aventureros de naturaleza, sino hombres, mujeres y menores de la ciudad que están preocupados», reconoce Ortega.

De “frikis” a “ídolos”

Juan José, de 51 años, es uno de los que llevan años realizando este tipo de formaciones: «Ahora estamos más concienciados de las cosas negativas que nos pueden ocurrir. Los que llevamos tiempo en esto solíamos ser marginados sociales, se nos miraba como si fuéramos raros, ahora somos la cabeza visible de la fiesta».

De hecho, él también ha inculcado esta «afición» a sus dos hijas: «En mi casa hay planificadas tres rutas de salida en caso de catástrofe así como tres puntos de reunión. Antes no sabía, por ejemplo, cómo influía la gravedad a la hora de buscar agua, ni a purificarla con permanganato potásico. En la actualidad siempre lo llevo conmigo». Para Juan José, la formación en supervivencia urbana es también fundamental: «Hay que tener un esquema básico del barrio para saber dónde y cuándo acudir en caso de emergencia. Es fundamental tener pilas y baterías externas para móviles y linternas».

Y aunque a algún lector pueda parecerle exagerada toda esta preparación, lo cierto es que en muchas escuelas ya ha lista de espera. En la de Ortega ha aumentado el número de monitores para afrontar la enorme demanda. Hasta ahora ya ha formado a más de 2.000 personas y los cursos online se han saturado: «Hay mucho miedo en la sociedad y hay que tratar de reducir el estrés que están causando los eventos que hemos vivido en los últimos tiempos. Eso sí, los verdaderos ‘’preppers’' siguen siendo desconocidos para la sociedad, son como hormiguitas. No quieren ser reconocidos porque si no, en el caso de una gran catástrofe todos los vecinos buscarían su refugio». Si tienen curiosidad por esta tendencia «survivalista», saquen de la cartera unos 300 euros que es lo que suelen costar los cursos para principiantes.