Sondeo

“Generación de cristal”: una etiqueta que no gusta a los jóvenes

El 66% de los encuestados opina que es un término que se utiliza injustamente para criticarlos

Varios jóvenes hacen «botellón» en las pasadas fiestas de La Paloma, de Madrid
Varios jóvenes hacen «botellón» en las pasadas fiestas de La Paloma, de MadridDavid JarLa Razon

En los últimos años hemos escuchado términos como generación X o generación de cristal para aludir a las diferentes taxonomías generacionales. Este último fue acuñado en 2021. El nombre se le ocurrió a la filósofa Montserrat Nebrera como una metáfora para describir la fragilidad emocional de los adolescentes y jóvenes de hoy día. Según la autora, describe a personas que habrían sido protegidas en exceso por sus familiares y, en consecuencia, serían «más frágiles, inestables o inseguras», con muy poca tolerancia hacia la crítica, hacia el rechazo y hacia la frustración. Sin embargo, la aparente fragilidad de esta generación nacida después del año 2000 ha sido interpretada por otros como una fortaleza que les permite ser más sensibles hacia los problemas sociales y aquellos relacionados con la salud mental y emocional. Es decir, define a una generación que no se conforma con seguir los parámetros establecidos y que no tiene miedo a hablar ante las injusticias. Pero ¿qué opinan los propios jóvenes sobre las connotaciones de esta etiqueta?

Según los principales resultados de un sondeo realizado por la Fundación SM entre chicos y chicas de entre 14 y 29 años de España y varios países de Iberoamérica (como Chile, México y Brasil) sobre temas de actualidad, el 66% de los encuestados opina que «es un término que se utiliza injustamente para criticarlos».

El estudio arroja que la mitad de los jóvenes piensa que es un término adecuado para explicar su postura crítica ante las injusticias del mundo y aplicable al conjunto de la sociedad. De esta opinión es Julia López, estudiante de 22 años. «No somos precisamente una generación frágil o débil. Hemos superado muchos obstáculos. De hecho, nos hemos atrevido a cuestionar lo que durante años ha sido incuestionable. Además, hemos conseguido expresar nuestros afectos de forma más abierta que lo que en su juventud pudieron hacer nuestros padres, pues se les consideraba débiles por demostrar sus sentimientos o vulnerabilidades y fueron criados de forma más estricta. Hacer prevalecer las emociones no es un signo de debilidad sino de avance y fortaleza», comenta. Los atributos unidos a este término que más los identifican a sí mismos y a su generación son el reconocimiento de la importancia de la salud mental, la sensibilidad hacia los problemas sociales, la baja autoestima y la defensa de la diversidad.

El estudio «Generación de Cristal. Más allá de la etiqueta», de la Fundación SM, a través del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica, desvela que el 62% de los jóvenes opina que las generaciones anteriores tuvieron más facilidades para progresar socialmente que los jóvenes de ahora, percepción que se incrementa a partir de los 21 años.

El 74% de los jóvenes afirma que los adultos les acusan de falta de esfuerzo en los estudios, en el trabajo o en la vida en general. Y el 58% de los encuestados afirman que se sienten con el derecho de criticarlos por el mero hecho de ser jóvenes, pero no al revés. Tres de cada cuatro consideran que no toleran que critiquen su forma de pensar. Tres de cada cinco jóvenes afirman haber sufrido emocionalmente por haber recibido comentarios sobre su aspecto físico, forma de ser o de pensar. Sin embargo, opinan que vivimos en una sociedad demasiado sensible donde la gente se molesta «por cualquier cosa».

Incertidumbre y frustración

En el actual contexto, el 65% de los jóvenes afirma haber aprendido a vivir con la incertidumbre de no saber a qué se va a dedicar en el futuro y la mitad sentirse frustrado por no llevar la vida que quiere, un sentimiento que está más presente entre los mayores de 21 años. El temor a no cumplir las expectativas de su familia o amigos representa un 56%.

El 75% de los y las jóvenes opina que las crisis económicas, sanitarias y sociales dificultan más las posibilidades de elección de los jóvenes que de las de generaciones más adultas, sentimiento que está especialmente presente entre los mayores de 21 años.