Huelga médicos

Tomás Cobo Castro: «La sanidad pública necesita una profunda reforma para sobrevivir»

Los médicos están en pie de guerra en la mayoría del país y «su hartazgo no es espontáneo ni gratuito», defiende

Tomas Cobo Castro, Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Medicos
Tomas Cobo Castro, Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de MedicosDavid JarLa Razon

Las movilizaciones de médicos que se están produciendo, de manera simultánea en todo el país eran algo esperado. Sus demandas no resultan aplazables y, muchas de ellas, son incluso apoyadas por los ciudadanos de a pie. En algunas regiones ya se ha llegado a acuerdos, mientras que en otras se prevé que las huelgas se mantengan en el tiempo.

¿Hay esperanza para el sistema sanitario público?

Para su supervivencia precisa de una profunda reforma que, además, no puede ser aplazada por más tiempo. Ya no hay tiempo para más debates porque las propuestas están claras. Tanto es así que desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos ya las hemos trasladado a los organismos competentes. Son medidas que pivotan en torno a la evaluación de innovaciones; los modelos de gestión; la externalización y la privatización; la gestión clínica; la seguridad del paciente; las políticas de Recursos Humanos; la temporalidad y la precariedad; el género y la conciliación, entre otras, y que ya no tienen margen de demora. Creo que debemos tener esperanza en el sistema sanitario porque es el que sostiene nuestro modelo sanitario actual: público, gratuito, universal, eje de justicia social y pilar fundamental del Estado del Bienestar. Y este modelo hay que defenderlo y protegerlo, sin ninguna duda.

¿Cómo explicaría – de modo sencillo– las causas de las movilizaciones actuales?

Se pueden explicar de modo sencillo, pero con perspectiva, echando la vista atrás. Las situaciones de conflicto entre la profesión médica y las administraciones en distintas comunidades autónomas responden a un clima de hartazgo de los profesionales que ni es espontáneo ni es gratuito. La profesión médica tiene tres grandes quiebras acumuladas desde hace años, incluso décadas, y la pandemia las ha hecho más evidentes. Desde hace años hemos manifestado que los salarios de los médicos en España son francamente inferiores a los que perciben los compañeros en el entorno europeo; que la precariedad laboral alcanza el 50% –con la incertidumbre que provocan la temporalidad y los contratos inestables– y que solamente disponemos de cinco días al año para dedicar a la formación continuada –casi inexistente para dedicar a investigación–, tiempo claramente insuficiente en una ciencia que avanza rápido. Además, la violencia y las agresiones, que aumentan cada año, se unen a estas quiebras e incrementan el cansancio físico y mental de los profesionales. Un 33% de los médicos en España ha manifestado que se jubilaría si tuviera la oportunidad de hacerlo; la profesión médica presenta tasas de suicidio superiores a las de la población general; y el insomnio, el estrés, la ansiedad o la fatiga crónica han aumentado en los últimos años –de manera especialmente preocupante entre el colectivo de médicos jóvenes–, alcanzando el 50% de profesionales con síntomas de «burn out». Los profesionales ven que no son escuchados en sus peticiones y son testigos de cómo el sistema se cae y afecta a los pacientes. Ya están hartos.

¿Cuántos médicos faltan?

Me centraría en hablar de la falta de hojas de ruta comunes a todo el territorio nacional para dar respuesta homogénea al problema de demografía médica que afecta globalmente a la Sanidad española. Falta que conozcamos con precisión dónde existe un déficit de profesionales, qué está fallando, cuántos médicos deberíamos formar y las jubilaciones que se van a producir en los próximos años para acabar con los desequilibrios y cubrir el recambio generacional. Y, por encima de todo, falta un gran pacto nacional para defender la Sanidad. Sobre todo en materia de recursos humanos. Como dato aproximado, y poniendo como ejemplo la AP, podemos señalar el documento elaborado y presentado por el Foro de Médicos de Atención Primaria el año pasado, en el que estimaba en 4.720 el déficit de especialistas en este ámbito.

¿Cuál cree que sería el camino para resolver de manera estructural las carencias de la Atención Primaria?

Insisto en la precariedad laboral que, en especialidades como la Medicina Familiar y Comunitaria y ámbitos como la Atención Primaria, impacta de manera sangrante. No se puede conocer a la familia y a la comunidad si los contratos son temporales. No se puede atender a los pacientes sin el tiempo adecuado, si las tareas no asistenciales ocupan un espacio demasiado grande, si la sobrecarga laboral va en aumento, si no hay una financiación suficiente y si los profesionales trabajan en un ambiente de crispación. Cualquier avance tiene que pasar por atajar estas cuestiones. El médico, en AP como en cualquier otro ámbito, quiere poder atender a su paciente de la mejor manera y en las mejores condiciones posibles.