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Robert Durst, antologíade la destrucción

Robert Durst, tras comparecer ante el juez en Nueva Orleans
Robert Durst, tras comparecer ante el juez en Nueva Orleanslarazon

Canal + y Yomvi estrenan el documental «The Jinx», que se ha convertido en noticia por la detención de su protagonista tras confesar varios asesinatos en el último capítulo.

El siguiente artículo está centrado en un documental, pero si usted es aficionado a las buenas producciones televisivas y disfruta con una sorprendente historia sobre los recovecos más despreciables del ser humano siga leyendo. Porque «The Jinx (El Gafe): la vida y las muertes de Robert Durst» es un documental, pero no de esos que uno se pone de fondo para echarse la siesta. Es un documental con una historia que ya hubiera querido para sí cualquier guionista deseoso de recibir el aplauso del público y el beneplácito de la crítica. Es la historia de Robert Durst, un pobre niño rico que nació en 1943 y que en treinta años ha sido investigado en tres ocasiones en relación a la desaparición de su mujer, la muerte de una amiga y el asesinato de un vecino. Y que fue detenido el pasado 15 de marzo tras la emisión del último episodio del documental.

Formada por seis episodios, que a partir del lunes 23 de marzo estarán a disposición de los abonados a Canal + y Yomvi, la serie documental de HBO pone al descubierto la vida de una de las personalidades más intrigantes y escalofriantes de la alta sociedad norteamericana. Tras una década de investigación, los productores Andrew Jarecki y Marc Smerling lograron entrevistar a Robert Durst, y junto a un abundante material policial y unas cuidadas reconstrucciones de los hechos, han conformado una de las producciones más interesantes de 2015. El documental arranca en septiembre de 2001, en la localidad tejana de Galveston, cuando el detective Gary Jones contesta a una llamada sobre la aparición de un torso desnudo flotando en un río. En las horas siguientes Jones descubriría que el cuerpo de un hombre había sido descuartizado y todos sus miembros, a excepción de la cabeza, metidos en bolsas de basura y arrojados al río. La aparición, junto a uno de los miembros, de una dirección les llevaría a detener a Robert Durst, un tipo que, en palabras de los propios policías, «no parecía que pudiese desmembrar a un hombre». Cuando la noticia de la detención llegó a la redacción de «The New York Times», los periodistas no daban crédito a lo que estaban leyendo. Durst, hijo de un millonario dedicado a los bienes inmobiliarios, el mismo Robert Durst que a principios de los ochenta vio cómo, repentinamente, desaparecía su mujer, era de nuevo noticia.

A partir de ahí los creadores de «The Jinx» desenredan, poco a poco, los hilos de la vida de Durst, desde sus relaciones sentimentales y familiares, a sus estancias en la cárcel y sus amistades vinculadas con la mafia. Y mientras contemplamos una vida llena de lujos, se revela una personalidad fría y sin escrúpulos, traumatizada por un trágico suceso de su infancia e incapaz de desenvolverse socialmente con normalidad. Un ser despreciable a la altura de los más renombrados asesinos en serie.

La investigación periodística

Para trasladar a la pantalla esta historia, tan escalofriante como atractiva, los creadores no se han limitado a hacer un documental al uso, sino que han construido un producto visualmente cautivador, preocupado por reconstruir fielmente los hechos vinculados a la parte más oscura de la vida de Durst. Para ello proponen un montaje complejo, que combina con precisión los testimonios de familiares y policías, así como las grabaciones de las declaraciones del acusado. El retrato se completa con la entrevista al protagonista, que realiza el propio Jarecki y que termina siendo la clave de tres décadas de trabajo policial y sospechas.

Precisamente fue el propio Durst el que se interesó por ofrecer su versión de la historia hace cuatro años, cuando se estrenó «Todas las cosas buenas». Dirigida por Andrew Jarecki y protagonizada por Ryan Gosling y Kirsten Dunst, la película contaba la historia de David Marks, un hombre sospechoso de estar involucrado con la desaparición de su mujer en 1982, ficcionando los hechos ocurridos con Robert y su esposa ese mismo año. Tras ver el largometraje, tal y como recoge el documental, Durst se puso en contacto con la productora de la película para hablar con Jarecki. Cuando lo consiguió, le dijo que estaría encantado de concederle una entrevista, ya que el profundo conocimiento que tenía de la historia le capacitaba para ser digno de hacerle unas preguntas. Y es que Jarecki invirtió diez años de su vida en documentarse para conocer mejor la historia del hijo del magnate caído en desgracia, empujado quizá por la experiencia con seres despreciables que demostró en 2003 con su documental «Capturing The Friedmans». Galardonado en el Festival de Sundance con el gran premio del jurado, el primer trabajo como director y productor de Jarecki junto a Smerling, se adentraba en la vida de los Friedman, dos de cuyos miembros fueron acusados de abuso de menores en los años 80.

La minuciosidad de la que hicieron gala en aquel entonces Jarecki y Smerling la han trasladado al caso de Durst, a pesar de ser más complejo y extenso en el tiempo. Pero no han escatimado en detalles a la hora de analizar la vida de Robert Durst, entrevistando a todos los implicados en sus últimos treinta años de existencia. Aunque cada episodio cuenta con una estructura diferente, a lo largo de la serie los creadores ponen sobre la mesa los hechos, mientras Jarecki interroga a Robert Durst sobre ellos. Y se descubre así el mentiroso que el protagonista lleva dentro, aunque la verdad no llegue, precisamente, a través de sus propias palabras. Una vez reunidos los hechos, en el último episodio, llega la revelación final, esa que ha provocado en EE UU un alud de comentarios y sesudas reflexiones sobre el periodismo, los directores de cine y la relación de ambos con criminales investigados por la policía. Pero más allá de discusiones filosóficas, «The Jinx» es una producción televisiva de enorme calidad, que si en vez de narrarnos los hechos los hubiese ficcionado sería la serie de televisión de la que el mundo entero no dejaría de hablar.