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Viaje a la prehistoria del videoclip

«Cachitos de hierro y cromo», de La 2, se refuerza tras el éxito de Nochevieja

Una de las piezas musicales del programa. Escobar
Una de las piezas musicales del programa. Escobarlarazon

Nochevieja era una de las veladas televisivas más previsibles del año... hasta 2014. Es esa noche en la que el espectador no tarda en llegar al estado de hibernación o de sobreexcitación zapeando compulsivamente. Muchos espectadores, exactamente 813.000, se asentaron en un canal por el que habitualmente se pasa de largo: La 2. A partir de las 00:35 emitieron tres entregas de «Cachitos de hierro y cromo» y hasta las tres de la madrugada se conservó el número de seguidores. La segunda cadena de TVE vivió gracias a este programa una madrugada de gloria con tres entregas del programa cuya máxima cuota de pantalla fue del 7,3 por ciento, una epopeya catódica si se tiene en cuenta que la media del «share» de ese día fue un rácano 3,4.

Hallazgo televisivo

«Cachitos de hierro y cromo» es un auténtico hallazgo televisivo, que ha pasado inmerecidamente inadvertido cuando se ha emitido los domingos a las 22:00 horas. El programa –audaz, irónico, sorprendente–, bucea en el archivo histórico de TVE para ofrecer verdaderas joyas «kitsch» y demás diabluras estéticas del acervo musical de las décadas de los 60, 70 y 80, cuando el videoclip era un cigoto audiovisual, aunque ya había realizadores como Valerio Lazarov que experimentaban el formato sin cortarse un pelo.

Peret cantando «Una lágrima cayó en la arena» a ritmo de tango; Marisol trinado el «Porrompompero» en chino, o lo parece, el caso es que da el pego; Demis Roussos, con su túnica pertinente ,interpretando «So Dreamy» volando encima de un corcho de una botella de champán; Lola Flores cantando en las obras de la Sagrada Familia, con una grúa al fondo... En uno de los programas, «Cachitos de hierro y cromo» ofrece una prehistoria del vídeo en toda regla.

«Nuestra pretensión era entretener, intentar aportar al espectador algo: rescatar intérpretes y temas, ser irónicos...» explica Jero Rodríguez, artífice de este espacio o, como se dice en su página web oficial, un «arqueólogo de la imagen y un sibarita del sonido».

Sin petulancias inservibles, «Cachitos de hierro y cromo» también es una especie de «No-Do», alternativo y sin tufillos ideológicos, de cómo era la España de aquellas décadas, desde el prisma musical, pasando por el sociológico, estético, audiovisual... «Las piezas que mostramos no dejan de ser un reflejo de la sociedad. Eran las épocas del desarrollismo y el tardofranquismo y la gente quería ser moderna o al menos parecerlo», comenta Rodríguez.

Algunas de estas piezas son unos auténticos delirios lisérgicos sin recurrir a ningún ácido. Sería una audacia calificar si eran ideas geniales o simples ideas de olla. Tanto da, ya que efectos que producen son una carcajada espontánea o quedarse con la boca abierta como signo de sorpresa. «A partir de mediados de los 60 y hasta bien entrados los 70 no sólo había creatividad, además es que los profesionales arriesgaban. Y, para colmo, tenían dinero para hacer unas puestas en escenas atrevidas y hacían de esas piezas musicales unos auténticos cortometrajes», dice Rodríguez. Entre estos visionarios, en el más amplio sentido de la palabra, estaba Valerio Lazarov. Rodríguez, que tiene 40 años, tiene de él una opinión contundente: «Era un crack. Debo reconocer que la única referencia que tenía de él es de los años de Telecinco y las ''mama chicho''». Y es que el programa también tiene un punto didáctico, pues pone al servicio de los espectadores más jóvenes a artistas que ahora mismo les suenan a chino, como Bruno Lomas o José Vélez, además de joyitas musicales. En «Cachitos de hierro y plomo» cabe todo y sin complejos. «No hay prejuicios, los guionistas seleccionan los que creen que son los mejores temas, los más impactantes y los que pueden gustar más a la gente», dice la presentadora y conductora del programa de Radio 3, «180 grados».

Programas como «Aplauso», «Tocata», «Popgrama», «La edad de oro» e incluso «La bola de cristal» también son una fuente inagotable de incunables, esta vez sí, que tocan el corazoncito de los aficionados a la música pop y rock más exquisitos. «No sé si cobraban o no, pero en los 80 vinieron a los platós de Prado del Rey Nina Simone, Johnny Cash, AC/DC, Los Ramones... hoy en día es impensable», explica Rodríguez.

El equipo de «Cachitos de hierro y cromo» –que no supera las cuatro personas, pero que próximamente se va ampliar y en el que colabora Radio 3–, emplea un mes y medio para montar cada programa. Visionan una media de 300 canciones; de ellas, filtran unas doscientas y salen en pantalla entre 70 y 80. Si han concluido la primera temporada con 8 entregas, para 2013 ya hay comprometidas 13 más.

A pesar de que quien esto escribe cita la nostalgia como un atractivo del programa, Rodríguez niega que sea voluntario: «No es nuestra pretensión, ni queremos decir entre líneas que la música de antes era mejor. Es evidente que buscamos la empatía con el espectador con toques irónicos porque es cierto que había artistas que estaban muy pasados de revoluciones. Como mucho, apelamos a la memoria colectiva, a mostrar parte de nuestra historia musical», concluye Rodríguez.

Un imponente archivo audiovisual

Parece que TVE por fin ha decidido sacar partido de su archivo visual. Además de «Cachitos de hierro y cromo», La 2 ha descubierto que programas de este corte pueden ser su principal patrimonio. También La 1. En 2012 estrenó «50 años de...», unos monográficos que evocaban el pasado más reciente. En julio de 2013 estrenó «Viaje al centro de la tele», un juego audiovisual de memoria. El penúltimo en llegar es «Música ligerísima», que se empezó a emitir el pasado mes de diciembre. En él, se explica la historia de España en los 60 y 70 a través de la música popular. Incluye entrevistas a cantantes como Ángela Carrasco.