San Valentín

El lado «agridulce» del matrimonio: ayuda a reducir el azúcar en sangre

Es el último beneficio descubierto de la vida en pareja, pero no es el único avalado por la ciencia

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Una de las ventajas de la ciencia es que aspira a la imparcialidad, no le importan los detalles que a los humanos nos crean sesgos (raza, sexo, religión u opinión política) y va directa a los hechos. En este sentido son muchos los estudios que señalan los beneficios de la vida en pareja por encima de la soltería.

De hecho, esta afirmación no es nueva: ya fue documentada por primera vez por el epidemiólogo británico William Farr hace más de 150 años, y ha sido confirmada por muchos estudios desde entonces.

En 2018, por ejemplo, se publicó uno en European Economic Review que analizó a 18.000 personas, en pareja y solteras, y descubrió numerosos efectos protectores como la reducción de la presión arterial, una mejor salud cardiovascular o menores niveles de marcadores inflamatorios.

Y hay más: un equipo de la Universidad de Harvard, evaluó a 3.682 hombres adultos durante un período de 10 años y, después de tener en cuenta los principales factores de riesgo cardiovascular (edad, índice de grasa corporal, tabaquismo, presión arterial, diabetes y colesterol), los hombres casados tenían una tasa de mortalidad un 46% más baja que los solteros.

¿Y las mujeres? Según un estudio publicado en Population Health, las parejas casadas tienen menos accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos, más probabilidades de sobrevivir al cáncer y que, en caso de padecerlo, su esperanza de vida es mayor.

Más satisfechos con la vida

El impacto positivo también estaría presente en la salud mental. De acuerdo con los resultados de una investigación realizada por expertos de la Universidad de California, que siguieron a un grupo poblacional representativo durante 20 años, el matrimonio está vinculado con un aumento en la satisfacción con la vida.

Estos hallazgos fueron confirmados por otro análisis, realizado en los Países Bajos durante 18 años, y por un tercero, elaborado a partir de la Encuesta Nacional de Familias y Hogares. Todos ellos mostraron un aumento en la felicidad y una reducción en los índices de depresión, siempre que las parejas no se divorciaran, lógicamente.

En este entramado que relaciona matrimonio y salud, uno de los hilos de los que más se tira es la diabetes de tipo 2, una enfermedad que afecta a casi 500 millones de personas en todo el mundo y que ha aumentado un 60% en 30 años en la población adolescente.

Ahora, un nuevo trabajo publicado en el British Medical Journal y liderado por expertas de Canadá y Luxemburgo, señala que la diabetes de tipo 2 depende, en gran parte, de una serie de factores vinculados a la salud social. Y la conclusión es que, quienes viven en pareja, tendrían ventajas a la hora de mantener niveles más bajos de azúcar en la sangre.

Las autoras del estudio, Katherine J. Ford y Annie Robitaille, se basaron en el Estudio Longitudinal Inglés de Envejecimiento (ELSA, por sus siglas en inglés) que recoge información de personas mayores de 50 años. En total, más de 3.300 voluntarios a los que se les realizó un análisis de sangre, se les preguntó si tenían pareja, su nivel de ingresos, de tabaquismo, de actividad física, su IMC y se midieron sus niveles de salud mental.

Los datos mostraron que más del 75% de los encuestados vivían en pareja y que eran precisamente estos los que tenían un nivel menor de la heteroproteína HbA1c (utilizada en pruebas de laboratorio para determinar la diabetes).

«En general –concluye el estudio–, nuestros resultados sugirieron que las relaciones matrimoniales/de cohabitación estaban inversamente relacionadas con los niveles de HbA1c, independientemente de las dimensiones del apoyo o la tensión conyugal. Asimismo, estas relaciones parecían tener un efecto protector frente a los niveles de HbA1c por encima del umbral de prediabetes.

Un mayor apoyo para los adultos mayores que están experimentando la pérdida de una relación marital o de cohabitación por divorcio o duelo, puede ser un punto de partida para abordar los riesgos para la salud».

La calidad no influye

Ahora sí, hay que aclarar varios aspectos, tanto de este último estudio como de los análisis y comparativas de la vida en pareja. En relación con el análisis de la diabetes, las autoras destacan que la calidad de la relación de pareja no producía una diferencia significativa en los niveles promedio de glucosa en sangre, lo que sugiere que tener una relación de apoyo o tensa era menos importante que simplemente tener una relación.

Algo que habría que evaluar en mayor detalle, sobre todo teniendo en cuenta que (y esto es otro detalle fundamental) se trata de un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causa.

En cuanto a la visión general, cabe destacar que, hasta hace muy poco, la mayoría de los estudios se centraban en la salud, física y mental de los hombres casados, no tanto de las mujeres.

Quizá por ello, la conclusión de un estudio, liderado por Lisa Strohschein y publicado en «Am. J. Public Health», es que los beneficios son más pronunciados para los hombres casados que para las mujeres.

También hay que tener muy claro que, a pesar de que el último trabajo señala que no importa tanto la calidad del vínculo, la realidad es que no basta con un «sí, quiero» para mejorar la salud.

A lo que aún no responde la ciencia es a si los efectos positivos que ha detectado en la vida en pareja tienen un origen. Es decir, si es el matrimonio el que protege nuestra salud o, simplemente, se trata del resultado de la evolución y lo que ocurre es que las personas más sanas tienen más probabilidades de casarse. Todavía no se sabe cuál es el orden de los factores.