Phoenix

La calidad de los alimentos decae con el aumento del CO2

Una prueba de campo ha demostrado por primera vez que los niveles elevados de dióxido de carbono inhiben la transformación de nitrato por parte de las plantas en proteínas.

Una prueba de campo ha demostrado por primera vez que los niveles elevados de dióxido de carbono inhiben la transformación de nitrato por parte de las plantas en proteínas, lo que indica que la calidad nutricional de los cultivos de alimentos está en riesgo conforme el cambio climático se intensifica, según publica este domingo la edición digital de 'Nature Climate Change'.

"La calidad de los alimentos está disminuyendo por los crecientes niveles de dióxido de carbono atmosférico que estamos viviendo", alerta el principal investigador de este estudio, Arnold Bloom, profesor del Departamento de Ciencias Vegetales de la Universidad de California Davis, en Estados Unidos. Este experto añade que se han propuesto varias explicaciones de este descenso pero que éste es el primer análisis que demuestra que el dióxido de carbono elevado inhibe la conversión de nitrato en proteína en un cultivo en el campo.

La asimilación o la transformación del nitrógeno juega un papel clave en el crecimiento y la productividad de la planta. En los cultivos de alimentos, es especialmente importante, ya que las plantas usan el nitrógeno para producir las proteínas que son vitales para la nutrición humana. El trigo, en particular, proporciona casi una cuarta parte de todas las proteínas en la dieta humana global.

Muchos estudios de laboratorio anteriores habían demostrado que los niveles elevados de dióxido de carbono atmosférico inhibe la asimilación de nitrato en las hojas de las plantas de cereales y no leguminosas; sin embargo no hubo verificación de esta relación en las plantas cultivadas en el campo. Para observar la respuesta del trigo

a diferentes niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, los autores examinaron muestras de trigo cultivadas en 1996 y 1997 en el Centro Agrícola Maricopa, cerca de Phoenix, Arizona, Estados Unidos.

Entonces, se liberó aire enriquecido en dióxido de carbono en los campos, generando un nivel elevado de carbono atmosférico en las parcelas del ensayo, similar al que ahora se espera que esté presente en las próximas décadas. También se cultivaron plantaciones de control de trigo a nivel ambiente, sin tratar con dióxido de carbono.

El material de hoja recolectado de las diversas parcelas pruebas se colocó inmediatamente en hielo y luego se secó en un horno y se almacenó en recipientes sellados al vacío para minimizar los cambios con el tiempo de los diferentes compuestos de nitrógeno. A lo largo de una década, el equipo realizó análisis químicos que no estaban disponibles en el momento de recogida de las plantas experimentales de trigo.

En el reciente estudio, los investigadores vieron en tres mediciones diferentes de la asimilación de nitrato que el elevado nivel de dióxido de carbono en la atmósfera inhibió la asimilación de nitrato en proteína en el trigo cultivado en el campo. "Estos resultados de campo son consistentes con los hallazgos de estudios de laboratorio anteriores, que demuestran que hay varios mecanismos fisiológicos responsables de la inhibición por parte del dióxido de carbono de la asimilación del nitrato en las hojas", afirma Bloom.
UN 3 POR CIENTO MENOS DE PROTEINAS

Bloom agrega que otros estudios también han demostrado que las concentraciones de proteína en el grano de trigo, arroz y cebada, así como en los tubérculos de patata, disminuyen, en promedio en aproximadamente un 8 por ciento bajo niveles elevados de dióxido de carbono atmosférico.

"Cuando esta reducción se tiene en cuenta en la porción de proteínas de la dieta que los seres humanos toman de estos cultivos, resulta evidente que la cantidad total de proteína disponible para el consumo humano puede caer en un 3 por ciento conforme el dióxido de carbono atmosférico llega a los niveles previstos que se produzca durante las próximas décadas", detalla Bloom.

Aunque la fertilización con nitrógeno pesado podría compensar en parte esta disminución de calidad de los alimentos, también tendría consecuencias negativas, incluyendo costos más altos, más lixiviación de nitratos en las aguas subterráneas y el aumento de las emisiones del gas de efecto invernadero óxido nitroso, según Bloom.