Halloween
Origen de las calabazas de Halloween: así es la leyenda jack o'lantern
De los campos de Irlanda a nuestras casas.: esta es la historia real de la calabaza de Halloween

En el ámbito rural irlandés y escocés, durante el Samhain -el final de la cosecha y entrada en la "mitad oscura" del año- se tallaban nabos y remolachas para convertirlos en linternas de gesto amenazante. Se colocaban en puertas y caminos como amuletos protectores. La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y el Museo Nacional de Irlanda documentan estas piezas y su función apotropaica, con ejemplos conservados y descripciones del uso doméstico de las "linternas de nabo".
¿Quién era Jack? El pícaro que engañó al diablo

La explicación más difundida del nombre se asocia al cuento irlandés de "Stingy Jack" (Jack el Tacaño): tras engañar varias veces al diablo con tretas y cruces, Jack queda condenado a vagar sin reposo, alumbrándose con un tizón dentro de un nabo. De ahí "Jack of the Lantern", jack-o’-lantern.
De nabos a calabazas: la adaptación americana
El salto a la calabaza llega en el siglo XIX con la emigración irlandesa a Norteamérica: el fruto era más grande, abundante y fácil de tallar que el nabo, y sustituyó rápidamente a las raíces europeas. Se sitúa en ese cruce cultural el nacimiento de la calabaza tallada como símbolo moderno de Halloween, una costumbre que pronto se popularizó en ferias, escuelas y prensa local.
Más allá del mito, quedan objetos que comprueban sus orígenes. El Museo Nacional de Irlanda conserva los célebres "ghost turnips" (nabos fantasmales), con rasgos angulosos tallados a finales del XIX y principios del XX. Esos ejemplares prueban que la talla vegetal es anterior a la calabaza americana y que se practicaba en entornos domésticos rurales.
Luces errantes
La imagen de una luz que vaga por la noche no es casual: en el folclore europeo, las luces de los pantanos confundían a los caminantes y se asociaban a almas errantes o espíritus burlones. La jack-o’-lantern funciona como su reverso protector: una luz tallada que ilumina y ahuyenta lo inquietante, personalizando el "espanto" con un rostro. Esta conexión aparece en repertorios folclóricos y síntesis históricas sobre Halloween.
¿Qué nos queda hoy de la leyenda?
En esencia, la jack-o’-lantern que enciendes en tu puerta conserva la misma lógica que sus ancestros de nabo: dar forma y luz a lo desconocido para domesticar el miedo de la noche de difuntos. Los materiales de base cambiaron -del nabo europeo a la calabaza american-, pero el gesto de tallar un rostro y encenderlo sigue naciendo del mismo impulso ritual que acompañaba al Samhain: hacer visible lo invisible, ahuyentar y celebrar a la vez.