Comercios

Una pescadera explota contra estas actuaciones de los clientes: “No soy un robot”

Noe describió los habituales comportamientos que le molestan cuando está realizando su trabajo en la pescadería

Una pescadería muestra sus productos
Una pescadería muestra sus productosLuis TejidoAgencia EFE

Ir a comprar es una actividad completamente esencial. Aunque hoy en día una gran parte se está perdiendo por el comercio a domicilio, todavía muchos optan por acudir a las tiendas de su barrio o pueblo, supermercados y todo tipo de establecimientos para hacerse con productos básicos. Algunos de los que más se siguen comprando de forma presencial son aquellos que necesitan de manipulación por parte de un profesional como puede ser la carne o el pescado.

A veces uno acude con toda la tranquilidad del mundo, pero en otras el tiempo es muy justo y los nervios empiezan a invadir la situación. Esto provoca que, especialmente en fechas señaladas y horas punta, se acaban generando situaciones de tensión por personas que intentan ahorrarse unos minutos. Aunque pueda parecer que no, los trabajadores notan esto y a veces acaban incluso cansados. Esto lo explicó Noe, una pescadera que comunicó las cosas que le molestan cuando se encuentra en su puesto de trabajo.

Las quejas de una pescadera

"Las personas que me molestan son las que tienen bulla comprando", afirma nada más comenzar el vídeo. Bulla se considera cuando hay mucho ruido o alboroto causado por varias personas que hablan o gritan al mismo tiempo. Por tanto, le molestan las personas que se ponen a discutir y armar escándalo. Intenta empatizar, pero es contundente: "Yo entiendo que tengas que entrar a trabajar, llevar a los niños al colegio, cuidar a tu madre o mil cosas, pero yo no soy un robot".

Explica que hay en ocasiones que los trabajadores no pueden ir más rápido de lo que van: "Yo no soy una máquina, te atiendo con mis dos manos que tengo, con mis posibilidades y mis capacidades". Lanza un aviso: "No vengas con bulla y a meterme bulla, quieto". Pone un ejemplo: "Es que sois tres y los números no avanzan". La gente tiende a perder la paciencia muy rápido, además de solo mirar por ellos mismos, sin importar lo demás.

Pide paciencia a los clientes

"También me molestan las personas que llegan las últimas y se quieren colar las primeras", afirma Noe. No entiende sus excusas: "Yo es que nada más que quiero un cuarto de gambas, yo es que nada más que quiero medio kilo de almejas". Su respuesta es más que entendible: "Lo siento pero es que también hay una persona que lleva esperando 15 minutos para cuatro mejillones y está esperando callada porque es una persona educada".

Los clientes, a lo suyo

"Otra cosa que no me puede dar más coraje es que yo te esté despachando y no me prestes atención", añade. Revela algunos de los comportamientos que le molestan de sus clientes: "Que estés con un pinganillo, hablando por teléfono o con fulanita de tal". Pide encarecidamente lo siguiente: "Termina de hablar conmigo, que te voy a robar dos minutos y te estoy prestando mi atención para atenderte, y ya hablas con quién te dé la gana". Noe explota: "Qué falta de respeto es esa, no puedo".

Explica que las acciones repercuten a los demás: "No veo normal que me pares a mí la venta y a las personas que están detrás esperando porque tu estés hablando por teléfono". Su lista de quejas no acaba ahí: "Otra cosa que me molesta mogollón es que se tiren los tickets de espera al suelo". Explica que hay lugares de sobra donde tirar los papeles: "Hay canastillas, hay letreros enormes que pone ticket aquí, incluso que me lo des en la mano porque yo tengo basura y lo tiro, pero no me lo tires al suelo".

Las preguntas sobre el precio

Una de las principales dudas de los compradores es el precio de los productos, que muchas veces viene marcado en carteles. Sin embargo, a veces se ignora y se pregunta al dependiente: "Me molesta muchísimo que las personas me pregunten por el precio de un artículo que tiene delante con el precio en grande porque encima lo pongo así, sobre todo para las personas mayores". Se desespera: "No sé qué quieres que te responda".

Termina con la forma de pagar: "Las personas que la cuenta es 23,30 y quieren que les cobre 23". No entiende nada: "Si un día te falta un pico no pasa nada, pero por qué siempre te tengo que quitar el pico de las cuentas". Explica que le acaba saliendo caro a ella: "Entre que no te cobro bolsa, túper o el servicio que estamos dando, al menos dame el pico, no es nada de otro mundo". Concluye de forma clara: "Son cosas básicas".