
Dolor crónico
Vivir con dolor cada día: el sufrimiento invisible de millones de españoles
En España, cerca de nueve millones de personas viven con dolor crónico, una enfermedad invisible que afecta al cuerpo y a la mente

Uno de cada cuatro españoles vive con dolor crónico, una afección que condiciona cada movimiento, relación o decisión cotidiana. Ensombrece la vida laboral, afecta la salud mental y, en muchos casos, se afronta sin el apoyo necesario del sistema público. Quienes lo padecen se quejan de que la atención sigue centrada en los fármacos y no en un enfoque integral que aborde también el desgaste psicológico de vivir con dolor constante.
Carla Rodríguez, de 39 años, lleva tres conviviendo con una neuralgia del nervio pudendo que le impide permanecer sentada y limita su movilidad. “Me he preparado unas oposiciones tumbada y a veces acabo hundida emocionalmente”, relata. Cada día carga con un cojín ortopédico, acude a fisioterapia y costea terapia psicológica por su cuenta. La sanidad pública cubre la radiofrecuencia y las infiltraciones, pero no el acompañamiento emocional. “A veces pienso que no se entiende lo que significa despertarse y saber que te va a doler todo el día”, lamenta.
También Leonor Pérez, de 57 años, vive marcada por el dolor. Padece una neuralgia del trigémino desde hace tres décadas que describe como “una descarga eléctrica en la cara, como si te clavaran un cuchillo ardiente”. Toma hasta 14 pastillas al día, ha pasado por cirugías y tratamientos sin lograr alivio duradero. “Al dolor físico te acostumbras, pero al sufrimiento mental, no. Es una condena que no tiene fin”, cuenta resignada.
Una enfermedad invisible y mal atendida
Según la Sociedad Española del Dolor (SED), el 26% de la población española (unos nueve millones de personas) padece dolor crónico. De ellas, un 30% sufre limitaciones sociales o laborales graves, un 28% presenta ansiedad y un 22% depresión. El perfil más habitual es el de una mujer de 50 años que soporta el dolor durante más de tres meses, varios días por semana, sin obtener mejoría.
Los especialistas lamentan que, a pesar de ser una enfermedad reconocida, su tratamiento en la sanidad pública sigue siendo insuficiente. “El abordaje de la cronicidad del dolor no es bueno”, resume la presidenta de la SED, María Madariaga. En muchas comunidades, las unidades del dolor cuentan solo con anestesiólogos o rehabilitadores, sin psicólogos ni apoyo multidisciplinar, lo que deja a los pacientes incompletamente atendidos.
Las listas de espera para acceder a estas unidades pueden prolongarse meses o años. Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, la mitad de los pacientes recibe un tratamiento insuficiente y un tercio carece de atención específica. Falta coordinación entre especialidades, recursos psicológicos y formación para que los médicos de atención primaria reconozcan y traten el dolor crónico como lo que es: una enfermedad en sí misma, y no un simple síntoma.
Los expertos subrayan que el dolor crónico no se siente igual en todos los pacientes. Tiene una raíz biológica, pero también emocional y social. “No hay dos cuerpos que lo perciban igual”, explica Juana Sánchez, responsable del grupo de trabajo de dolor de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. “Hay que dar poder al paciente: quizá no podamos eliminar el dolor, pero sí ayudarle a convivir con él sin que destruya su vida”.
Mientras la investigación avanza en nuevos tratamientos, los afectados reclaman una atención más humana. Piden más unidades del dolor, más psicólogos en la sanidad pública y mayor sensibilidad social. Como resume Leonor: “Este dolor no te mata, pero no te deja vivir. Lo único que quieres es descansar del sufrimiento, aunque sea solo un rato al día”.
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