
IA y comunicaciones
La IA ahora controla algo realmente sensible del ser humano: sus comunicaciones
Un experimento en órbita ha confirmado lo que hasta hace poco parecía exclusivo de la ciencia ficción: la IA es capaz de controlar satélites por sí misma

En el auge de la IA y de los avances recientes en relación con sus funciones y campos de acción, en los últimos meses ha pasado de los escenarios terrestres para probar su desempeño en el manejo de las comunicaciones dando un salto al espacio. En este contexto, un nanosatélite alemán ha logrado ejecutar por primera vez una maniobra orbital controlada íntegramente por una inteligencia artificial, marcando un punto de inflexión en la automatización espacial. El hito, impulsado por el proyecto LeLaR (Learning-Based Attitude Regulation) de la Universidad de Würzburg, confirma que los algoritmos pueden aprender, adaptarse y actuar eficazmente fuera del entorno simulado, abriendo una nueva etapa en la exploración y gestión de misiones espaciales sin intervención humana directa, sumándose a los múltiples escenarios en los que la Inteligencia Artificial ha incursionado.
De acuerdo con lo publicado por Interesting Engineering, el investigador principal del proyecto Kirill Djebko afirmó: “Hemos logrado la primera prueba práctica de que un controlador entrenado mediante aprendizaje por refuerzo profundo puede operar con éxito en órbita” después de que él y su equipo realizaran múltiples pruebas en entornos que, si bien simulados, contaban con niveles de fidelidad muy altos. Después de esto se habrían decidido a hacerle frente a la brecha entre la simulación y lo real, a pesar de lo cual, el controlador mostró una notable capacidad de adaptación, logrando interpretar con precisión los parámetros dinámicos del entorno orbital y ejecutar maniobras estables sin intervención humana.
Desde luego, el logro del equipo de Würzburg no ha pasado desapercibido. El Ministerio Federal de Asuntos Económicos y Energía de Alemania y la Agencia Espacial Alemana (DLR) respaldan esta iniciativa desde 2024 con una meta clara: impulsar tecnologías capaces de operar de forma autónoma en misiones futuras. Y no es un capricho, pues en un contexto donde las comunicaciones interplanetarias pueden sufrir retrasos de varios minutos, e incluso horas, contar con una IA capaz de tomar decisiones en tiempo real puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una misión.
De hecho, este avance no ocurre de forma aislada: forma parte de una ola de innovación en inteligencia artificial que está redefiniendo los límites del conocimiento humano. Un ejemplo de ello es DeepMind, la IA de Google que recientemente ha logrado descubrir e incluso reinventar algoritmos matemáticos más eficientes que los diseñados por personas
El futuro ya está aquí: la IA podría controlar el total de las telecomunicaciones
El InnoCube, desarrollado junto con la Universidad Técnica de Berlín, es mucho más que un nanosatélite: es un laboratorio en miniatura que prueba el futuro del vuelo espacial puesto que, además del controlador inteligente, alberga innovaciones como SKITH, un sistema de comunicación inalámbrica interna que elimina los cables tradicionales, reduciendo peso, puntos de fallo y mejorando la fiabilidad. “Este éxito nos motiva a extender la tecnología a nuevos escenarios”, apuntó Erik Dilger, mientras que Sergio Montenegro destacó que el avance “nos acerca un paso crucial hacia la plena autonomía en el espacio”.
Ahora bien, el éxito del controlador de IA desarrollado en Würzburg va mucho más allá de un avance técnico: abre un nuevo capítulo en la relación entre el ser humano y las máquinas. Si una inteligencia artificial es capaz de orientar y mantener en órbita un satélite por sí sola, ¿qué le impedirá, en un futuro próximo, gestionar redes completas de comunicación? La posibilidad de que los satélites coordinen sus movimientos y optimicen recursos sin intervención humana directa ya no pertenece a la ciencia ficción, sino a una realidad en construcción que redefine la ingeniería espacial y, en cierto modo, nuestro papel dentro de ella.
Aunque este logro aún se encuentra en una fase experimental, sus implicaciones son enormes. Entre otras cosas, la autonomía inteligente podría llegar a administrar constelaciones enteras de satélites, decidir cómo distribuir la carga de datos o incluso gestionar las comunicaciones globales en tiempo real. Tal como señaló el equipo, “la autonomía inteligente no sustituye al control humano, sino que amplía nuestra capacidad para comunicarnos más allá de los límites de la Tierra”.
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