Coches eléctricos

Las baterías del futuro ya se están desarrollando: hasta 40 años de energía con una tecnología que cambiará el mundo

Estas baterías de estado sólido contarán con una vida útil estimada de hasta 40 años y una autonomía superior a los 1000 kilómetros, lo que nos dejaría de cara a un nuevo panorama en relación con los vehículos eléctricos

Estación de carga para coches eléctricos
Estación de carga para coches eléctricosCristina BejaranoLa Razón

Desde que los primeros coches eléctricos comenzaron a popularizarse, la gran carrera tecnológica ha girado en torno a un mismo reto: conseguir baterías más duraderas, ligeras y seguras. Durante años, el grafito ha sido el material estándar en los ánodos de las baterías de iones de litio, limitando la autonomía a unos cientos de kilómetros por carga. Sin embargo, la búsqueda de alternativas no ha cesado. Investigadores y empresas de todo el mundo han explorado opciones como el silicio (capaz de almacenar mucha más energía), el sodio (más económico y abundante). Estos avances, aunque con distintos grados de éxito, han preparado el terreno para la nueva generación de baterías, que promete superar de forma radical las limitaciones actuales y acercar los vehículos eléctricos a una autonomía comparable a la de los motores de combustión.

Entre dichos avances, el desarrollo de las baterías de estado sólido (SSB, por sus siglas en inglés) representa uno de los avances más prometedores dentro del sector automotriz en décadas, esto se da a cuenta de lo que supone el reemplazo de los electrolitos líquidos inflamables por compuestos sólidos que traen consigo el incremento de su seguridad, estabilidad y densidad energética. Recientemente, el fabricante automotriz japonés Toyota ha venido trabajando en la mejora de la autonomía de los vehículos eléctricos y lo ha hecho enfocándose en el desenvolvimiento de las baterías de estado sólido.

Según el fabricante, estos acumuladores conservarán hasta el 90% de su capacidad incluso después de 40 años de funcionamiento, lo que multiplicaría por cuatro la vida útil de las baterías disponibles actualmente, lo que permitía reutilizar una misma batería en varios vehículos a lo largo de su ciclo de vida, reduciendo los residuos y la necesidad de extracción de nuevos materiales. Es decir que en términos medioambientales, adquirir una batería de este tipo equivaldría a reemplazar cuatro de las convencionales. Adicionalmente, no solo prometen una autonomía de más de 1000 kilómetros por carga, sino también unos tiempos de carga reducidos, los cuales hacen parte de los factores más influyentes en la acogida de los vehículos eléctricos y que podrían significar la eliminación de los temores relacionados con ellos.

Las baterías del futuro vienen a toda prisa

La carrera por mejorar la autonomía, la sostenibilidad y la vida útil de las baterías está más viva que nunca. Tesla intenta recuperar protagonismo mientras en Asia, compañías como CATL, BYD o Toyota marcan el ritmo con innovaciones que prometen cargar un coche eléctrico en minutos y recorrer miles de kilómetros con una sola carga. De la misma forma, la competencia entre Estados Unidos, China, Corea del Sur y Japón está impulsando una revolución tecnológica sin precedentes: baterías más duraderas, seguras y eficientes que podrían borrar definitivamente las diferencias entre los vehículos eléctricos y los de combustión, haciendo que lo que antes parecía un futuro lejano empieza a materializarse en laboratorios, plantas de producción y pruebas en carretera que redefinirán la movilidad del mañana.

Por su parte, Toyota se prepara para dar el salto definitivo hacia las baterías de estado sólido, previendo iniciar su producción comercial entre 2027 y 2028, primero en modelos de lujo como Lexus y Century, antes de llevarla a coches más populares como el futuro Toyota Corolla. Según lo publicado por Interesting Engineering, este avance es fruto de años de colaboración con Sumitomo Metal Mining, con quienes ha desarrollado materiales catódicos de alta durabilidad mediante un proceso patentado. Japón ya ha certificado el proyecto como estratégico y destinará parte de una inversión nacional de 7000 millones de dólares para fortalecer su independencia tecnológica frente a China y Corea del Sur.

La iniciativa también incluye acuerdos con la refinería Idemitsu Kosan, que construye una planta capaz de producir 1000 toneladas métricas anuales de sulfuro de litio, material clave en las baterías de estado sólido, lo que supondría que la cadena de suministro sea totalmente local permitiendo que, a su vez, se puedan reducir costes y asegurar la estabilidad del sistema. Claro que, si bien los expertos advierten que su adopción masiva llevará tiempo debido a los altos costes iniciales y la complejidad de producción, Toyota confía en que su durabilidad y eficiencia compensarán con creces la inversión, por lo cual si las previsiones se cumplen, estas baterías no solo impulsarán los coches eléctricos del futuro, sino que también marcarán un paso decisivo hacia un modelo energético más sostenible y duradero.