Proyecto nuclear

Estados Unidos tuvo un plan terriblemente loco: bombardear atómicamente la Luna

Con la sensación de ir por detrás en la carrera espacial, sondearon la manera de disuadir a la Unión Soviética de sus proyectos, aunque finalmente se desestimó la misión nuclear

La bomba de Hiroshima pudo tener su réplica en la Luna
La bomba de Hiroshima pudo tener su réplica en la LunaHiroshima Museum

La tensión entre los bloques soviético y estadounidense fue la tónica dominante tras la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos quería ir a toda costa un paso por delante de cualquier avance en el que se trabajara desde Moscú y lo mismo sucedía con la URSS, que veía en el periodo posterior al conflicto internacional un momento en el que establecer una posición de dominio.

Fueron muchos los campos en los que se dejó ver esa confrontación política, ideológica y militar. Entre ellos, la carrera espacial y la armamentística, con la bomba atómica en el horizonte, fueron los que centraron los esfuerzos de unos y otros para llegar antes y más preparados a logros que minaran el ánimo del bloque opuesto.

Viabilidad de la misión nuclear

En la década de los cincuenta, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas parecía llevar la delantera en cuanto a investigación espacial se refiere, cuestión que no gustó en Estados Unidos. Como si se tratara de querer enviar un aviso o de frenar las aspiraciones comunistas, en algunos despachos estadounidenses sobrevoló una idea que vista con distancia infunde un respeto máximo: denotar una bomba de hidrógeno en la Luna.

Poco o nada de esto se habría sabido de no haberse desclasificado ciertos archivos a comienzos de la década del 2000 entre los que se encontraba uno que bajo el título “Un estudio de vuelos de investigación lunar, vol. 1”, inocuo a simple vista, escondía un informe sobre la viabilidad de hacer explotar una bomba más potente que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en el año 1945.

Portada del informe elaborado por Leonard Reiffel
Portada del informe elaborado por Leonard ReiffelArmour Research Foundation

Tras el informe y según puede verse en la portada del documento se encontraba el físico nuclear Leonard Reiffel, quien fuera colaborador de Enrico Fermi, el creador del primer reactor nuclear del mundo. El informe en cuestión se conoció como ‘Proyecto 119’ y entre los años 1958 y 1959 estuvo sobre la mesa de algunos oficiales superiores que requerían a Reiffel detalles acerca de la viabilidad de la detonación, buscando disuadir a la Unión Soviética en sus misiones espaciales.

Y es que una explosión de una bomba de hidrógeno como la que reza en el informe en la frontera entre la cara iluminada y la cara oscura de la Luna habría creado un destello visible desde cualquier parte del mundo, Moscú incluida. Eso sí, al carecer la Luna de atmósfera no se habría producido la característica nube de hongo de las bombas nucleares.

Estados Unidos se encontraba en una posición comprometida, con la URSS logrando hitos a nivel espacial como la puesta en órbita del Sputnik 1. Además, había conseguido equiparar la fuerza nuclear estadounidense en tan solo tres años, el tiempo que pasó desde que en 1952 EE.UU. detonó su primera bomba de hidrógeno y hasta que lo hiciera la Unión Soviética en 1955. Por ello, Estados Unidos pensaba en un golpe de efecto como el que habría supuesto hacer explotar una bomba de hidrógeno sobre la Luna.

Afortunadamente, los estadounidenses desestimaron la idea para apostar por un avance espacial menos peligroso y que no fuera un desafío directo a un bloque rival con el que la tensión era latente. De ese modo, EE.UU. consiguió que su misión Apolo 11 lograra que el primer hombre que pisara la Luna fuera un estadounidense, Neil Armstrong, logro que jamás podría alcanzar ya la Unión Soviética y del que están a punto de cumplirse 56 años.