Metales preciosos

Guardó una roca pensando que estaba hecha de oro: lo cierto es que era todavía más valiosa

Los descubrimientos realizados bajo tierra siempre levantan expectación por su potencial valor, ese que en ocasiones llega de la mano de la ciencia

Detalle del corte de la roca encontrada por David Hole
Detalle del corte de la roca encontrada por David HoleMuseo de Melbourne

Existe una tendencia que lleva a evaluar las piezas de metales o minerales preciosos por el valor monetario que pueden alcanzar, pero lo cierto es que existen hallazgos cuyo valor a efectos generales y de estudio y comprensión de cuanto nos rodea puede hacerlos más valioso que el mayor yacimiento de las tan buscadas últimamente tierras raras.

Aunque en este aspecto Kazajistán puede ser el escenario de la próxima gran prospección buscando una explotación de tierras raras, nuestra mirada va orientarse más hacia las antípodas, donde el medio local The Sidney Morning Herald ha sacado a la luz la historia de un hombre que creyó tener una pieza de oro macizo de más de 17 kilogramos que en realidad y tras ser analizada por manos expertas resultó ser aún más valiosa.

Más valiosa que el oro

El descubrimiento tuvo lugar en el Parque Regional de Maryborough, no muy lejos de Melbourne, Australia. Durante una búsqueda con un detector de metales convencional, un hombre oriundo de la zona se topó con una pieza de considerable tamaño y en la que se dejaban ver ciertas zonas con un color amarillo brillante que enseguida hicieron que el hombre pensara en una gigantesca pepita de oro.

Con esfuerzo logró hacerse con el botín y trasladarlo hasta su domicilio, donde intentó abrirla con todos los medios a su disposición, pero sin éxito. Con la frustración de no haber logrado su objetivo, David Hole, que así se llama el buscador, dejó su botín en una estantería hasta que, pasados seis años, acudió a un museo de Melbourne para que le ayudaran a aclarar de qué se trataba.

La sorpresa para Hole y para los investigadores del museo llegó al comprobar que se trataba de una única pieza de metal en sí misma, es decir, no era una roca que albergara en su interior otros metales más o menos preciosos, sino que aquel elemento macizo era en sí un bloque de metal.

Concretamente y gracias a la labor de los trabajadores del museo, se pudo esclarecer que se trataba de una piedra formada por metales cristalizados que se conocen como cóndrulos. A tenor de la información facilitada por el geólogo Dermot Henry y tal como recoge el diario australiano, Hole había dado con un meteorito que había alcanzado la Tierra y cuya datación estipularon en 4.600 millones de años, algo que supone todo un descubrimiento y una oportunidad de estudio:

"Los meteoritos ofrecen la forma más económica de exploración espacial. Nos transportan al pasado, proporcionando pistas sobre la edad, la formación y la composición química de nuestro Sistema Solar (incluida la Tierra)"

Dermot Henry, geólogo

Las oportunidades de estudio y comprensión del universo que ofrecen elementos como el descubierto por David Hole fascinan a los investigadores, puesto que les concede la posibilidad incluso de verse frente a meteoritos que pueden tener en su interior polvo de estrellas.

Es por ello que la tendencia de los investigadores es a valorar con una escala muy diferente los hallazgos como el efectuado por David Hole. A buen seguro que el buscador de metales quería haberse hecho con una pieza que lo convirtiera en rico, pero la ciencia tenía otros planes para su descubrimiento que lo elevaron a un valor de estudio difícil de calibrar.