Meta
Las tres estrategias de Facebook para evitar que se registren menores. Y por qué no funcionarán.
Los sistemas propuestos parecen ser más un esfuerzo de relaciones públicas que unas medidas serias
Poco tiempo atrás, Meta (es decir, Facebook, Instagram, WhatsApp y todo el imperio Zuckerberg) anunció que probaría nuevas formas para que su plataforma de Instagram verifique la edad de sus usuarios. La mayoría de las redes sociales requieren que los usuarios tengan al menos 13 años para registrarse. El problema es que de acuerdo con un informe realizado por la agencia de protección infantil Thorn hasta un 40% de los menores de 13 utilizan redes sociales, con los peligros que eso genera. Es obvio que es necesario crear estrategias para evitar esto, pero ¿tienen sentido las que propone Meta? La respuesta es no.
“Estamos probando nuevas opciones para que las personas en Instagram verifiquen su edad, comenzando con las personas que residen en los EE. UU. – anunció Meta en su web –. Si alguien intenta editar su fecha de nacimiento en Instagram, le pediremos que verifique su edad usando una de tres opciones: su documento, un video selfie o que otras personas mayores de 18 confirmen su edad. Estamos probando esto para asegurarnos de que los adolescentes y adultos tengan la experiencia adecuada para su grupo de edad”.
Inicialmente Meta se asoció con Yoti, una empresa que se especializa en la verificación de edad en línea, y emplea inteligencia artificial (IA) como parte de los esfuerzos para determinar qué usuarios son adolescentes y cuáles son adultos. Si bien que Meta esté instituyendo estas prácticas muestra que se está tomando el tema al menos un poco en serio, estos esfuerzos pueden no ser muy efectivos.
En primera instancia la medida solo es para quienes ya tienen una cuenta existente, así, los usuarios pueden crear nuevas cuentas. En segunda instancia, solo se aplica a quienes intentan cambiar la configuración de menores de 18 a mayores de 18. Pero son las estrategias las que fallan.
Pedir a tres seguidores mayores de 18 que certifiquen nuestra edad, es un sinsentido: los menores pueden intercambiarse la certificación entre ellos. O adultos interesados en contactar con menores pueden “vender” sus certificaciones. Si bien es cierto que un persona solo podría certificar a un único usuario y no más, es una medida fácil de eludir. La opción de grabar un vídeo selfie también es una medida ineficiente. Si a los adultos nos cuesta a veces distinguir la diferencia entre 15 y 17 o entre 16 y 18, ¿de verdad una IA puede ser tan precisa? Los menores van a recurrir a maquillaje, peluca, la luz adecuada y otras opciones, para simular mayoría de edad.
Y por último está la opción de ingresar el documento. Más allá del tema de las falsificaciones posibles que puedan presentar, está la obvia razón de subir el documento a una red social. Sí, Meta asegura que los datos se borrarán a los 30 días, pero durante ese lapso la información es de ellos. Y aquí es cuando aparece una opción que Meta no aborda, pero tampoco lo hacemos padres y madres: muchos menores comparten la contraseña de un adulto para conectarse a las redes, eludiendo todo el sistema.
A todo esto hay que sumarle la preocupación por el tratamiento de los datos de menores de edad. Las redes sociales no han demostrado exactamente ser confiables con los datos de los usuarios que no solo se pueden hackear, sino que se venden, legalmente, a empresas. En pocas palabras: la información de jóvenes de entre 13 y 17 años se vende legalmente a empresas. Que saben sus gustos, su lugar de residencia, sus contactos, sus compras, etc.
¿Cuál es la alternativa entonces? Lógicamente la verificación de edad es algo deseable para impedir delitos sexuales en redes, acoso, tráfico de personas. De acuerdo con el perito judicial informático Pablo Duchement hay una opción. “Si el dinero que requiere el desarrollo, la implantación y el mantenimiento de estos mecanismos lo invirtiésemos en campañas de ciberprotección infantil y en educación para padres sobre redes sociales, los resultados serían mucho más eficaces a largo plazo. Pero reconozco que, esperar que la sociedad quiera concienciarse en protección de datos de menores cuando actualmente lo tienen al final de su lista de prioridades, es utópico.Por eso, propongo una alternativa. Si las redes sociales quieren operar en nuestro territorio – añade Duchement –, deben verificar el registro de usuarios a través de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). Cada vez que alguien quiera registrarse, se le redirige a la AEPD y son ellos los que validan los datos (DNI, reconocimiento facial, certificado digital…) y solo devuelve un dato a la red: Usuario válido o usuario no válido. Sin proporcionar más información a la RRSS. Solo si puede o no puede crearse el usuario y ya está. Creo que es una alternativa de confianza y que, además de regular el acceso de menores a redes que no son para menores, conseguiríamos poner puertas al campo en otra multitud de escenarios. ¿Individuo con antecedentes por delitos sexuales? No apto. ¿Individuo con orden de alejamiento digital? No apto.¿Individuo relacionado con redes de captación? No apto. Claro que todo esto tiene flecos morales que tratar: ¿dar poder al gran hermano?, ¿censura? Pero me da mucho más miedo que este poder lo tenga Zuckerberg a que lo tuviera ninguno de nuestros políticos en caso de llegar a presidir (incluso los más radicales)”.
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