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El gadget del sábado: Proyector LG CineBeam HU715Q… si yo fuera rico

Una alternativa menos invasiva que los televisores y con una calidad muy alta

 Proyector LG CineBeam HU715Q
Proyector LG CineBeam HU715Q, el cine en casa. J.S.J.S.

Ya lo cantaba el protagonista del Violinista en el tejado, en la película de 1971: Si yo fuera rico… Y es que después de probar el proyector LG CineBeam HU715Q (nombre completo LG CineBeam HU715Q 4K UHD Láser UST), dan ganas de serlo. Su precio es de 2.300 euros y es capaz de competir de tú a tú con televisores por encima de las 120 pulgadas y gran calidad. Sobre todo si tenemos el entorno adecuado. Si bien no es la primera vez que analizamos un proyector, sí es una oportunidad para dejar muy claro sus virtudes y desventajas.

¿Por qué un proyector? Visualmente es mucho menos “invasivo” que una televisión. Ocupa una décima parte del espacio (aunque su peso está por encima de los 10 kilos) y se puede confundir tranquilamente con una consola (bueno, quizás dos, una al lado de la otra). En el caso particular del LG, a apenas 20 centímetros de la superficie sobre la que se proyecta la imagen, nos daba una proyección de 120 pulgadas. Obviamente es deseable contar con una superficie completamente lisa, blanca y con la posibilidad de reducir la luz ambiente a nivel 0. En esas condiciones, el LG CineBeam se comporta como un cine en casa. Obviamente, sin ser redundantes, no vamos a pintar una pared para probar este escenario, así que lo sometimos a una prueba (de forma involuntaria) y evaluamos su rendimiento en una pared color café con leche (para referencias más precisas: Pantone 17-1227). Y aún así, la imagen era muy buena y los contenidos se ven con una calidad sobresaliente. Cuanto más oscuro el ambiente, mejor, lógicamente.

Una de las grandes ventajas es que se trata de un proyector ultracorto que no necesita, como su nombre indica, estar alejado de la pared. En la misma superficie en la que pondríamos la tele clásica, podemos poner este proyector sin problema. Si lo alejamos ampliaremos la imagen. Buscando otro entorno desafiante, lo hemos sacado fuera de casa y convertimos uno de los muros en un cine improvisado: el proyector no tuvo ningún problema y el sonido resultó muy adecuado para que unos 15 niños vieran una película.

Configurarlo para que la imagen quede recta y equilibrada es cuestión de minutos. Podemos hacerlo con el viejo sistema de “un poco más atrás del lado izquierdo” mientras obedecemos órdenes o recurrir a la configuración del menú para que analice la pantalla y nos aporte las instrucciones adecuadas. En ambas alternativas se tarda pocos minutos.

El único cuidado que hay que tener, fundamentalmente, es evitar que caiga cualquier cosa en la ranura de proyección que pueda dañar los espejos. Por allí se “manifiesta” la fuente de luz láser, responsable de la imagen.
Su vida útil es de 30.000 horas, lo que en plata se traduce por 3 años y medio aprox.

Otra ventaja es que su encendido es muy rápido, no hay que esperar que se caliente. Puede tardar más en conectarse a la red que en mostrar la imagen. De hecho, el proyector funciona en este sentido como un smart tv. Y al tener Android es muy sencillo registrarse y automáticamente todas las cuentas en servicios de streaming se transfieren y ya tenemos todos los servicios instalados. El mando tiene atajos a Netflix, Prime y Disney y funciona con un puntero (un poco molesto al principio) que se activa si lo agitamos. Tenemos la opción de descargarnos todas las aplicaciones de streaming, incluyendo algunas que Amazon, si tenemos una Alexa, no permite, como HBO.

Dependiendo del contenido que vayamos a ver, tenemos diferentes opciones (cine, concierto, deporte…) que también se adaptan al sonido y son sencillos de configurar en la sección de Ajustes. Junto a las tres entradas HDMI, dos conectores USB, una salida de audio digital óptica y un puerto Gigabit Ethernet, también incluye Bluetooth. Conectar unos buenos cascos y apagar las luces es como estar en un cine privado. Al 10% de su volumen, los sonidos propios del proyector se escuchan levemente, pero una vez que pasamos este umbral, ya desaparece. Eso sí, cuando lo apagamos, se mantiene el runrún durante unos minutos más, el tiempo necesario para que todo se enfríe.

¿Videojuegos? Bueno, quizás es una de las partes menos firmes de este proyector, ya que la latencia es un poco mayor que en monitores habituales. En ciertos juegos y sobre todo para ciertos niveles, se nota. Aún con la opción de modo Videojuegos activada. En una mano tenemos la latencia mayor y en la otra una pantalla de 120 pulgadas. Que cada uno haga su propia decisión.

El último apartado sería el consumo. Viendo su peso específico (casi 11 kilos) y la necesidad de alimentar una bestia de láser, nos esperábamos un consumo alto. Las especificaciones hablan de un consumo máximo de 350 vatios pero controlando el tablero del hogar con una aplicación, nunca hemos pasado de los 250 vatios y al no tener un sistema como vitros, neveras o planchas que alternan encendidos y apagados, no hay problema con provocar cortes si hay mucha demanda en el hogar.

Veredicto:

A igual precio, entre una smart TV y un proyector como LG CineBeam y si no lo vamos a usar para videojuegos, la balanza la inclinamos hacia el proyector, más versátil en muchos aspectos. Eso sí, hay que tener un espacio adecuado, cosa que no es tan necesario para un televisor. La calidad es muy buena en ambos casos y es cuestión de gustos… y de presupuesto.