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Sotheby’s subasta el primer «cuadro inteligente»

Subasta por 40.000 libras el primer cuadro realizado con Inteligencia Artificial, y que va cambiando en función de lo que marquen las redes neuronales del espectador

La obra Memorias de los Transeúntes I, de Mario Klingemann, realizada con Inteligencia Artificial / Sotheby’s
La obra Memorias de los Transeúntes I, de Mario Klingemann, realizada con Inteligencia Artificial / Sotheby’slarazon

La Inteligencia Artificial ha entrado en uno de los cotos cerrados del arte. Y lo ha hecho por 40.000 libras. Este es el dinero que un coleccionista ha pagado por la primera obra realizada con esta tecnología que se ha subastado en la casa Sotheby’s de Londres, un paso histórico que a buen seguro no será el último.

La obra es un cuadro del autor Mario Klingemann, titulada Memorias de los Transeúntes I, que consiste en un ordenador dotado con Inteligencia Artificial conectado a dos pantallas que generan un flujo interminable de imágenes. Según explica la propia casa de apuestas, la tecnología hace que las imágenes presentadas en las pantallas no sigan una coreografía predefinida, sino que sea el resultado de la interpretación que la Inteligencia Artificial realiza en tiempo real.

De esta manera, la obra se va autogenerando gracias a una corriente infinita de nuevos retratos.

Según la define el propio autor, Memorias de los Transeúntes I “es un dispositivo tecnológicamente muy avanzado que recrea pinturas mientras el espectador las mira, algo mágico en el mundo del arte”. Para conseguirlo entran en juego las redes neuronales, que actúan algo así como los pinceles utilizados para desarrollar esta obra.

“La máquina va creando nuevos retratos que cambian y desaparecen, mientras aprende de sí misma y se va retroalimentando. Por supuesto, para mí es complicado introducir al mercado mi obra sin tenerme a su lado pero confío en que está lista para seguir creando retratos para siempre, como yo siempre había esperado que haría. Espero que cuando las personas se sienten a ver pasar los fugaces rostros tengan la misma sensación que tengo yo”, explica Klingemann.