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Lola Fernández-Ochoa: «Me tranquiliza saber que Blanca ha dejado de sufrir»

El reportaje «Informe +: Blanca» cuenta la vida de la deportista marcada por la bipolaridad

De izda. a dcha. y arriba, Juanma y Paco Fernández-Ochoa, Matías Prats. Abajo, de izda. a dcha., Luis, Dolores y Blanca Fernández-Ochoa
De izda. a dcha. y arriba, Juanma y Paco Fernández-Ochoa, Matías Prats. Abajo, de izda. a dcha., Luis, Dolores y Blanca Fernández-OchoaMovistar +La Razón

España se conmocionó el 29 de agosto de 2019 cuando la familia informaba de la desaparición de la deportista Blanca Fernández-Ochoa de 56 años seis días antes. El 4 de septiembre una de las batidas encuentra el cuerpo sin vida de la esquiadora en la zona de La Peñota en la zona de Collado del Rey. Fueron 11 días de angustia en las que todos los españoles se sumaron a la incredulidad de no saber qué le había pasado a una de nuestras históricas deportistas. Movistar + acaba de estrenar «Informe +: Blanca», en que conoceremos más de la enfermedad que aquejaba a la pequeña de la familia Fernández-Ochoa por boca de su familia y sus amigos, Matías Prats y Olga Viza, entre otros.

«Era una persona tan conocida y tampoco conocida al mismo tiempo», explica a LA RAZÓN Ángel Huerta, responsable de la pieza, en referencia a que «era una chica que parecía feliz y cuando te pones a bucear...». La máxima preocupación del equipo es que su familia no quisiese ponerse delante de la cámara para contar el trauma de Blanca, «pero fue al revés. Tuvimos una reunión con Juanma y Lola Fernández-Ochoa y les explicamos el proyecto. Ellos nos facilitaron los contactos y nos contaron muchísimo más de lo que nos imaginábamos que iban a contar». La pieza es un sincero homenaje a la deportista que tanto dio al deporte español, pero sin dejar de lado la parte más triste. Huerta asegura que «la sinceridad fue la premisa y ellos marcaron un par de líneas rojas, que se respetaron». Aún así los encargados del documental les aclararon que «si vamos a hablar de Blanca, es desde que empieza hasta que se acaba. No se puede obviar lo que sucedió al final, porque además toda España lo vivió en directo».

Tras lograr la confianza de la familia, comenzaron a grabar el 6 de enero y acaban de terminar hace tres semanas. En la pieza, con la impecable realización de Antonio Vilaseco, se incluyen declaraciones y experiencias de dos periodistas muy amigos de la familia, Olga Viza y Matías Prats. Unas amistades que aún hoy duran y que aportan las dos visiones de Blanca Fernández-Ochoa, la deportiva mezclada con la personal ya que ambos fueron testigos de sus proezas profesionales. La idea del reportaje, para Huerta y su equipo, «más que destapar si sufrió o no, cómo lo hizo o porqué lo hizo es qué persona llegaba ese día a La Peñota».

Bipolaridad

«Estoy bien», nos dice por teléfono Dolores Fernández-Ochoa, tras una noche de haber visto el documental y «no podía ni hablar». Y es que la familia ha hecho un auténtico esfuerzo para hablar en el reportaje. «Ha quedado muy humano y muy bonito, pero he echado dos cosas en falta. Falta que contasen lo divertida que era Blanca. Ha tenido momentos muy duros, pero también muy divertidos y muy felices. Ella misma se reía de sus penas y tenía un sentido del humor muy especial», resalta Blanca. En segundo lugar que no se haya hablado de su vida deportiva, solo de la caída de Calgary y la medalla de Albertville». Pero tras casi dos años de informarse y leer mucho, Dolores confiesa que «ya lo he entendido. Hemos hecho público que era bipolar y que se lo diagnosticaron muy tarde. Ahora me tranquiliza saber que ha dejado de sufrir y yo quiero seguir viviendo y ser alegre». Cristina López-Ibor, amiga de la familia explica la enfermedad que padecía Blanca y que era plenamente consciente de ella, pero como recuerda su hermana, «no le gustaba medicarse, porque no le gustaba quedarse plof; y cuando veía que se recuperaba dejaba la medicación y las caídas era terribles». No se equivoquen, «Informe +: Blanca» hace un repaso por la vida de la deportista y nos acerca a todos sus fantasmas y sus éxitos en un carrusel emocional que no tiene buen final.