Temporada 2

«Avenue 5»: «Houston, somos un problema»

HBO acaba de estrenar la segunda temporada de la comedia espacial protagonizada por el «Doctor House»

Hugh Laurie
Hugh LaurieHBO

La última metedura de pata de la tripulación atrasaba, en el final de la primera temporada de la serie de HBO, la aventura espacial por un plazo de 8 años. El crucero espacial de cuatro semanas acaba de ser condenado a una década de convivencia con un disparatado capitán mal asesorado.

Aunque invierta toda su carrera en intentar dejar de serlo, el actor Hugh Laurie (de quien se echa en falta su mítica voz de doblaje) siempre será para la memoria colectiva el implacable Doctor House. Resulta paradójico que este capitán sea incapaz de dar una terrible noticia, mientras que su anterior personaje acostumbraba a darlas a todas horas y con ningún tipo de tacto. La serie aprovecha esta coyuntura espacial para reflexionar sobre nuestra capacidad para gestionar y comunicar las malas noticias. Mientras unos optan por la transparencia, otros deciden prolongar hasta la eternidad la publicación de la misma, conservando en la oscuridad el gran secreto hasta que las sospechas acaben haciendo saltar la noticia por sí misma.

Este trascendental giro de guion, desde el que arranca la segunda temporada, puede entenderse como una parodia de los recursos que suelen utilizar prestigiosos directores como Christopher Nolan. El director de la trilogía de Batman «El Caballero Oscuro» ha hecho ya célebres sus saltos temporales (como en Interestelar)y la aplicación de la física cuántica en la ficción. En cambio, «Avenue 5» apuesta por aterrizar todas estas teorías adaptándolas a gags cómicos.

La trama también experimenta otro vuelco cuando la famosa misión espacial, que ha dado lugar incluso a una afamada serie de televisión dentro de la propia ficción, cambia de controladores. El Capitán ya no va a contar con el colegueo de la anterior directora de la misión y ahora todas sus decisiones serán miradas con lupa por nuevos líderes.

Aunque ya han pasado unos meses de aquel nefasto cambio de rumbo, la causante de ese error vive desde entonces encerrada en su camarote por miedo a las represalias. Cuando esta descubra que aún nadie se ha enterado de la noticia y que lleva absurdamente aislada todo este tiempo, se desatará una crisis a bordo de esta nave intergaláctica.

Esta nueva temporada nos traslada de nuevo a un futuro no muy lejano donde el turismo espacial es un negocio en auge. Mientras tripula una nave espacial de lujo propiedad de Herman Judd (Josh Gad), el capitán Ryan Clark (Hugh Laurie) se ve abrumado cuando la nave se desvía desastrosamente de su curso, convirtiendo lo que estaba destinado a ser un crucero de ocho semanas en un viaje de ocho años. Retomando cinco meses después de fallar en el desvío del barco, la segunda temporada sigue a la tripulación, que incluye a la ardiente ingeniera Billie (Lenora Crichlow), al impredecible jefe de relaciones con los clientes Matt (Zach Woods) y a la fiel mano derecha Iris (Suzy Nakamura), mientras pelean por liderar, calmar, controlar y, si es necesario, esconderse de unos pasajeros cada vez más rebeldes. En la tierra, son elogiados como héroes, y en el espacio, todos pueden oír sus gritos.

La frase espacial más célebre

Hace décadas que se acuñó en la cultura popular la famosa frase pronunciada (aunque no de forma literal) por el astronauta Jack Swigert durante la tercera misión tripulada cuyo objetivo era alunizar en la superficie lunar (Apolo 13). Durante esta compleja operación se encendieron varias luces de alarma cuando estalló un tanque de oxígeno que comprometía la supervivencia de la tripulación. Fue este el instante en el que Swigert dejó para la historia dicha cita, repetida segundos después por Jim Lovell. Por si fuera poco, la película que acogió el nombre de aquella misión, protagonizada por Kevin Bacon y Tom Hanks, volvió a recordar el origen de esta ya expresión popular. Sin embargo, la ficción también colaboró en que el significado literal de aquella oración se haya distorsionado.