Entrevista
David Cabrera y Garbiñe Armentia: «De 1992 recordamos los JJ.OO., y el asesinato de Lucrecia ha quedado opacado»
Ambos dirigen «Lucrecia: un crimen de odio», serie documental de Disney+ sobre el primer asesinato por racismo en España
David Cabrera («El pionero») y Garbiñe Armentia («Muerte en León») se han enfrentado al asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez en 1992 en Madrid, dirigiendo la docuserie «Lucrecia: un crimen de odio», que ha estrenado Disney+.
¿Por qué hicieron una docuserie y no un largo documental?
Garbiñe Armentia: Primero, porque la idea fue siempre hacer una serie. Desde el primer momento pensábamos que la historia iba a permitirlo, iba a ser lo suficientemente relevante e íbamos a tener suficiente desarrollo como para convertirlo en una serie y no hacer un largometraje. Hubo un momento donde pensábamos hacer tres episodios y al final decidimos hacer cuatro, un poco más cortos. Que sea una serie y que la dividas en episodios, también te permite trabajar con la estructura de otra forma. Hemos destinado cada episodio a una línea argumental.
David Cabrera: Además era una historia que lo permitía porque tenía los suficientes giros narrativos para sostener una estructura de serie. Al final, en serie nos permitía mayor desarrollo, mayor profundidad. Luego encontramos que tenía mucho sentido la estructura tal como estaba creada, pasó de tres a cuatro y casi una tematización de cada episodio. Queremos que al final del primero te interese ver el segundo, te queden ganas al tercero y que dentro de cada episodio haya giros dentro de la historia, que sea atractiva.
Garbiñe: Desde el primer momento teníamos la voluntad de mirar la historia desde tres puntos de vista. Desde el de la víctima y todo su entorno; desde el punto de vista social, porque provocó un fuerte impacto, y desde el nivel institucional, y también queríamos acercarnos al punto de vista de los culpables.
Al ver los episodios tuve la sensación de estar ante un thriller
Garbiñe: Porque tiene mucho de thriller, muchas de sus técnicas. Lo es a nivel estructural. Sucede que es una historia con un componente social muy fuerte. Lo que nos gusta de esta historia también es que nos permite trabajar y jugar con las técnicas del thriller, pero para contar algo que es muy social y que va más allá de la peripecia, sino que es un reflejo de una sociedad en un momento dado. Empezamos con el asesinato de Lucrecia. Han matado a Lucrecia, y el primer impulso es ¿quién ha sido? ¿qué ha pasado? Siempre nos ha motivado más la pregunta de ¿por qué?
¿Llegaron a pensar que les acusarían de defender a los malos?
David: No. La propuesta era intentar comprender, tanto en el caso del Guardia Civil como, sobre todo, en el caso de los menores, qué conduce a tres muchachos de 16 años, que se están estrenando en la vida, a acabar implicados en el crimen de una mujer a la que no conocían de nada. Esa búsqueda nos lleva a intentar conocer sus identidades, sus entornos, por donde salen... No se trata de humanizarlos, es que son humanos. En otros tipos de series e historias, nos enfrentamos a que el culpable es un psicópata, un asesino en serie. En este caso, ¿qué es lo que hace la historia más inquietante y más vigente?, que creíamos que podíamos ser cualquiera de nosotros. La historia de Lucrecia nos muestra, y lo hemos descubierto en nuestra investigación, que casi cualquiera de nosotros, sometidos a determinadas influencias, educados en determinadas culturas, podemos vernos implicados en algo así. No estamos ajenos a ellos. Hay una cosa que dice Justin Webster, nuestro jefe y compañero, ‘una cosa es empatizar con alguien y otra es simpatizar con alguien’. No simpatizamos y no pretendemos que el espectador lo haga, pero cuando vamos a estar en el punto de vista de ellos, y te pongas en su piel y entiendas que les movía..., si buscamos eso, estos chicos no eran tan diferentes a otros.
Garbiñe: Nuestra voluntad nunca ha sido juzgar, ha sido comprender. Ceñirnos a los hechos y entrar también en algunos detalles que pueden marcar diferencias. Y luego el espectador es el que si quiere juzgar, juzga, pero no nosotros.
¿Los españoles hemos aprendido del caso de Lucrecia?
David: Yo soy del año 75. Tenía la edad que tenían los tres muchachos cuando asesinan a Lucrecia. Cómo le pasará a mucha gente, y es parte del poder que tiene la serie, es la sacudida que provoca cuando ves la enorme reacción social que provocó el crimen. Recordaba las manis del «No a la guerra», pero no que toda España hubiera salido a las calles multitudinariamente porque habían asesinado a una mujer, cosa que hoy me parece bastante improbable que sucediera. Nos ha quedado un poco opacada la historia del Lucrecia. De 1992, recordamos evidentemente los Juegos Olímpicos, la Expo cultural, todos esos fastos de la puesta de largo español de un país moderno. Y parece que nuestra memoria colectiva ha reubicado el crimen de Lucrecia, incómodo para la sociedad, en un lugar con menos luz.
¿Cómo verá la gente la serie 32 años después del asesinato?
Garbiñe: Es muy difícil saberlo con exactitud. Estábamos convencidos de que contar esa historia nos iba a servir de espejo para nuestro presente. Entonces estábamos convencidos de que iba a suceder algo en la cabeza de los espectadores y nos sirve para hacernos la pregunta de si hemos cambiado. Con algunas cosas hemos cambiado y a mejor, con otras a peor.
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