Entrevista

David Trueba: «Woody Allen no se mira en el espejo y ve a un anciano; en seguir trabajando está una parte de su felicidad»

Movistar Plus+ estrena hoy «Un día en Nueva York con Woody Allen», una entrevista exclusiva del cineasta español con el famoso director y un repaso a su cine

Un momento de la entrevista
Un momento de la entrevistaEnric Arimany para M+

Woody Allen respira fragilidad, pero también relajación y confianza en la entrevista exclusiva que le hizo el cineasta David Trueba para crear «Un día en Nueva York con Woody Allen» que estrena hoy Movistar Plus+. En ella habla de su filmografía, sus trucos y su manera de entender el cine. Junto a la entrevista, el especial dedicado al director neoyorquino se complementa con el estreno de su último filme, ‘Golpe de suerte’, y un canal pop up con una selección de 29 de sus películas.

Se me hizo corta la entrevista...

Si nos hubieran dado más tiempo, pues habría sido más larga. El problema es que los productores te conceden solo los 40 minutos de rigor. Pero bueno, fue muy fluida. La verdad es que estuvo muy bien.

¿Cómo se guioniza una entrevista con Woody Allen?

En mi caso había cierta tranquilidad por el hecho de que conocía bien su obra. No era complicado porque también he leído libros sobre él y tengo formación sobre eso, y, sobre todo, la decisión desde el principio de centrarnos en el cine. Woody Allen es una persona a la que se la entrevista mucho, muy habitualmente, pero que casi nunca se le pregunta por las películas y habla un poco de todo: sobre Donald Trump por las elecciones, o por la vida en general, como si fuera un faro accidente y se le pregunta poco por el cine. Creo que es un director que ha marcado muchísimo la historia del cine; que ha sido capital y ha dado posibilidades de hacer películas distintas a como se hacían antes de que él empezara y que tendrá su trascendencia cuando pase el tiempo, cuando se analice con calma. Así que es importante preguntarle a él y también saber cómo fue esa evolución de su cine: desde el cine meramente cómico, de gag, hasta un cine de bastante profundidad.

¿Hubo una lista de mil preguntas que luego se fue reduciendo?

No. Más bien hubo una cierta línea temática por dónde empezar y cómo ir avanzando. Y luego, la sorpresa para mí fue que cuando empezamos a charlar se sintió como muy relajado y le gustaron mucho las preguntas. Así lo dijo después, y que hacía mucho tiempo que no le hacían una entrevistas sobre cine, para que pudiera hablar tranquilo de una vez. Así que muchos de los del equipo dijeron que se podía haber emitido en directo. Fue como una conversación: sin interrupciones, sin tiempos muertos ni preguntas fallidas ni respuestas de compromiso. Cada cosa llevaba a un sitio y la pregunta llevaba a otro y la curiosidad a otro.

De todas las inquietudes del director neoyorkino, ¿cuál le resultó más sorprendente?

Quizá lo que más. me sorprende es que jamás tira la toalla. Sigue queriendo mantener el ritmo de producción. Si pudiera, por él seguiría haciendo una película al año hasta ya no tener fuerzas. No le veo esa especie de prudencia que dan sus 88 años para decir bueno, pues quizá la próxima sea mi última película. O sea, tenía esa actitud de decir bueno, yo me voy a mi casa, empiezo a trabajar y a ver si puedo hacer la siguiente y luego la siguiente. No le veo mirándose al espejo y viendo a un hombre anciano, si no que le veo en una continuidad y eso sorprende, porque no deja de ser un hombre de 88 años.

¿Se ve en la misma línea?

Me encantaría. Me parece bastante ejemplar su actitud.

Tenemos una idea de su personalidad por sus entrevistas y películas, ¿hay algo de ego desmedido?

Es muy humilde, y creo que sinceramente, sobre su obra, cuando le hablan de los referentes y se le nombran figuras como Fellini o Bergman. Además lo hace siempre. Ya le entrevisté hace años cuando presentó «Balas sobre Broadway», y siempre dice que no está a la altura y que no es un artista de esa envergadura; que es un superviviente y que se plantea las historias sin tantas pretensiones. Y creo que lo dice sinceramente. Y me parece muy sano, en un mundo en el que todos, a partir de las redes sociales se dedica a elogiarse a sí mismo, tenga una visión de sí mismo como discreta o humilde, reducida. No con falsas humildades, si no que de verdad lo piensa y lo dice y eso le honra.

¿Le marcaron alguna alinea roja para la entrevista?

No. Él como ves en la entrevista, llega, se pone el micro, se sienta y empezamos a hablar. No hay líneas rojas. Sí que es verdad que, antes, su productora te marca el tiempo y revisa el encuadre y esas cosas, como haría cualquier supervisor de prensa .

Si tuviera que dejar solo una película de Woody Allen en el videoclub, ¿cuál sería?

Creo que por su importancia, digamos en el en la historia del cine, Creo que «Annie Hall». Es el cambio, y el cine de Nanni Moretti o el de muchísimos directores que han venido después, no existiría sin esa película. Es un referente evidentísimo. Cambia el esfuerzo inicial de François Truffaut ,por llevar la propia personalidad a las películas en títulos como «Los 400 golpes» o «La noche americana». Creo que es la película que contundentemente cierra ese ciclo y establece un nuevo género.

¿Es consciente de haber rodado alguna película influido por cintas de Allen?

Sí. Es un poco parecido a lo que contesta él en la entrevista. Son películas no necesitas revisar porque las tienes muy presentes, incluso sin tú pretenderlo. Las películas que admiras o tus experiencias de espectador, las que te han hecho feliz o te han hecho disfrutar, claro que están en la cabeza cuando eres director, y por lo tanto, no tanto para emularla, sino para darle un aroma a lo que haces, parecido al placer que te dieron a ti, otros directores. Pero no solo en el caso de Allen, si no de Preston Sturges o Jean Renoir...

¿Seba si ha visto Allen alguna de sus películas?

Ni le pregunté. Sé que cuando fuimos a hacer la entrevista de «Balas sobre Broadway», había visto la película de «Belle Epoque» de mi hermano. Pero en este caso me pareció que no hacía falta. Sabía que era director porque se lo debían haber dicho y estaba relajado en ese sentido. Sí que es verdad que cuando terminamos la entrevista estuvimos un rato charlando. Le conté que había hecho una película sobre él humorista Eugenio, «Saben Aquell». Entonces me preguntó y le dije que es una película sobre un humorista con una vida relativamente trágica. Una película seria. Y que era una persona con una cierta amargura. Él me dijo que ya Nietzsche había hablado del payaso triste que es algo muy habitual y que a él también le llama mucho la atención que tantas personas dedicadas al humor tengan una vida personal que no tiene nada de cómico, y que eso le hacía mucha gracia.

¿Hay algo que pasara fuera de cámara y que no se vea?

No. La verdad es que va de principio a fin. Prácticamente no hay ningún corte sobre el material que teníamos porque la entrevista duró 40 minutos y el programa dura 45-50. O sea que está todo ahí. Sí que es verdad que, por ejemplo, el hecho de dejarnos ir a la oficina a filmar es algo que nos habían negado al principio, antes de la entrevista, y fue al acabar, cuando llamaron y dijeron que nos daban el permiso de que lo hiciéramos. Se entendió como una deferencia de que les había parecido que la entrevista había sido gustosa, que él había quedado contento. Ese detalle de haber dicho que no podíamos ir a la oficina, que era un espacio privado, y de pronto, cambiar de opinión, lo interpreté como una manera de dar las gracias por el rato de conversación.

Además es un espacio de trabajo de Woody Allen...

Más bien es allí donde monta, pero durante años es el lugar donde ha visto las películas.

Sobre la cultura de la cancelación y Woody Allen, ¿está de acuerdo en separar a la persona del director?

Estaría de acuerdo si fuera posible. Cuando tú tienes datos, y nosotros acumulamos en nuestra era muchísimos datos sobre el autor de una obra o la autora de una obra, es imposible separarnos. Tú no puedes negarte el conocimiento e ignorar lo que sabes. Creo que tenemos que tener la suficiente madurez para saber que una información y otra no son incompatibles. En su caso, siempre me ha llamado mucho la atención porque él no ejerce de víctima. Por ejemplo, no se considera cancelado. Y pese a que es obvio que tiene dificultades para financiar las películas en Estados Unidos, él lo achaca más a la falta de público en el país de sus películas. También me parece sano por su parte hacerlo así. A veces exageramos cuando hablamos de la cultura de la cancelación, como si no hubiera existido antes la mala prensa. Alguien que ha cometido algún delito, que ha hecho algo malo, evidentemente su carrera se ve totalmente transformada. Sería cancelación lo que pasó con Fatty Arbuckle en los años 20. Todas las historias que se cuentan en Hollywood claro que eran ya cancelaciones. La gente no quiere divertirse con gente que asocia a cosas negativas. Creo que también tendemos al adanismo,, que es el creer que todo ha empezado con nosotros y eso viene de mucho antes.

¿Qué se llevó personalmente de la entrevista con Woody Allen?

Me llevé algo que siempre confirmaba de él: que es una persona con muy poca vida personal, en el sentido de muy pocas cenas, amistades y reuniones sociales. Es una persona a la que el trabajo le hace feliz; le hace sentido sentir la energía para seguir en el día a día. Es alguien que vuelca mucho y creo que en trabajar está una parte de su felicidad.

¿Y profesionalmente?

Siempre he admirado de Woody Allen, que es una persona que da buenas respuestas en las entrevistas. No es alguien que se cierre y que no quiera compartir. Es una persona muy asequible, que lleva mil años dando entrevistas, ha dado millones de entrevistas, incluso cuando presenta una película siempre leo sus entrevistas, pero siempre dice cosas divertidas, cosas interesantes. Suele ser una persona que tiene una visión inteligente de la vida sin necesidad de jugar a al malditismo o al hermatismo; a separarse del mundo. Es una persona que siempre tiene una salida ingeniosa y que está bastante disponible dentro de un mundo donde obviamente se ha visto en muchísimas ocasiones en primera línea sin querer estar. Entonces, en ese sentido es de agradecer. Para mí, me ayuda a perseverar en lo que siempre he pensado: que es ser una persona disponible y cercana y que la gente no perciba en ti una especie de sacralización de ti mismo o de ponerte en un pedestal, como si tú eres mejor que los demás.

¿Cual le gustaría que fuera el recorrido de «Saben Aquell»?

El recorrido de todas las películas que he hecho siempre: mi sueño es que dentro de 30 años, cuando la gente no se acuerde ni de quién eres ni de cuándo, ni de cómo fue la película, la gente la pille en un cine de reestreno, en un canal de televisión de esos a altas horas de la madrugada y se quede viéndola porque le interesa lo que estás contando. Me parece la mejor experiencia del espectador.

«Jokes&Cigarettes», ¿por qué esa traducción del título en inglés?

No es tanto el inglés como el de ventas internacionales de la empresa que vende la película fuera. Es algo que no me consultaron y por lo tanto tampoco me siento siquiera concernido. Pero quiero decir que si la película se vendiera, cosa que es difícil porque al hablar de un personaje tan local, pues es una persona más difícil de vender en muchos países, es una cosa que se hace habitualmente en el negocio. Cada distribuidor en cada país le pone el título que cree. Si, por ejemplo, se vendiera a Italia, Francia, Inglaterra, pondrían el título que el distribuidor piense que es más apto para acercar al espectador de su cine, como se hace aquí con las películas extranjeras. Si en alguna se mantiene la fidelidad al título, pues se siente que se va a entender y en otras se transforma para hacérselo más accesible al público local.

'Un día en Nueva York con Woody Allen' estará disponible para todos, seas del operador que seas, desde el 23 de febrero solo en Movistar Plus+.