Estreno

"Infiltrada en el búnker". Misión: salvar a la perrita número 32

Prime Video acaba de estrenar este largometraje documental dirigido por Pablo de la Chica sobre la experimentación con animales

"Infiltrada en el búnker". Misión: salvar a la perrita número 32
"Infiltrada en el búnker". Misión: salvar a la perrita número 32Prime Video

«Esta lucha no se acabará hasta que la última jaula esté vacía». Estas palabras son de Carlota Saorsa (nombre ficticio), la mujer que se jugó la vida para infiltrarse durante 544 días en un laboratorio de experimentación animal, conocido como «el búnker» por su falta de ventanas, ubicado en Tres Cantos, Madrid. Con cientos de horas de grabación con cámara oculta y más de 7.000 archivos, denunció en 2021 esta situación que ahora se condensa en el largometraje documental «Infiltrada en el búnker», que acaba de estrenar Prime Video, dirigido por Pablo de la Chica y con la actriz GoizeBlanco, encargada de encarnar a Carlota, testigo protegido, para recrear su experiencia.

«Infiltrada en el búnker» comienza con la propia experiencia de De la Chica, que graba el momento en el que viaja a Londres para encontrarse con la verdadera protagonista, que mantiene oculta su identidad y relata a cámara, sustituida pronto por la actriz, cómo encontró la oferta de trabajo para el laboratorio de experimentación animal. El primer paso es prepararse para infiltrarse. Durante el primer mes, mantiene un perfil bajo para no levantar sospechas. Es la fase de planificación, cuando aprende cómo funcionaba el laboratorio, los horarios y dónde estaban las cámaras de seguridad. Para conseguir sacar las imágenes, Carlota idea algo que evite las prohibiciones de llevar móviles al interior de los laboratorios durante los estudios: unas gafas con cámara oculta. La pieza documental va alternando entre el formato de entrevista ficcionado, y algunas de las imágenes recabadas por la infiltrada, lo que aporta una sensación de thriller. También conoceremos a Kurda, la persona de apoyo de la protagonista fuera de las instalaciones, encargado de recopilar las imágenes conseguidas y clasificarlas. Vemos cómo avanzan los días y aquello que debería haberle llevado tan solo dos meses, por su propia seguridad, se alarga mientras limpia jaulas a la espera de que le asignen uno de los estudios. Hasta el día 65 no comenzó a recabar vídeos en los que se ve cómo los trabajadores golpean las jaulas para desplazar a los animales, muchos de los cuales se sacrificarán al final del estudio.

Es la primera vez que conoceremos a la perrita número 32, que con su cara triste se convertirá en el leitmotiv de Carlota. Sin embargo, no todo es tan fácil como parece y, tras 100 días filmando, Kurda le pide a Carlota que grabe «con más criterio», ya que la mitad de lo filmado «no sirve», está desenfocado y borroso por la falta de estabilidad. Empieza así un día de la marmota para la infiltrada, con días que se repiten como si fueran el mismo en un «ambiente tóxico y estresante». Carlota cuenta a cámara que «notaba la competición entre compañeros, porque si no te elegían para un estudio, te echaban». Sus primeras experiencias son marcando ratas y conejos con un «tatuaje». Su miedo se extiende dado que cree que la jefa de los laboratorios, Rebeca, una mujer «quemada, muy seria, y sin sensibilidad por los animales», sospecha de ella y «me daba mucho miedo».

El día 135 empezamos a tomar conciencia, gracias a «Infiltrada en el búnker», de lo que ocurre en las instalaciones de los laboratorios. Vemos decenas de perros que serán sacrificados en poco tiempo: «Se sacrificaban muchos animales». Al final, Carlota consigue entrar en los estudios, pero tuvo mucho cuidado de ocultar que trataba bien a los animales para que nadie sospechara. Y le llega el primer encargo que cambiaría su vida: «Me encargaron el sacrificio de 40 perros para ponerme a prueba». La infiltrada se enfrenta al peor momento de más de 150 días: tiene que matar a varios animales si quiere seguir consiguiendo imágenes para denunciar. «Quería al menos salvar una vida», dice Carlota. Finalmente, decide seguir adelante y la experiencia la cambia para siempre: «Lo hice. Los sedaban, los ponían en la mesa de sacrificio y a la basura. Vomité dos veces».

Una crisis de seguridad hace que Kurda se aparte y Carlota se quede sola. Llega un mail con el sacrificio de la perrita 32. Al día 186 confiesa estar «agotada, al límite, mal». Hace meses que no ve a su familia y amigos. Prepara un mail de renuncia, pero se arrepiente. Finalmente, y antes de cumplir el día 544 trabajando allí, Carlota consigue que la dejen adoptar a la perrita 32. Las imágenes empeoran con maltrato animal de primer nivel. A pesar de la pandemia, la «Infiltrada en el búnker» consiguió sacar a la luz la información y cuidar de la número 32, justo antes de volver a infiltrarse en otro lugar.

La indignante realidad del caso de Vivotecnia

La acusación contra Vivotecnia surge tras la difusión, en abril de 2021, de un vídeo que documenta graves maltratos a animales en sus instalaciones de Madrid, mostrando prácticas como vivisección, golpes, zarandeos y agujas en los ojos sin sedación, además de insultos y vejaciones hacia los animales. Organizaciones como FAADA y AnimaNaturalis presentaron una querella penal y administrativa, solicitando penas de hasta un año de prisión e inhabilitación profesional y para la tenencia de animales para los responsables, por delito continuado de maltrato animal. La justicia aún investiga y todavía hay manifestaciones en Tres Cantos.