Campanadas
Los 40 pezones que sólo Pedroche se puede permitir
Un apuesta en escena para lanzar la voz por la infancia y UNICEF
La puesta en escena ya de partida era carnavalesca y a lo menina con una capa, que como ya había avanzado la propia Cristina era más grande que nunca. Y no defraudó. Todo el envoltorio convertía a la presentadora en una especie de diosa que empequeñecía a su acompañante, el fiel Alberto Chicote, a pesar de que lo peinaron para la ocasión.
Cristina Pedroche, que anunció, casualmente el día de los Santos Inocentes, su segundo embarazo, lleva una década al frente de las Campanadas en Antena 3, con su millón de críticas y una realidad, hasta hoy: que arrasa en audiencia. Pero más allá de eso hay algo importante: ha creado a lo largo de los años un propósito en las Campanadas a su medida. No es moda, no es belleza, dentro de su exposición total y el aluvión de hater en el que convivimos en este momento de redes facilonas y abusivas para las críticas, ella defiende una idea y la lleva hasta las últimas consecuencias. Este año la de Vallecas levantó la voz por la infancia y a favor de UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia defiende con convicción promover los derechos del niño y cuidar de los más pequeños de todo el mundo. Y lo hizo mientras casi se le salta las lágrimas en los ojos, porque eso es también "la" Pedroche.
Ocurría segundos antes de que se fuera despropiando del ropaje, que no era cualquier cosa, para dejarnos sin palabras. No era tanto el vestuario en sí como el significado.
El vestido ha sido ideado por Josie y diseñado por VIVASCARRIÓN y es un canto a la innovación más loca con la tradición. Una auténtica fantasía. Creado con técnicas de alta sombrerería, el diseño ha incluido croché de algodón y 8.500 cristales, pero la fantasía máximas viene al descubrir que están creados a partir de gotas de leche materna cristalizada que son "un símbolo de protección". Trabajo realizado por la joyera Belén Mazas, de la firma Morir de Amor.
Y entonces es cuando todo tiene el sentido de Cristina Pedroche y de darte cuenta que solo ella se puede plantar con un vestido así, a pocos minutos de tomarte las uvas y dejarnos sin pestañear, mientras comentas "no son cristales, es leche materna". Sabiendo que la mitad de los comensales habremos puesto el pie en el 2025 y no lo habremos digerido, como las uvas.
Gustará o no, lloverán las críticas, España en estado puro, pero lo que no se puede negar, es que detrás de las Campanadas de la Pedroche hay una idea y trabajo. Un propósito. Y luego que caiga la que caiga. Y en estos tiempos de todo facilón tiene mérito. Y ahora, ¿qué se le ocurrirá?
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