
Estreno
"El juego del calamar": El juego de Netflix que no acaba hasta que se acaba
La plataforma estrena hoy la esperada segunda temporada de la serie coreana, con siete nuevos episodios

Han pasado más de tres años desde que nos unimos a Seong Gi-hun y a su desesperación, junto a 456 jugadores más, para formar parte de «El juego del calamar», la ficción para Netflix creada, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk. Millones de visualizaciones más tarde, y con cinco premios Emmy en el bolsillo del famoso chándal verde, hoy llega a la plataforma la segunda temporada de la serie que consta de siete episodios. Ya nos avisa la ficción de que esta entrega, debido a su complejidad y extensión ha tenido que ser dividida en dos partes, y la tercera parte habrá que esperarla en 2025.
La trama general continúa donde terminó la primera temporada, cuando el exjugador número 456, Seong Gi-hun (Lee Jung-jae) se hizo con el premio final de 45.600 millones de wones (el equivalente a 33.018.704,64 euros) y se enfrentó cara a cara con el líder, exjugador número 001 (Oh Il-Nam, interpretado por O Yeong-su) y en una conversación telefónica con el comandante (Lee Byung-hun) decide dar media vuelta de su huida y enfrentarse con la organización del juego. Han pasado tres años y Gihun, sigue usando su fortuna para financiar la búsqueda de los responsables. Contrata al jefe de la mafia a la que le debía dinero en la temporada anterior para buscar al hombre del elegante traje que juega al ddakji en el metro. Pero cuando sus esfuerzos por fin dan resultado, el camino para acabar con la organización resulta ser más complicado de lo que imaginaba: para acabar con el juego, necesita volver a entrar en él.
El director Hwang Dong-hyuk, que hizo historia en la 74ª edición de los Primetime Emmys® al convertirse en el primer asiático en ganar el premio a la mejor dirección de una serie dramática, vuelve a ponerse al frente de la serie como director, guionista y productor. Repiten cuatro personajes, el protagonista y jugador 456, el famoso «líder» en un nuevo rol, el policía que casi descubre la isla del juego buscando a su hermano, interpretado por Wi Ha-jun, y Gong Yoo, el misterioso trajeado que reta a los transeúntes con dificultades económicas para reclutarlos para una nueva partida. Aunque la serie se dilata durante los primeros episodios en la búsqueda de los malos, hasta límites impacientes, pronto podremos ver a Gihun despertarse en la sala con el resto de los 455 jugadores para una nueva partida. En esta ocasión hay nuevos personajes, que interpretan las incorporaciones al reparto, como el criptoempresario Yim Si-wan, el luchador Kang Ha-neul, la misteriosa Park Gyu-young, el desesperado Lee Jin-uk, el primer jugador trans Park Sung-hoon, el ludópata Yang Dong-geun, la anciana Kang Ae-sim, el joven Lee David, el nervioso y peligroso Choi Seung-hyun, el salvaje Roh Jae-won, la mimada Jo Yu-ri y Won Ji-an. Todos ellos aportan la variedad necesaria para llevar la serie a un nuevo nivel en el que no son tan importantes los juegos en sí, pero sí personalidades que provoquen conflictos.
Pero que nadie se equivoque, aunque al comienzo la serie se vuelve débil y plana, la aparición del trajeado cómplice da paso a juegos nuevos que nada tienen que ver con el inofensivo ddakji y que incluye elegir entre pan y lotería, la ruleta rusa y hasta el turbador piedra, papel o tijera menos uno. Los espectadores confiados en volver a aburrirse por ver los mismos juegos, pronto se llevarán una desagradable sorpresa. Salvo el trágico luz verde, luz roja, que se transforma en una carnicería, todo lo demás vuelve a ser sorprendentemente cruel, sobre todo teniendo en cuenta que siguen siendo juegos infantiles. Uno de los añadidos de esta temporada no es más que la demostración de que dar la capacidad de votación a una masa puede ser su propia perdición. Detrás de cada jornada de juego se le da la oportunidad a los supervivientes de votar sobre si permanecer un juego más o con la mayoría abandonar «El juego del calamar» con el dinero adquirido hasta entonces dividido entre los que quedan. Ahí es donde el director y creador volverá a ahondar en la psique humana y en aquello que nos hace terribles para los demás y nosotros mismos.
Aunque esta segunda temporada resulta menos sorprendente que la primera por aquello de la novedad, pronto el espectador tendrá que volver a recordarse a sí mismo que no hay que fiarse de las ficciones coreanas, que no se rigen por las reglas de las series tradicionales y donde ningún papel protagonista es imprescindible. Ya les aviso desde aquí que no se encariñen ni con los jugadores ni con ningún personaje cándido, útil o idealista. Qué demonios: no se fíen de nadie. El dinero corrompe, pero nuestra capacidad de destrucción es el premio final.
Una de las series más esperadas que casi no llega
►«Aunque la primera temporada fue un gran éxito mundial, sinceramente no gané mucho con ella», confesó Dong-hyuk como una de las razones para escribir una segunda temporada después de que la primera le dejara exhausto. Fue tal el estrés del rodaje que llegó a perder hasta seis dientes por el camino e incluso llegó a confesar que no tenía ni idea por dónde continuar la trama. Al final la vuelta del actor protagonista le dio el empujón definitivo, y eso que ha tardado un año en rodarse.
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