Enrique Ponce
Ponce comienza a celebrar sus 30 sin Ana Soria
El diestro y Ventura cortan dos trofeos cada uno, a pesar de que la Covid-19 les cierra la Puerta Grande y esperpento de Conde, que dejó que le sonaran los tres avisos
La expectación era máxima, más o menos como el golpe de calor de esos 43 grados que impedían hilar dos ideas seguidas sin necesidad de hidratar. Cosa bárbara. De hazaña enfundarse el terno del miedo. Solo eso. Sin poner al toro en el escenario ni al miedo, que seca la garganta sin necesidad de temperatura externa. Eran las nueve de la noche pero la brisa no quiso venir. Ni una brizna. Ni un soplo. No le importó a la gente, que se puso guapa, de domingo en sábado y se fue a la plaza. Era la primera, de las primeras, la de Enrique Ponce sin duda. Celebraba sus 30 años de alternativa. Tres décadas en una vida. En los ruedos. Un mundo. Un todo.
La expectación era un rumor que iba de boca en boca en los aledaños de la plaza. No se puede negar. La vida privada de Ponce es un soplo de aire fresco, el romance del verano con Ana Soria le ha puesto en el disparadero. Se habla, se cuenta, dicen los propios protagonistas en sus redes sociales después de más de dos décadas con una discreta Paloma Cuevas. La foto de Ana Soria era esperada. No fue.
Se llenó la plaza, a pesar de las estrictas medidas que imponen la Covid-19, de tomarnos a todos la temperatura, lavarnos las manos, aguantar estoicos los 43 grados con mascarillas y mantenernos en esa distancia social.
Diego Ventura fue el encargado de abrir plaza con dos toros de su ganadería y también de abrirse la Puerta Grande al sumar un trofeo de cada uno de sus toros tras dos faenas llenas de buenas intenciones y por momentos esplendor.
Enrique Ponce regresó para celebrar esos 30 años de alternativa que el coronavirus impidió en la Feria de fallas y lo hizo con un toro noble y colaborador de Julio de la Puerta al que cortó un trofeo tras una faena a su medida, técnica, depurada y sin grandes apreturas. Buena condición tuvo también el quinto y la faena le perteneció de principio a fin, poco a poco, en el tercio, en la verticalidad y con relajo hasta conquistar al público sevillano.
Javier Conde no quiso ver a su tercero y el sexto se lastimó y lo tuvieron que apuntillar. Con el sobrero fue un esperpento. Incapaz. Dejó que le sonaran los tres avisos. Así, no. Gracias.
Ficha del festejo:
Osuna. (Sevilla). Se lidiaron dos reses para rejones de la ganadería de Ventura para Ventura y cuatro de Julio de la Puerta, manejables. 6º, lesionado de salida y devuelto por otro sin demasiada entrega. Lleno en los tendidos.
Diego Ventura, rejón (oreja); pinchazo, rejón, descabello (oreja).
Enrique Ponce, de corinto y oro, pinchazo, estocada (oreja); estocada, tres descabellos (oreja).
Javier Conde, de negro y azabache, pinchazo, estocada, tres descabellos (silencio); pinchazo,
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