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Cruceros
Existen formas de viajar que no empiezan con prisas en un aeropuerto o en una estación. Hay maneras de descubrir el mundo a otro ritmo, de forma pausada, disfrutando de cada instante, con el rumor del mar de fondo. Embarcarse en un crucero resulta muy especial. Esta experiencia engancha: quien la prueba una vez, generalmente repite. Y hacerlo a bordo de un barco de Seabourn es una apuesta segura: la elegancia, una atención impecable y una combinación única de lujo y aventura convierten cada trayecto en una expedición imposible de olvidar.
Sus seis barcos, más parecidos a yates privados que a cruceros convencionales, viajan con pocos pasajeros y con la firme intención de colmarlos de atenciones e invitarlos a sumergirse en viajes poco comunes, que no suelen estar al alcance del turismo masivo. La sensación a bordo es la de estar en una casa flotante refinada, repleta de buen gusto, donde el personal no solo recuerda tu nombre, sino también si prefieres el café solo o con un poco de leche.
Una de las señas de identidad de Seabourn es su exquisita propuesta culinaria. Cocina de autor con productos de temporada, menús elaborados por chefs de renombre y libertad absoluta para elegir cuándo y dónde comer son algunos de los puntos fuertes de su cuidadosa oferta. Desde platos que celebran la tradición mediterránea hasta creaciones inspiradas en el destino del día, cada comida es una experiencia pensada para sorprender al paladar. Además, los vinos y licores están incluidos sin cargos extra ni letra pequeña. Comer bien, sin restricciones, es parte esencial del placer de navegar con esta naviera. Por otra parte, no hay horarios marcados ni mesas asignadas, y tampoco se exige reservar con antelación. Se come cuando apetece, cero estrés, dejando que cada jornada siga su propio ritmo. Porque eso es lo que se persigue en unas vacaciones: espacio para respirar, saborear y disfrutar con calma.
Mención especial merece el restaurante Solís, su última incorporación, que ofrece un ambiente vibrante y elegante con música de fondo para relajarse y un menú exquisito que evoca los recuerdos de viaje favoritos.
Aunque los barcos de Seabourn son un destino en sí mismos, sus itinerarios no se quedan atrás. Para quienes buscan algo más distinto o fuera de las rutas habituales, la naviera ofrece una gran variedad de salidas en 2025 y 2026 con descuentos de hasta el 15% en reservas realizadas antes del 25 de junio de 2025. Los recorridos incluyen desde las islas escondidas del Egeo hasta los fiordos del norte de Europa, evitando los puertos abarrotados y apostando por escalas con carácter.
Pero si hay una propuesta que define el espíritu más atrevido de la compañía, esa es su colección de cruceros de expedición. Lejos de lo que uno imagina cuando piensa en lujo, estas travesías no tienen nada de estáticas. Con dos barcos preparados para explorar territorios remotos (y con capacidad para solo 264 pasajeros), el plan es claro: llegar a rincones del mundo donde otros no llegan. Submarinos, kayaks, bicicletas y lanchas Zodiac forman parte del equipamiento a bordo, junto con un equipo de expertos (biólogos, geólogos, historiadores), que acompaña las salidas con una mirada distinta.
Desde Groenlandia hasta las costas salvajes de Islandia, pasando por rincones poco accesibles del Caribe, estos viajes ofrecen la oportunidad de vivir la naturaleza desde dentro, pero con todas las comodidades de un hotel cinco estrellas.
La propuesta de Seabourn es un traje a medida para cada tipo de viajero. Está pensada tanto para los que aman el silencio como para los que adoran una buena conversación. A bordo, la elegancia se muestra en cada detalle: en la calidad del pan recién horneado, en la suavidad de las sábanas o en una copa de champán servida justo cuando empieza la puesta de sol. Absolutamente todo está diseñado para complacer a los pasajeros.
Viajar con Seabourn no es una fantasía de lujo, sino una manera distinta de descubrir el mundo. Es una experiencia para quienes están cansados de ir corriendo a todas partes y necesitan hacer un alto en el camino; pararse a mirar, escuchar, dejarse llevar... Pocas experiencias son más apetecibles y dejan tanta huella como surcar el mar en busca de nuevos destinos y aventuras.
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