
Espacio Misterio
La señal de otro universo que desconcierta a los científicos
No fue un destello ni una supernova, sino una onda gravitacional potente y anómala. Su origen es uno de los grandes enigmas de la física moderna.

El 21 de mayo de 2019, los detectores de ondas gravitacionales LIGO (Estados Unidos) y Virgo (Europa) captaron algo que desconcertó a los astrofísicos. No fue un destello de luz ni una supernova, sino una onda gravitacional breve, potente y anómala. La bautizaron GW190521, y desde entonces, su origen se ha convertido en uno de los enigmas más debatidos de la física moderna.
Los primeros análisis indicaban que se trataba de la fusión de dos agujeros negros que, al colisionar, dieron lugar a un monstruo cósmico de unas 150 masas solares. Sin embargo, una investigación más reciente, liderada por el doctor Qi Lai, de la Academia China de Ciencias, plantea una hipótesis aún más audaz: que el fenómeno podría ser un “eco” procedente del colapso momentáneo de un agujero de gusano, una especie de puente entre universos.
Un atajo entre dimensiones
El concepto no es nuevo. En 1935, Albert Einstein y Nathan Rosen propusieron la existencia de los llamados puentes de Einstein-Rosen, túneles que conectarían regiones remotas del espacio-tiempo. En teoría, podrían unir dos puntos distantes de nuestro universo… o incluso enlazar dos universos distintos.
El equipo de Qi Lai sugiere que si en un universo paralelo se produce una fusión de agujeros negros con la energía suficiente, el impacto podría abrir un agujero de gusano efímero. Ese túnel, al colapsar, emitiría una onda gravitacional que atravesaría la “garganta” interdimensional y llegaría hasta nosotros, distorsionada pero detectable. En otras palabras, LIGO y Virgo podrían haber escuchado el eco de una catástrofe cósmica ocurrida en otro universo.
“Si esta interpretación fuera correcta, estaríamos ante la primera evidencia indirecta de un multiverso conectado mediante agujeros de gusano”, explica el astrofísico español Fernando Barbero, del Instituto de Estructura de la Materia (CSIC). “No hay confirmación experimental, pero la idea encaja sorprendentemente bien con ciertos modelos de la relatividad general”.

Una señal que no encaja
La anomalía de GW190521 está en su forma. A diferencia de otras fusiones observadas por LIGO y Virgo, la señal fue demasiado corta y su frecuencia no seguía el patrón esperado. Esa irregularidad ha llevado a los investigadores a contemplar escenarios alternativos, desde la existencia de agujeros negros primordiales hasta eventos más exóticos, como colisiones entre dimensiones.
El propio equipo de LIGO ha sido cauto. “Nuestros datos son sólidos, pero su interpretación está abierta”, declaró en su momento la física Susan Scott, del Centro de Excelencia ARC de la Universidad Nacional de Australia. “La física teórica avanza precisamente cuando algo no encaja en el modelo”.
¿Qué hay al otro lado?
Si la hipótesis del multiverso es cierta, ¿cómo sería ese “otro lado”? Los modelos cuánticos sugieren que un universo paralelo podría compartir las mismas leyes físicas que el nuestro o, por el contrario, tener parámetros radicalmente distintos.
Podría tratarse de un cosmos donde la gravedad es más débil, lo que permitiría la existencia de estructuras estelares colosales, o uno donde la materia exótica —necesaria para estabilizar un agujero de gusano— sea común. Incluso podría ser un universo “inverso”, donde la repulsión gravitatoria domina sobre la atracción y el tiempo fluye de forma diferente.
La teoría de los “muchos mundos”, formulada por Hugh Everett en los años 50, añade otra posibilidad: universos casi idénticos al nuestro, donde cada decisión humana o evento cuántico genera una nueva realidad. “En uno de ellos —bromea Michio Kaku— quizás nosotros seamos la anomalía y ellos se pregunten si están escuchando señales del nuestro”.

Un vistazo al infinito
La señal GW190521 no ha resuelto el misterio del cosmos, pero ha abierto una puerta intelectual de enormes proporciones. Puede que nunca sepamos si fue un agujero de gusano, una fusión convencional o un simple error de interpretación. Pero, por primera vez, la ciencia contemporánea contempla seriamente la posibilidad de escuchar el eco de otros universos.
En palabras del cosmólogo Martin Rees, “la física moderna ya no estudia solo nuestro universo, sino la posibilidad de que existan infinitos más, cada uno con su propia historia y sus propias leyes”.
Quizá, entonces, la verdadera pregunta no sea si hay algo al otro lado del pasillo cósmico, sino si nosotros somos, para alguien más, la señal inexplicable que llegó desde un universo lejano.
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