Sociedad

«Villa Narco»: la morada de la droga en el Campo de Gibraltar

La urbanización, en terreno no urbanizable de protección agrícola de La Línea (Cádiz), destaca por sus chalés de altas murallas, con videovigilancia e inhibidores de frecuencia y por el gran lujo

Una operación policial en la urbanización de La Línea de la Concepción conocida como «Villa Narco»
Una operación policial en la urbanización de La Línea de la Concepción conocida como «Villa Narco»Agencia EFE

La Zagaleta, en Benahavís, Málaga; La Finca, en Somosaguas, dentro de la localidad de Pozuelo de Alarcón (Madrid); La Moraleja, también en la comunidad madrileña; Ciutat Diagonal, en Barcelona; Sotogrande, en San Roque (Cádiz); o Son Vida, en Mallorca son algunas de las urbanizaciones más lujosas de España, por dentro y por fuera. A ellas se podría unir en renta per cápita y lujos (aunque más de puertas adentro que en el continente) el enclave, en la zona de El Zabal, conocido en La Línea de la Concepción como «Villa Narco», la morada de los clanes de la droga del Campo de Gibraltar.

Los Castañas, los Pantoja, Kiko «el fuerte»... La nómina de personas con relación con el narcotráfico es extensa. Aquí fue detenido hace cuatro años un hijo de Isco Tejón. Entonces, la Guardia Civil intervino 300.000 euros en metálico, embarcaciones, coches de alta gama y armas de fuego reales y simuladas, joyas y abundante documentación relativa al blanqueo de los fondos procedentes del tráfico de hachís.

«Villa Narco» se encuentra en El Zabal de La Línea de la Concepción, en terreno no urbanizable de especial protección agrícola. No todo el mundo se dedica a la droga en la zona pero se identifica un área como poco llamativa. Se trata de una urbanización ilegal con una veintena de viviendas de lujo, dentro de un recinto amurallado. Aquí han morado los más importantes capos de la droga del Campo de Gibraltar: de Jesús Heredia, líder «Los Pantoja», el que fuera lugarteniente de Abdellah El Haj, «El Messi del Hachís», el citado Kiko «el fuerte»; Polo, que empezó como piloto de narcolancha y formó su propio clan; los conocidos «Castañas», «los Mauro», «los Merino» o «los Berenjena». También residía en la zona «el Cabra», detenido por la reciente muerte de los dos guardias civiles en Barbate.

Las viviendas de El Zabal cuentan con materiales de lujo, piscinas y zonas ajardinadas. No faltan los coches de lujo. La barriada cuenta con 19.000 metros cuadrados a apenas un par de kilómetros del puerto de la Atunara.

Las primeras viviendas en esta zona no urbanizable – un «espacio desnaturalizado de ocupación residencial irregular que se apoya en caminos históricos y rurales», según el PGOU de La Línea– datan de 1995. Donde se proyectaban naves industriales, se construyeron chalés de lujo en los que no faltan pasadizos, zulos y escondites, que hacen las veces de «guardería» para la droga.

Las operaciones de la Policía Nacional, la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera en la barriada son periódicas. Generalmente, relatan agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, las viviendas tienen «menos papeles que una cabra». Muchas están a nombre de personas que cobran grandes cantidades por aparecer como titulares de los inmuebles.

Además de grandes muros, las viviendas cuentan con videovigilancia e incluso inhibidores, aunque, generalmente, cuando se produce una operación los narcos han sido avisado previamente. Este es uno de los motivos por los que los agentes permanecen poco tiempo en destino, al margen de la red de informadores del narcotráfico. La droga es para una parte de la sociedad su salida. Un chaval dedicado al narcotráfico, de 14-15 años, por estar una tarde de punto, vigilando, puede ganar 1.500-1.800 euros. Por hacer de narcogasolinera, lo que judicialmente no pasa de sanción administrativa por la que se declararán insolventes, pueden ganar 3.000 o 4.000 euros. La sensación de «impunidad» es evidente.

La costa andaluza se ha convertido en punto caliente del narcotráfico. El cártel andaluz requiere, y así lo reclaman los colectivos y las fuerzas de seguridad, de un refuerzo policial en el Campo de Gibraltar ya que se ha movido en un efecto dominó el negocio ilegal e ilícito de zonas e incluso ha provocado la colaboración entre clanes de la droga –con grupos de WhatsApp o Telegram para avisarse de controles– y hay que considerar la colaboración de parte de la ciudadanía, que ve en la vigilancia y otros delitos relacionados con las drogas un sustento dentro de una comarca muy castigada por el desempleo.

Los agentes se quejan de que cuentan con «medios irrisorios en comparación con los narcos». La Guardia Civil pide aumentar la plantilla y que se dote de medios suficientes para combatir esta lacra y esta violencia, que va en aumento. Poco antes del atropello con la narcolancha de dos guardias civiles en Barbate, seguido de disturbios en el cuartel de la Benemérita –calificados como «intentos de asalto» por los sindicatos del Cuerpo– las asociaciones advertían de que los agentes están «abandonados a su suerte» ante la falta de medios frente a las narcolanchas «suicidas».

En cinco años y medio del Plan Especial se han desarrollado 22.207 operaciones con 19.907 detenidos e investigados y se han intervenido casi 1.700 toneladas de droga.