
Mundo
Antes de Greenwich, fue Orchilla: la historia del faro en el fin del mundo conocido
Durante siglos, este rincón del Atlántico fue considerado el "Finiesterre" del planeta

En el confín suroccidental de España, donde las olas del Atlántico rompen solitarias contra un paisaje volcánico, se alza el Faro de Orchilla, conocido también como el “Faro del Fin del Mundo”. Situado en la Punta de Orchilla, en el municipio de El Pinar de El Hierro, este faro representa mucho más que una guía marítima: es un símbolo de los límites del mundo conocido hasta bien entrado el siglo XVIII.
Durante siglos, este rincón de El Hierro fue considerado el “Finisterre” del mundo. La Punta de Orchilla sirvió como punto de referencia para el Meridiano Cero en los antiguos mapas, antes de que el Imperio Británico lo trasladara a Greenwich en 1884. En aquellos tiempos, los navegantes temían adentrarse en lo que llamaban el Mar de las Tinieblas, el océano que se extendía hacia lo desconocido y del que se decía que albergaba monstruos y caídas al abismo.
El faro fue encendido por primera vez en 1933 y desde entonces emite destellos de luz blanca cada cinco segundos, visibles hasta 75 millas náuticas. Construido en piedra y de estilo ecléctico, es considerado el edificio civil más importante de El Hierro, una isla que se ha ganado un lugar entre los destinos más cautivadores del archipiélago canario por su naturaleza abrupta, su cultura ancestral y su aura de misterio.
A su lado, una enorme tabaiba -arbusto endémico canario- extiende sus ramas sobre la tierra volcánica. Esta árbol es una de las mayores en extensión de todo el Archipiélago, y forma parte del escenario ideal para los viajeros que buscan experiencias fuera de ruta y fotografías memorables.
Hoy, aunque ya no se considere el final de la Tierra, el Faro de Orchilla mantiene vivo ese espíritu de frontera. Los visitantes pueden incluso solicitar un certificado oficial que acredita su estancia en el punto más occidental del territorio español, en el mismo lugar desde donde partieron las carabelas de Cristóbal Colón rumbo al Nuevo Mundo, desafiando miedos y leyendas.
El Faro de Orchilla es solo una de las muchas ventanas al alma volcánica y salvaje de El Hierro. Desde allí, el viaje puede continuar hacia miradores como el de La Peña -obra del artista lanzaroteño César Manrique-, el Mirador de Jinama o el de Bascos.
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