Historia

De aquí partió el viaje que cambió el mundo: entre murallas, pozos y bahía

En esta pequeña capital de apenas 9.000 habitantes, Cristóbal Colón ultimó su avituallamiento antes de lanzarse al Atlántico

San Sebastián de La Gomera
De aquí partió el viaje que cambió el mundo: entre murallas, pozos y bahíaHoteles.net

San Sebastián de La Gomera mira siempre al mar con la certeza de quien ya protagonizó un capítulo decisivo. En esta pequeña capital de apenas 9.000 habitantes, arropada por barrancos y palmeras, Cristóbal Colón ultimó su avituallamiento antes de lanzarse al Atlántico. Había zarpado de Palos el 3 de agosto de 1492, donde encontró agua, víveres y abrigo seguro. El 6 de septiembre partió rumbo a las Indias por una ruta inédita y el 12 de octubre sus naves avistaron tierra al otro lado. Desde entonces, La Gomera quedó fijada en la historia como Isla Colombina.

En aquellos tiempos, la villa era conocida por algunos marinos como Villa de Palmas y su bahía se consideraba la mejor del Archipiélago canario. A la cortesía del puerto se sumaba la influencia señorial de Beatriz de Bobadilla, figura clave del periodo, a quien la tradición vincula afectivamente con el Almirante. No hay prueba documental concluyente de ese romance, pero sí del papel logístico que jugó la isla en la travesía, lugar donde se cargó el agua y se ajustó lo necesario para el salto oceánico.

El casco histórico conserva ese relato sin necesidad de forzarlo. La Torre del Conde, levantada en torno a 1450 por Hernán Peraza, aparece como testigo de revueltas y refugios, y como postal de piedra que introduce al visitante en el siglo XV. Muy cerca, la Casa de la Aguada guarda un pozo del que, dice la cartela, “con esta agua se bautizó América”; más allá de la hipérbole, el símbolo resume la función que tuvo la escala gomera. La iglesia de la Asunción añade una capa de arte e iconografía. En su capilla del Pilar pervive el fresco que recuerda el ataque del capitán inglés Charles Windham en 1743, un recordatorio de que la historia atlántica no fue sólo descubrimientos, también asedios. Y el paseo se completa con la ermita de San Sebastián y la llamada Casa de Colón, hoy espacio expositivo donde dialogan patrimonio y creación contemporánea, señal de que el pasado no es un museo cerrado sino una conversación en marcha.

Caminar hoy por San Sebastián es escuchar un murmullo antiguo entre palmeras y fachadas encaladas. Es fácil imaginar el ajetreo de marineros y artesanos, los preparativos apresurados antes de una partida que nadie podía medir en su verdadero alcance. La ciudad, al abrigo de su bahía, ha sabido integrar esa memoria sin convertirla en caricatura, ofreciendo un recorrido compacto, coherente y humano.

De La Gomera salió una expedición con mapa incierto y destino mayúsculo. Aquí se entiende que la historia, a veces, cabe en una rada pequeña. Y que un puerto seguro puede ser el punto exacto donde empieza a cambiar el mundo.