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Este es el espectacular pueblo rocoso con una cueva de 3.600 metros a poco más de una hora de Madrid

El municipio también cuenta con una gran riqueza natural con abundantes bosques de robles y sabinas

Cueva de los Enebralejos
Cueva de los EnebralejosDiputación de SegoviaDiputación de Segovia

España es patrimonio, naturaleza y gastronomía. Y muchos son los recónditos pueblos que esconde joyas impresionantes que ofrecen un plan ideal para disfrutarlo en familia. Una de estas alternativas de ocio y turismo son las cuevas subterráneas, y en nuestro país hay muchas, es más España cuenta con una de las mejores redes de cuevas turísticas de Europa. Las cuevas ofrecen un tipo de turismo ecológico que está ganando terreno entre los amantes de la naturaleza. Aunque los más aventureros pueden adentrarse en las profundidades marinas para ver cuevas submarinas, la mayoría de ellas son fácilmente accesibles. Esto significa que, aunque el visitante no tenga mucha experiencia, podrás ver las estalactitas y estalagmitas que se alojan en el interior de dichas cuevas sin problema.

Una cueva espectacular, aunque menos reconocida como las de Altamira, Valporquero o la Gruta de las Maravillas, se encuentra en un impresionante pueblo rocoso a poco más de una hora de Madrid. Se trata de una localidad situada en la provincia de Segovia, en las faldas de la Sierra de Somosierra.

El pueblo en cuestión es Prádena, uno de los municipios más bonitos de Segovia, situado a menos de 50 kilómetros al noreste de su capital, en los límites con la Comunidad de Madrid.

En él se han encontrado yacimientos de la época romana y de la época visigoda. Fue el rey Fernando IV de Castilla quién concedió a Prádena la propiedad de unos terrenos en la sierra, comenzando su desarrollo como centro de comercio y pastoreo. Durante el siglo XV la villa fue conocida por su lana de oveja, sus telares y batanes. Sus habitantes, muchos pastores dedicados a la trashumancia, hacían uso de la Cañada Real Soriana Occidental con fines comerciales hacia otras regiones de España. La época de mayor esplendor de Prádena fue el siglo XVII. En esa época se levantó la Iglesia de San Martín, un monumental edificio neoclásico construido por las donaciones de los ganaderos del pueblo.

 

En 1952 había un total de 1.042 habitantes dedicados a la agricultura y a la ganadería lanar. Tenía seis molinos harineros, fábrica de jabón, un matadero, una aserrío de madera, cuatro carpinterías, dos herrerías y forjas, carreterías y una gasolinera. Pero en la segunda mitad del siglo XX, la población comenzó a migrar a las ciudades, comenzando el declive económico del pueblo. Actualmente Prádena vive mayormente del sector servicios y del turismo rural, en avance progresivo desde los años 2000.

Y esto se debe a la espectacularidad de su patrimonio, entre los que destaca la Cueva de los Enebralejos, o también conocida como el Lindajuelo,que es la cavidad más importante de las conocidas en la provincia de Segovia. El acceso a la entrada de la cueva se realiza desde un camino que parte del desvío de la N-110, apenas a un kilómetro de la población.1

Posee multitud de espeleotemas, así como algunas pinturas y grabados que hacen de ella un atractivo destino turístico. Se sabe que durante la Prehistoria fue utilizada como cueva de enterramientos, ya que se han encontrado numerosos osarios y restos humanos (algunos de ellos expuestos actualmente en diferentes museos nacionales). En la actualidad, la cueva se encuentra protegida y solo se puede acceder a sus galerías bajo visita guiada.

La tradición oral cuenta que la entrada a la cueva fue cerrada por la Santa Inquisición en época de los Reyes Católicos debido a los rumores sobre judíos que hacían uso de ella para esconderse, aunque no se ha encontrado ninguna evidencia que demuestre esta leyenda.

No fue hasta 1932 cuando la cueva fue descubierta de manera fortuita por los trabajos de excavación de un pozo para una explotación ganadera en la Finca del Cebadero por tres hombres de Prádena (Jesús Poza, Mateo Benito y Cayo Casado), provocando el derrumbamiento de una de las galerías.

Desde un primer momento se vio la importancia arqueológica de la cavidad, iniciándose de inmediato los trabajos de excavación y creando una nueva entrada que facilitara el acceso. La cueva debe su nombre a la gran cantidad de sabinas que pueblan la zona, que por razones lingüísticas aún desconocidas son referidas como “enebros” entre los habitantes de la zona.

En 1995 la cueva abrió sus puertas al público y es visitable junto al museo y centro de interpretación que alberga. La Cueva de los Enebralejos se divide en tres niveles escalonados, de los cuales solo el central puede ser visitado. Este nivel se divide, a su vez, en tres salas.

 

La primera sala contiene pozos excavados en el suelo, que se pueden calificar como osarios. En esta sala comenzaron en 1964 las investigaciones arqueológicas dirigidas por Isabel Burdiel. Estos osarios estaban formados por grandes vasijas de barro que contenían los principales huesos del cuerpo humano en su interior (sobre todo el cráneo y los huesos de brazos y piernas) y, en algunos casos, regalos que componían el ajuar funerario (objetos tallados en piedra y hueso, así como ofrendas alimenticias).

En la segunda sala abundan las pinturas negras, de entre las que destacan la figura de un cazador y de un ciervo. La separación entre esta sala y la siguiente consiste en una gran roca desprendida de la bóveda.

Por último, la tercera sala es la conocida como santuario, ya que fue destinada a las ceremonias rituales. Es la más grande de toda la cueva, y en ella abundan los grabados con motivos geométricos como rejillas, zig-zags o semicírculos.

Las principales formaciones kársticas de la cavidad son las Palmeras, dos columnas formadas por dos grandes estalagmitas unidades a dos pequeñas estalactitas; el Belén, un conjunto de formas y colores que se asemejan a la representación del nacimiento de Cristo; la Cascada, una colada de gran tamaño; y la Pared de los colores, llamada así por el gran colorido que adquiere gracias a las impurezas de la roca (como son el manganeso, el hierro o el azufre).

Prádena también resalta por sus abundantes bosques de robles y sabinas, entre los que destaca el Acebal de Prádena, que es un bosque de acebos de unas 200 hectáreas, siendo uno de los más importantes del sur de Europa. Aparece mezclado con enebros, robles y sabinas, formando un ejemplo de bosque atlántico como reliquia de otros tiempos en el interior peninsular. Su acceso está señalizado mediante rutas de baja dificultad.

 

En cuanto a monumentos, la localidad segoviana una impresionante Plaza Mayor, que es típicamente castellana, así como la Iglesia parroquial de San Martín, que fue reconstruida en el siglo XVII a partir de una antigua iglesia románica, es de estilo neoclásico. Dentro del templo sobresale la imagen gótica-tardía de la Piedad, fechada a finales del siglo XV, y la talla de la Virgen del Rosario, patrona de la localidad.

Además, no nos podemos olvidar de la Ermita de San Roque, que es un templo sencillo de estilo barroco, edificado entre los siglos XVI y XVII. Consta de una nave única con una cabecera rectangular que es más alta y se cubre con bóveda de arista.